CAPÍTULO 1

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Otro día más en la escuela Salvatore, no solo era cualquier día, era el día de correspondencia, donde llegaban todas las cartas y paquetes para los estudiantes, de sus padres, familiares u paquetes comprados por internet , porque si, la escuela no permite celulares, pero permite que los estudiantes compre por internet, genial (nótese aquí el sarcasmo), ese día semana por medio, era esperado por todos, era día de gritos, emociones y lágrimas, pero no era igual para una sola persona, para Hope Mikaelson, ese día, era el que más odiaba, era el día en que recordaba no tener a nadie afuera de aquellas altas rejas, el día que recordaba más que nunca la perdida de sus padres, más que nada odiaba a las horas que los entregaban, sucedía durante las comidas, Hope veía en su soledad y alejada de todos los demás estudiantes, veía la felicidad y el destello, al recibir aquellos paquetes y cartas, cartas que ella no recibía.

Hope era la chica ruda y solitaria, aquella que tiene barrera tan altas, que nadie se atrevía a derribar, que nadie se atrevía a escalar, era aquella chica que muchos le tenían miedo y se sentían intimidados por ella, era una única tribrida que existía en el mundo, y híbridos ya no existían tampoco, tras la muerte de sus padres, por lo que en la escuela, ella era la más fuerte y poderosa, Hope se limitaba al luchar cuerpo contra cuerpo con sus compañeros en clases, ya que tenía miedo de lastimarlos, si no se limitaba, más que uno habrían salido lastimados.

Hope termino su almuerzo, el cual contaba con muchos carbohidratos, su día constaba en carne en todas las comidas, batidos de frutas y muchos más, gracias a su metabolismo rápido, mantenía su figura delgada, una vez que termino dejo su bandeja donde correspondía y salió del comedor, se dirigió a la biblioteca, era uno de los lugares que la calmaba, se acercó a uno de los escritorio y comenzó a sacar libros y su cuaderno junto a su iPad de estudios, Hope suele ser organizada, le gusta que sus apuntes lo estén, era una forma más fácil de estudiar, y más rápido, era más accesible que llevando una pila de cuadernos en sus brazos, comenzó a repasar sus apuntes, luego de un par de minutos alguien había dejado a la vista un batido, levanto la vista, encontrándose con aquellos ojos, los cuales eran entre azul y verdes, y esa sonrisa maternal, que conocía desde que volvió, desde la muerte de su padre y tío.

- Hola Hope – saludo dejando un beso en la frente de la menor, le dio una sonrisa y tomo asiento frente a ella

- Hola Caroline – saludo de vuelta – gracias por el batido

- Siempre para mi chica favorita - le guiño el ojo - ¿estudiando? – pregunto al ver los libros y apuntes

- No – negó – reescribiendo apuntes – explico

- Entonces no me niegues esto – pidió – tú, yo, en el muelle, ya sabes, cuerpo contra cuerpo

- Cualquier que te escuchara, creería que es otra cosa – rio

- Iu – dijo asqueada – en primera jamás me metería con una chica.........menor – admitió – es segunda eres mi pequeña – sonrió – y tercera quiero quemar energía con una pelea – pidió – vamos Hope, sé que lo necesitas

- Lo necesito – admitió – bien – gruño, escuchando la risita de la mayor, acompañado de sus aplausos – iré a cambiarme

- Te veré en la entrada – dicho esto, la rubia por donde vino se fue, Hope guardo sus cosas y se dirigió a su habitación, al llegar a esta, dejo su mochila en su cama, cambiándose rápidamente con su ropa de entrenamiento, luego de ir a la cocina por agua, se dirigió a la puerta principal, encontrándose con Caroline, acompañada por sus hijas, Josie y Lizzie Saltzman, ambas eran compañeras de un par de clases de Hope, Lizzie gruño al ver a Hope, Caroline la reprendió con la mirada, le sonrió de forma maternal como siempre lo hacía, ella era una de las pocas personas que no se rindió con ella, las gemelas se despidieron de su madre y entraron a la escuela, la rubia, Lizzie, rodo los ojos al pasar por su lado, la castaña, Josie, sonrió tímidamente al pasar por su lado, el corazón de Hope se volvió loco con el gesto, no muchos le sonreía, y a no muchos, se refería que a nadie, exceptuando profesores, y los directores, uno de ellos era Caroline, Caroline Forbes y el otro era Alaric, Alaric Saltzman, padre de las gemelas.

Una Promesa RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora