Los minutos transcurrían mientras Sue esperaba, sentada, en la cama de su cuarto de invitados. El corazón no había dejado de bombearle con fuerza desde hacía rato. ¿Qué puñetas se creía que estaba haciendo el idiota de Bowles llevándose a escondidas a Emily? El pie le repicaba contra el suelo y la rodilla le temblaba. No dejaba de pensar en lo cerca que les había encontrado. Casi parecía como si él fuera a besarla. ¿Lo habría hecho si ella no hubiera llegado a tiempo? El estómago se le revolvió.
—Todo esto está pasando porque tú lo empezaste, Sue —dijo una voz.
Ella rodó los ojos. Empezaba a estar acostumbrada a oír la vocecilla de Emily, así que ya no se inquietaba ni sobresaltaba con su presencia. En su lugar, se cruzó de brazos y frunció los labios. La imagen de su amiga no tardó en aparecer, proyectada en el gran espejo que colgaba de la pared junto a la puerta de la entrada. Estaba endemoniadamente preciosa, luciendo el vestido de la fiesta, pero con el cabello suelto.
—Pensé que no aparecerías más por hoy...
—¿Es que me echabas de menos? —le preguntó, burlona.
Sue bufó y Emily sonrió de oreja a oreja, llenando el espacio con el dulce sonido de su risa. Ella cerró los ojos, disfrutando del momento, pues hacía mucho que no la oía reír de ese modo. «Dios, sí que lo había echado de menos», pensó.
—Te he oído —ronroneó Emily, y su reflejo se quedó en cuclillas frente a ella—. Recuerda que soy parte de ti, así que sé lo que piensas.
Gruñó y su amiga rió de nuevo.
—¿Qué quieres que te diga? Es la verdad —añadió, encogiéndose de hombros.
—Podrías no ser tan sincera, para variar.
—Lo haría si con eso te prestara un poquito de mi sinceridad. Creo que te vendría bien ser honesta contigo misma.
—Estoy bien como estoy —renegó, suspirando.
—¿Ah, sí? Pues la última vez que lo comprobé, habías salido corriendo a impedir que Sam intentara cualquier tipo de avance conmigo. ¿No te parece contradictorio? —preguntó Emily, los ojos chispeantes—. Por un lado no dejas de presionar para que me lance a sus brazos, pero por el otro intentas por todos los medios que no estemos juntos.
—Ya lo sé. No es necesario que me lo digas —masculló Sue, tapándose el rostro con las manos.
—Sé que lo sabes. Lo que quiero es que pienses en el motivo que te lleva a hacerlo.
La vergüenza se había adueñado de sus mejillas y la culpa corría a sus anchas por su vientre. Claro que era consciente de lo estúpido que podía parecer lo que estaba haciendo, pero Sue necesitaba algo de oxígeno. Cada vez que estaba junto a ella, la presión la asfixiaba. Sólo quería apartarla un poco, lo justo para poder seguir con su vida. Pero, a su vez, no soportaba la idea de que Emily se entregara a otra persona. «Definitivamente eres horriblemente egoísta, Sue Dickinson», se dijo.
—No quiero que alguien como él te haga daño, me preocupo por ti y...
—Mientes, otra vez —la interrumpió Emily—. Estás celosa.
Emily la observaba con una sonrisa ladeada y Sue tensó los carrillos. El nudo en su garganta no la dejaba respirar.
—No es verdad —carraspeó Sue.
—Claro que lo es —repuso, divertida—. Si las miradas mataran, me temo que el señor Bowles habría fallecido en esa librería.
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Re-Imagined
Romance[COMPLETA] Sue tenía un vacío dentro y cada vez que veía a Emily, su presencia no hacía más que recordarle aquello que había perdido. La había perdido a ella. ¿Y a cambio de qué? Estabilidad, dinero, comodidad... soledad. Versión de los eventos del...