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Una prófuga de la ley.

Estados Unidos. 
Detroit
06:00
Lucy Jane Quinzel.

Pese a que estaba demasiado cansada continué corriendo con todas las fuerzas que me permitían mis piernas. Necesitaba desaparecer de ese callejón a toda costa, puesto que la patrulla que estaba a mi trasera no tardaría demasiado en alcanzarme. Sentía que mis pulmones se reventarían en cualquier segundo, y que mis flaqueantes extremidades inferiores cederían en cualquier momento. 

A lo lejos pude ver el antiguo barranco en el que solía jugar cuando aún era muy pequeña, y con él, la oportunidad de perderles de vista. Sabía que mi cuerpo ya no daba para más, pero ver mi pequeña esperanza de libertad fue como una dosis de adrenalina que no pude dejar pasar. Apenas llegué a su borde, con mi último aliento, me abalancé sobre un cable de luz cortado y me deslicé hasta el final de este, dejándome caer sobre el rocoso piso, que terminó por hacer trizas mis medias y rasparme varias partes de la piel. Sin importarme esto, volví a levantarme y continué corriendo hacía una de las alcantarillas. 

Me metí a las "aguas grises", y me oculté detrás de una excavación en el sitio. 

La sirena de los policías no demoró demasiado en resonar por el barranco, y junto con ella, muchos hombres uniformados de azul comenzaron su investigación por el lugar. 

Mi corazón latía con una fuerza descomunal. Cerré los ojos esperando a que todo fuese una pesadilla de la cual próximamente me despertaría mi tía, pero sabía que eso no era así. Sabía que ahora estaba rogando por no ser encontrada por esas personas, con la ropa rota y repleta de mierda proveniente de toda Detroit. La luz de una linterna iluminó el túnel, y el sonido del agua ser removida me hizo ponerme tensa. Solo esperaba que esta excavación estuviera lo suficientemente oculta para que no alcanzaran a notarme. Ahogué mis sollozos con mi mano, mientras sentía como las lágrimas recorrían mi rostro. Temía que me encontraran... 

- ¿Encontraste algo por aquí, Corback? - Murmuró una voz masculina que retumbó en el túnel. 

- Solo mierda y basura. Seguramente esa chiquilla aprovechó para volver a subir mientras la buscamos aquí. - Le respondió otra voz. 

- Maldición... - Espetó. - Esto no es bueno...

- ¿Sabes que? No entiendo porque nos preocupamos tanto por una mocosa, después de todo, solo es una niñita más que se escapó del orfanato. - Mencionó el otro. 

- ¿Acaso no sabes a quien perseguimos, Corback? Es la puta hija del guasón. Se supone que debe estar en vigilancia constantemente, nadie sabe de que es capaz, y si es que logra tener acceso a la herencia de la que se habla, que dios nos compadezca... - Le respondió. 

- ¡Creo que aquí hay una pista! - Gritó alguien fuera de la alcantarilla. Y esto pareció ser suficiente para que los dos uniformados se salieran del lugar. 

Respiré más tranquila de saber que habían perdido ligeramente mi pista. Con el dorso de la manga de mi chaqueta limpié las lágrimas que recorrían mis mejillas. Apoyé mi cabeza en la pared de tierra y esperé allí hasta una señal. 

No supe cuanto tiempo pasó desde ese momento, pero ahora el túnel era iluminado por luz natural. 

Me había quedado horas allí, y sentía mi cuerpo adolorido, cansado y sucio. Por tanto, decidí levantarme de mi escondite, sintiendo mis extremidades entumecida. Me estiré, logrando que mis huesos sonaran ferozmente, y salí del túnel, fijándome bien si el barranco ya estaba vacío. Y para mi suerte, si lo estaba. Aun con la seguridad de que no había peligro, me lancé a correr barranco arriba, y llegué a la punta jadeante y con el sudor resbalando por mi espalda y sien. 

Era consciente de lo sucia que estaba, y de que no podía seguir por mucho tiempo así. Me acomodé mejor la vieja y desgastada mochila que colgaba de mi espalda y tomé rumbo a la ciudad. Sabía de un lugar donde podría tomar un baño y lavar mi ropa sin preocuparme de que me corrieran, así que apresuré mi paso al lugar. A unos veinte minutos me encontré con la casa quemada de los Kooper. 

Ahora, este viejo lugar era el refugio de drogadictos, indigentes, y personas como yo. El peligro era inminente en este lugar, tanto por las personas que lo habitaban como por las constantes visitas de la policía, en las que siempre terminaban todos en la calle por invadir propiedad privada. No era lo mejor para una adolescente, pero no tenía otra opción. 

Traté de mostrarme segura al entrar, pero mi corazón estaba que se salía, y el nudo en la garganta estaba presionando tanto que tenía unas inmensas ganas de llorar, sobre todo por las múltiples miradas de hombres que se posicionaron en mí. Debía apresurarme en hacer lo que quería si no deseaba terminar lesionada o encontrada por los uniformados de azul. Rápidamente caminé hasta los que eran los baños, y me despojé de la falda, la chaqueta y los tenis. Conservé la camiseta y las medias solo por prevención. Me metí bajo la fuga de agua de la cañería y me detuve allí, dejando que el agua fría estremeciera mi piel. 

Lavé mi cuerpo de forma apurada, deshaciéndome de las manchas de mierda y orina. También mi cabello. Luego, enjuagué con esa misma agua mi ropa sucia. 

Ya lista, saqué de mi vieja mochila unos vaqueros extremadamente rotos en las rodillas, y me los puse sobre las medias mojadas. Me puse otra vez lo tenis y la chaqueta sobre la misma camiseta. Y sin esperar más, me salí del lugar por la ventana, pues no quería exponerme otra vez a todas esas miradas incómodas. 


Silencio en ciudad gótica. [New Teen Titans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora