Capitulo 5: El Callejón Knocturn

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Le pareció que lo succionaban por el agujero de un enchufe gigante y que estaba girando a gran velocidad... El bramido era ensordecedor... Harry intentaba mantener los ojos abiertos, pero el remolino de llamas verdes lo mareaba... Algo duro lo golpeó en el codo, así que él se lo sujetó contra el cuerpo, sin dejar de dar vueltas y vueltas... Luego fue como si unas manos frias le pegaran bofetadas en la cara. A través de las gafas, con los ojos entornados, vio una borrosa sucesión de chimeneas y vislumbró imágenes de las salas que había al otro lado... Los sándwiches de beicon se le revolvían en el estómago. Cerró los ojos de nuevo deseando que aquello cesara, y entonces... cayó de bruces sobre una fría piedra y las gafas se le rompieron.

Mareado, magullado y cubierto de hollin, se puso de pie con cuidado y se quitó las gafas rotas. Estaba completamente solo, pero no tenía ni idea de dónde. Lo único que sabía es que estaba en la chimenea de piedra de lo que parecía ser la tienda de un mago, apenas iluminada, pero no era probable que lo que vendían en ella se encontrara en la lista de Hogwarts.

En un estante de cristal cercano había una mano cortada puesta sobre un cojín, una baraja de cartas manchada de sangre y un ojo de cristal que miraba fijamente. Unas máscaras de aspecto diabólico lanzaban miradas malévolas desde lo alto. Sobre el mostrador había una gran variedad de huesos humanos y del techo colgaban unos instrumentos herrumbrosos, llenos de pinchos. Y, lo que era peor, el oscuro callejón que Harry podía ver a través de la polvorienta luna del escaparate no podía ser el callejón Diagon.

Cuanto antes saliera de allí, mejor. Con la nariz aún dolorida por el topetazo, Harry se fue rápida y sigilosamente hacia la puerta, pero antes de que hubiera salvado la mitad de la distancia, aparecieron al otro lado del escaparate dos personas, y una de ellas era la última a la que Harry habría querido encontrarse en su situación: perdido, cubierto de hollín y con las gafas rotas. Era Draco Malfoy.

Harry repasó apresuradamente con los ojos lo que había en la tienda y encontró a su izquierda un gran armario negro, se escondió en él procurando dejar una pequeña rendija por donde ver.

Un hombre atrás suyo, su padre supuso Harry, debido a las numerosas similitudes que tenían. Rostro pálido y expresión de maldad o asco en ocasiones, ojos grises que lanzaban miradas gélidas para todos lados.

-No toques nada, Draco-

Malfoy, que estaba mirando el ojo de cristal, le dijo: -Creía que me ibas a comprar un regalo-

-Te dije que te compraría una escoba de carreras- le dijo su padre, tamborileando con los dedos en el mostrador -Me has molestado todo el tiempo con que Potter tiene una y está en el equipo de Quidditch y no sé qué tonterías sobre una niña...

Malfoy, con las mejillas color rojo, se inclinó para examinar un estante lleno de calaveras.

¿Malfoy enamorado? Harry reprimió una risa.

-A todos les parece que Potter es muy inteligente sólo porque tiene esa maravillosa cicatriz en la frente y una escoba mágica...

-Me lo has dicho ya una docena de veces por lo menos -repuso su padre dirigiéndole una mirada fulminante -y te quiero recordar que sería mucho más... prudente dar la impresión de que tú también lo admiras, porque en la clase todos lo el héroe que hizo desaparecer al Señor Tenebroso... Ah, ¡señor Borgin!-

Tras el mostrador había aparecido un hombre encorvado, alisándose el grasiento cabello. -¡Señor Malfoy, qué placer verle de nuevo! -respondió el señor Borgin con una voz tan pegajosa como su cabello- ¡Qué honor...! Y ha venido también el señor Malfoy hijo. Encantado. ¿En qué puedo servirles? Precisamente hoy puedo enseñarles, y a un precio muy razonable...-

THE MIRACLE; La verdad [HARRY J. POTTER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora