Pesadillas

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Todos en el Olimpo se despertaron al oír un gran grito, venía del palacio de Poseidón y eran realmente horribles.

Poseidón intentaba acercarse, pero la potencia de los gritos y las patadas de Cassidy le distraían de la labor de despertar a la menor. Se retorcía mientras exigía que parara, Adeline estaba tratando de acercarse. Pero ninguno podía. Hasta que llego Matt.

—¡Cass! —Se acerco a ella, no sin antes ganarse unos cuantos golpes y la tomo de los brazos con todas sus fuerzas. —Cassidy. Anda, despierta. —Exigió, sacudiendola con cierta violencia y desesperación, pero no se veía preocupado. Era como si ya estuviera acostumbrado a las pesadillas de la hija del Dios del mar.

Albus fue el siguiente en intentar despertarla. Tuvieron que recurrir al Dios del sueño para hacer que la pesadilla parara y Cassidy pudiera despertar.

—Basta, por favor. No te he hecho nada, perdón —Suplicó entre lagrimas. Su cabello estaba pegado a su frente y sudaba como si hubiera corrido un maratón. Sus manos se aferraban a la sabana y sus labios estaban lastimados de morderlos entre sueños.

— Hey. Tranquila, soy yo. —Dijo Matt acariciando la frente de ella, Cassidy se alejo, abrazándose a si misma. — Ya todo esta bien, no es real.

La chica tardó en responder, parpadeando aturdida.

—¿Cass? — Esta vez hablo Albus, su mirada verde escaneaba a su mejor amiga en busca de algo que dijera que iba a estar bien, no encontró nada.

— ¿Si? — Susurro ella, cerrando sus ojos. 

— ¿Qué fue todo eso, hija? — Poseidón siguió en la platica.

Cassidy se encogió de hombros, aun respirando con dificultad.

— ¿Qué más, papá? Pesadillas. — Su voz goteaba sarcasmo e ignorando las miradas, simplemente se giro, se tapo y empezó a murmurar palabras al azar.

Todos, al ver que los ignoraban, simplemente salieron, dejándola sola. Se veía que eso era lo que ella quería y necesitaba.

Matt, Albus y los padres de Cassidy decidieron quedarse a dormir en esa habitación, por si ella volvía a tener pesadillas.

Cosa que no paso porque Cassidy no volvió a cerrar los ojos en toda la noche.

Al día siguiente, Cassidy no hablo, los demás le veían con duda.

— Dejen de mirarme así. — Repuso de mala gana. Sus orbes se mantenían en sus piernas.

Matt solo se sentó a su lado, a veces el hijo de Atenea se preguntaba si ella de verdad lo amaba como el a ella.

Era jóvenes y las circunstancias que estaban viviendo no ayudaban a quitar esas dudas.

¿Sería que no era su destino estar juntos?

¿Sería que él debía dejarle un tiempo, para que todo se aclarará?

El no quería creer eso, el quería luchar. Pero Cassidy y sus pesadillas no ayudaban.

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¡Estoy viva!

No diré que volví, pero estoy tratando de volver.

Estoy en una especie de bloqueó y la verdad hoy estaba inspirada... Pero alguien me quitó la vibra y pude hacer esto solamente.

Pero...

Estoy queriendo escribir esto. Así que échenme buenas vibras para poder seguir con este libro.

Cassidy Riddle y el tridente perdido (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora