Capítulo 19: Bienvenida

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La noche se hizo demasiado larga para Shuhua. Se había pasado la mitad del tiempo llorando desplomada sobre el suelo del salón de su casa y la otra tirada sobre su cama. Realmente, no sabía si en algún momento se había dormido o no, pero, cuando la luz del sol empezaba a entrar por la ventana, se sentó en el colchón que, después de mucho tiempo, solo ocupaba ella. Miró hacia el lado de la cama que solía ocupar Soojin y, evidentemente, se lo encontró vacío pero intacto, pues no había sido capaz de ocuparlo sin estar su novia. Aunque, en aquel momento, no sabía realmente si lo seguía siendo o no.

Con las pocas fuerzas que tenía, se levantó y se dirigió al baño para darse una larga ducha que le intentara quitarse el cansancio que tenía o, al menos, le ayudara a bajar el dolor de cabeza tan fuerte que tenía en aquel momento. Antes de que entrara a la ducha, se miró al espejo unos instantes, dándose cuenta de que, desde fuera, se la veía tan mal como estaba por dentro. Tenía la cara hinchada y los ojos rojos de tanto llorar. No se reconocía en el espejo. Desde que murió su abuela, no se había vuelto a ver de aquella manera. Sabía cómo podía solucionarlo, pero también estaba segura de que, si se lo decía, las cosas se pondrían peor de lo que ya estaban y no se iba a arriesgar a ello. La única solución que encontró para que todo volviera a la normalidad era intentar averiguar quién se ocultaba detrás de aquella amenaza en la que parecía encontrarse la agencia.

Con esa idea en la cabeza, se duchó y vistió lo más rápido que pudo y tomó el transportador camino de la agencia. Realmente, no tenía muy claro por dónde empezar, pero estaba segura de que los casos en los que había estado involucrada tendrían algo que ver. Así que, con paso firme, se dirigió al depósito de la agencia.

- Buenos días, Shuhua. – le saludó Yeri, cuando la vio aparecer. - ¿Qué haces por aquí? Yuqi ya me pasó el informe de vuestra última misión. ¿O es que estás aquí porque se ha dejado algo de por medio? Realmente no me extrañaría porque no sería la primera vez, pero... - antes de que siguiera hablando sin ningún tipo de sentido y conociendo como era, Shuhua la detuvo.

- Yeri, para. No te preocupes, no hubo ningún problema con el informe. Pero sí que es verdad que lo que venía a hacer está relacionado con él. Me gustaría revisar los últimos casos que hemos tenido desde que volví del accidente.

- Pero ¿tú sabes la cantidad de papeles que son esos? Es que, voy a tener que taladrar el Amazonas completo para poder imprimirte todos los archivos. Además, que... - una vez más, Shuhua tuvo que cortarla porque se volvía a ir de la conversación.

- Yeri, tenemos todos los informes en archivos digitales. Me puedes pasar los informes en una disco extraíble y ya está. No hace falta que sea en papel. – Yeri se quedó reflexionando por un momento lo que la morena le había dicho y acabó llegando a la conclusión acertada.

- Pues también tienes razón. – empezó a teclear en su ordenador y volvió a hablar sin mirar a Shuhua. – Voy a buscar todos los archivos. Si esperas un segundo, los tendrás en un pen drive.

- Genial. Muchas gracias, Yeri.

Shuhua sonrió por primera vez aquella mañana. A pesar de que las cosas no estaban bien, al menos, sabía qué hacer para cambiar la situación. Esperaba que los informes sirvieran de algo.

Encerrada en una pequeña sala que encontró vacía, Shuhua empezó a revisar el informe de la última misión que habían tenido en Suiza. Lo que más le había llamado la atención del caso es que habían tenido al culpable delante de sus narices, pero no le cuadraba que se hubiera muerto por suicidio, cuando, en ningún momento desde que lo habían conocido le había parecido que estuviera ocultando algo o que estuviera implicado en el caso. Según su nota de suicidio, había robado el dinero para pagar a un hombre a quien le debía un préstamo. Pero ¿por qué un hombre que era el presidente del consejo de administración debería dinero a alguien? No le terminaba de cuadrar, así que empezó a buscar información sobre aquel hombre. Gracias a lo que había aprendido de Minnie en alguna ocasión anterior, buscó su declaración de bienes, y, como había sospechado, no tenía problemas de dinero. La cantidad de dinero que supuestamente había robado era minúscula comparada con el patrimonio que atesoraba.

𝕬𝖌𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆 𝕴𝖓𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆𝖈𝖎𝖔𝖓𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝕴𝖓𝖙𝖊𝖑𝖎𝖌𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆 - SOOSHUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora