CAPÍTULO 7

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La cobriza estaba ya con su pijama, sentada en su cama, con la caja a sus pies, Caroline se despidió de abrazarla por última vez, avisándole que el entrenamiento quedaba suspendido, y que pasaría a verla antes de comenzar su día, Hope estaba realmente ansiosa por la caja, quería irles a agradecer a los chicos, pero sabía que si ponía un pie fuera de su habitación de alguna manera Caroline se enteraría, dejo salir una bocanada de aire, levanto la tapa de la caja, encontrándose con muchos paquetes forrados en papel café, en medo de todo, había un frasco de vidrio, saco este, estaba repleto de galletas, en el frasco había una nota pegada.

"Cobriza, te aseguramos que las galletas no tienen menta, son comibles, espero que las disfrutes, con cariño

Kaleb y MG"

La cobriza rio negando, ambos eran un pan dulce, ambos eran amables y tiernos, sin pisca del maldad, siguió sacando los pequeños paquetes, de los chicos, de las castañas y sorpresivamente de Lizzie, quien también le envió un pequeño paquete, le regalaron desde libros, pinceles, pinturas, dulces, velas, cada una con una péquela nota, deseando que tuviera noches, u otras palabras, y otra en general, firmada por todos, por el super escuadrón, la cobriza se sintió verdaderamente agradecida con los chicos, en hacerle esos pequeños detalles, dejo la caja a un lado, ya mañana lo ordenaría, tomo el libro de brujas, leyendo los últimos capítulos, pasaron las horas que su mente solo se concentró en el libro, aun no quería pensar en su episodio, en decir todo lo que pensaba, en declararse a Josie, en decir en voz alta que era un error, que no merecía ser querida u amada, la cobriza leyó el título del ultimo capitulo.

- Aquelarre géminis – leyó susurrando, no despego los ojos hasta que lo termino, estaba impactada por la historia, asustada por lo que pasaría a las gemelas a sus veinte dos, no hubo parte del capítulo que dijera la solución a la fusión, una de ellas moriría, una de ellas sobreviviría, debía haber una forma de detenerla, una manera de evitar, no podía perderlas, no podía perder a Josie, no podía evitar sentir el dolor, pensó en el dolor que sentirían los padres de las mellizas al perder a una, solo por ser la líder del aquelarre, por una estúpida maldición, nuevamente la muerte estaba rondando a Hope, tenía que buscar la manera de detenerla, aún tenía un par de años, pero debía buscarla, Hope sintió sus manos sudar, su corazón acelerarse, estaba teniendo un ataque de pánico, se llevó las rodillas al pecho, abrazándose a sí misma, llevo su mano a los collares en su cuello, comenzando a contar hasta diez, inhalado y exhalando, tal como lo había leído, no era la primera vez que le sucedía, la primera vez fue al llegar a la escuela después de la muerte de su padre, esa vez lloro, grito, Caroline llego segundos después, abrazándola rápidamente, calmándola, después de eso Hope había decidido leer un artículo sobre los ataques de pánico, la manera de controlarlo, hubieron muchas formas, muchas de ellas no funcionaron, pero la había encontrado, abrazarse a sí misma, mientras tenía su mano en los collares, contando y respirando, pasaron los meses y dejaron de ser tan frecuentes, Hope no recordaba el ultimo, no podía, pero sin embargo este no lo pudo evitar, jamás podía, después de un silencio, se logró calmar, regulando su respiración y pulso, no pudo evitar llorar, su corazón estaba destrozado ante esto, las mellizas no merecían eso, no después de todo lo que pasaron.

Se limpio las lágrimas de su rostro, susurrando unas palabras, muchos libros brillaron, se levantó rápidamente, sin importarle el leve mareo, tomo los libros en su mano, volviendo a la cama, justo al abrirlo, golpearon la puerta, junto los libros en una pila, dejándolos en el escritorio, abrió la puerta encontrándose con Alaric.

- Hola Hope – saludo aliviado

- Hola Alaric – saludo

- ¿Cómo estás? – pregunto

- Mejor – asintió – ya me iba a dormir – mintió

- Debes, necesitas descansar, buenas noches – dijo abrazándola, le dejo un beso en la frente y se fue por el pasillo, la cobriza cerró la puerta, viendo a pila de libros, dejo salir un bostezo y se fue a la cama, apago las luces, se tapó con las frazadas, se acurruco contra una de las almohadas y se durmió.

Una Promesa RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora