- Bueno, pues una misión más acabada con éxito. – decía Yuqi, mientras se encontraban en el coche camino a casa.
- A ver, también te digo que tú y yo tenemos mucha más capacidad como para detener un simple atraco. – le restaba importancia Shuhua, mirando por la ventana las calles del centro de Madrid.
- Pero ha sido un intento de atraco a uno de los bancos más importantes de la capital, así que me sigue valiendo. De todas maneras, tu brazo aún se está recuperando de la caída, que te recuerdo que fue hace poco más de una semana, así que no podían darnos un caso muy complicado. Además, también te recuerdo que la doctora Seo no tenía muchas ganas de darte el alta y solo porque le has insistido como una niña pequeña te ha dejado volver a la actividad.
- Pues, en la anterior revisión me dijo que estaba todo bien. Por eso no pensaba que me daría tantos problemas para volver al trabajo. – aunque, en realidad Soojin se había referido a otras cosas, no le había importado que su novia empleara el brazo para otras cosas que no implicaban estar de misión. Pero claro, entre gemidos, Shuhua suponía que no se habría dado ni cuenta.
- En fin, lo importante es que ya estás de vuelta y tengo a mi compañera a mi lado. Que, por cierto, a ver si estás gafada porque, últimamente, todos los golpes te los llevas tú. – Shuhua se rio ante aquello.
- Tienes razón. Las tornas se han invertido en los últimos meses. Antes me tocaba sacarte a rastras de los sitios de las leches que te metías contra todo. He de reconocer que, por mucho entrenamiento que nos hubieran dado, eras torpe de narices. – ambas empezaron a carcajear, provocando que el conductor las mirara, extrañado, por el retrovisor central del coche.
- Pues eso. – decía Yuqi, quitándose una lágrima de risa que le había caído del ojo derecho. – Eran buenos tiempos. Menudas crías éramos. ¿Aún recuerdas cómo fueron nuestras primeras semanas en la agencia?
- Por supuesto. Me acuerdo de cada uno de los episodios de cómo acabé en la empresa.
Shuhua vivía con su abuela en Taipéi desde hacía unos pocos meses. Sus padres habían muerto en un accidente de coche. Shuhua, de quince años, no podía trabajar para ayudar a su abuela a mantener la casa. Esta solo tenía una pequeña pensión de viudedad de su abuelo, muerto en una de las guerras chinas, que les daba lo justo para pagar los gastos mínimos de aquel pequeño cuartucho de 20 metros cuadrados en el que ambas intentaban subsistir. Ante su desesperada situación, Shuhua se había convertido en una experta ladrona. Había empezado con comida, para cubrir sus necesidades básicas nutritivas diarias, aunque, muchas veces, decía que comía pero le daba todo lo que encontraba a su abuela. Podía pasarse días enteros sin comer, pero era feliz viendo a su abuela llevarse algo a la fruta a la boca.
Pero llegó un momento en el que la comida se le hacía demasiado fácil de robar. Además, cuando se encontró una cartera sin dueño en la calle con más fajos de billetes juntos de los que había visto nunca en una mano, decidió devolver la cartera a la policía, de manera anónima, mientras se quedaba con el dinero. Aquello la llevó a, poco a poco, ser más habilidosa a la hora de sustraer carteras o billeteras, principalmente a gente que le daba la impresión de tener un poder adquisitivo muy superior a la media. Ella no lo veía como algo malo, sino como un acto a lo Robin Hood: quitarle a los ricos para dárselo a la gente necesitada. Porque, cuando veía que le sobraba dinero para subsistir, se lo daba a sus vecinos, en una situación parecida a la suya. Intentaba pasar lo más desapercibida posible, no robando dos veces en el mismo sitio y siempre con ayuda de capuchas o de alguna otra prenda de ropa que la ayudar a ocultarse con mayor facilidad.
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𝕬𝖌𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆 𝕴𝖓𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆𝖈𝖎𝖔𝖓𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝕴𝖓𝖙𝖊𝖑𝖎𝖌𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆 - SOOSHU
Fanfic𝖀𝖓𝖆 𝖍𝖎𝖘𝖙𝖔𝖗𝖎𝖆 𝖉𝖊 𝖊𝖘𝖕𝖎𝖆𝖘 𝖆𝖑𝖌𝖔 𝖉𝖎𝖋𝖊𝖗𝖊𝖓𝖙𝖊 El destino de su empresa está en sus hombros, pero la agente Yeh Shuhua aún no lo sabe. Ella solo quiero volver al trabajo y demostrar por qué es la mejor agente que tiene la Agen...