Rastros de sangre - XueXiao

¿Me amas?

Parte 3/3

El temor de la gente hacia Xue Yang no es porque su jefe sea el mafioso más grande del país, no, tampoco proviene de los rumores que lo involucran como un asesino, eso es mentira él nunca ha matado a nadie, la razón real por la cual tantas personas le temen es porque su trabajo va mucho más allá, cuando Xue Yang comienza su trabajo las victimas suplican entre lágrimas y gritos que la muerte venga a por ellos. Xue Yang es aquel que consigue información de aquellos hombres que no sienten miedo a la muerte, Xue Yang los tortura hasta obtener lo que quiere y lo hace con una gran sonrisa.

—Detente... por favor —susurra Xingchen sintiendo su garganta seca por todos los gritos que había dado a lo largo de esa hora.

—Esta es la última, lo juro —asegura Xue Yang antes de pasar una aguja de casi un centímetro de grosor por el brazo de Song Lan, el hombre lanza un gemido quejumbroso y entrecortado, exhausto y sin fuerzas para siquiera expresar su dolor. Está encadenado a una silla de acero que está atornillada al suelo. Observa sus brazos repletos de agujas incrustadas debajo de su piel de manera precisa para que no penetren en los músculos, hay piel enrojecida y sensible en las zonas quemadas con hierro ardiente, algunos de sus dedos están aplastados o doblados en ángulos extraños, y aunque el resto de su cuerpo está intacto no duran mucho así, eso Xue Yang dejo muy en claro al comienzo de la tortura.

—Xue Yang, por favor —suplica el vampiro sintiendo como la sangre cae de sus muñecas, heridas que él mismo se hizo en la constante lucha por romper las gruesas esposas de hierro. Está encadenado a la pared de manos y pies, está ahí para escuchar los gritos de su amigo.

—Xingchen, no me diste un caramelo hoy, ¿por qué?

—¿Qué? No lo sé... yo...

—¿Qué pasa, Xiao Xingchen? ¿Olvidaste cómo defenderte? —Xue Yang se quita los guantes manchados de sangre y toma un paño que humedece con agua—. Voy a limpiarte estás lleno de sangre —advierte comenzando así a quitar las lágrimas sangrientas del hombre ciego.

—Xue Yang, lo siento, no tengo más caramelos.

—Si no le hubieras regalado a Song Lan aun tendrías para mí. Es una lástima —. Al ser culpado de esta forma Xingchen sólo puede negar y soltar una risa histérica—. ¿Qué pasa? Por fin te has vuelto loco, ¿loco por mí? No, eso es imposible, sobre todo ahora que te he mostrado mi verdadero yo. ¿No era esto lo que querías?, ¿qué te parece Xingchen? Me odias, no te culpo todo el mundo lo hace, pero eso ya no importa, lo que quiero ahora es que aprendas a seguir mis órdenes. Es verdad que en un comienzo me gusto que te hicieras el difícil, era divertido ver cómo te desenvolvías de a poco y terminabas queriendo, pero estoy cansado de esperar. Si no puedo recibir tu amor por lo menos tendré tu obediencia.

Xingchen respira profundo y traga la angustia.

—Lo siento, discúlpame por no seguir tus advertencias, nunca quise que esto pasara, perdóname, todo es culpa mía, yo sólo quería tu amistad, lo siento Song Lan.

Xue Yang casi lastima el rostro de su amado ciego al escuchar el final de la frase, creía que era para él, pero aun en esta situación Xingchen logra lastimarlo. Odia esto. Odia estos malditos sentimientos que lo hacen vulnerable.

—Nada de esto es tu culpa, Xingchen —logra decir Song Lan.

Xue Yang tira el trapo manchado de sangre y camina hacia la mesa repleta de herramientas para tomar una pinza y un par de tijeras, sonríe ante la imagen mental y camina hacia su víctima. Con la pinza logra abrir la boca del hombre y tomar su lengua para con la tijera cortarla de un solo movimiento. De inmediato los insultos del hombre terminan para dar paso a sonidos guturales de ahogo, la sangre mancha toda la boca y cuello. Xue Yang maldice disgustado ante la sangre que ha saltado manchando su camisa negra. Deja las herramientas en la mesa y comienza a lavar sus manos quitando todo rastro de sangre, cambiaría su camisa, pero no tiene una de repuesto aquí abajo en el sótano. Suspira frustrado, ama la sangre pero no cuando está sobre él.