Capítulo 11

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3 de mayo

Eran las ocho de la mañana y yo ya estaba en pie antes de que sonase el despertador, emocionada. Habíamos salido el lunes, pero entre la duración del vuelo y el cambio de hora, todo empezaba hoy.

Las habitaciones las habíamos repartido por parejas. Nina y Celtia iban en la habitación número 100, Sebastiana y Nora tenían la 110 y Urma y yo íbamos en la 120.

Estábamos en las suites más caras del hotel, las de la planta número diez, y las vistas de todo Tokio eran impresionantes. Pasaríamos aquí dos semanas, y luego tendríamos otras dos para viajar a los alrededores.

-Cierra las cortinas-gruñó Urma girando la cabeza para evitar la luz del sol. Era un día templado, no hacía ni mucho frío, ni mucho calor, pero se estaba bien con una chaqueta.

-Venga, Urma, ¡Estamos en Tokio! -exclamé todavía en pijama. Su cama y la mía estaban en extremos opuestos, subidas cada una a una especie de tarima redonda que podía cerrarse con una cortina oscura, impidiendo así el paso de la luz, ya que todas las paredes eran de cristal.

-Tía, ya lo sé, pero esta cama es increíble-susurró, cerrando los ojos de nuevo.

-Urma, no-dije arrastrando la "o" y corriendo hacia su lado. Me tiré sobre ella, haciendo que se quejara. Yo reí.

-Venga, arriba. Algo me dice que hoy va a ser un día interesante.

Volvió a gruñir mientras se desperezaba. Mientras se despegaba de las sábanas, atravesé la habitación para buscar ropa que ponerme, pero cuando estuve vestida, Urma me miró mal, de pie al borde de su tarima.

Toda la habitación brillaba con los primeros rayos de la mañana.

-Eso te queda fatal.

Arqueé las cejas. Que directa.

-Gracias, es mi camiseta favorita-sonreí.

- ¿Por qué no vamos de compras y de paseo a la vez? -dijo Nina cuando Urma y yo, ya listas, las encontramos a ella y a Celtia en el pasillo.

Aquello lo dije mirándome, así que ahora sí fruncí el ceño.

- ¿Y Sebastiana y Nora? -preguntó Urma antes de poder rechistar.

-No han salido todavía-dijo Celtia.

-Seguro que siguen dormidas-suspiré. Nos encaminamos a su puerta y tocamos varias veces sin respuesta. Gritamos sus nombres, pero no funcionó tampoco.

- ¿Y si les ha pasado algo? -se preocupó Urma, haciendo que Celtia se preocupase también.

-Solo están dormidas, no os preocupéis.

- ¿Y tú qué sabes? -se pusieron a aporrear la puerta mientras yo puse los ojos en blanco.

"Bingo" pensé cuando vi a un chico salir del ascensor con un carrito de limpieza. Detrás, una chica muy bajita lo seguía a paso rápido.

-Perdón-lo llamé, hablando inglés, obviamente.

El chico, un japonés realmente apuesto y bastante joven, asintió lentamente con la cabeza, girándose hacia mí. La chica copió sus gestos rápidamente. Parecía algo nerviosa. ¿Sería una aprendiz?

-Perdón, es que mis amigas no abren la puerta y me estaba preguntando si hay alguna manera de pasar. Estamos muy preocupadas-añadí cuando frunció el ceño.

-No se preocupe, tenemos una tarjeta que accede a todas las habitaciones del hotel-dijo. Su voz era calmada, suave, confiada. Me relajé nada más oírla, incluso aunque su inglés no era el mejor, se le daba realmente bien el idioma.

Futuro inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora