Capítulo 1. Antes de que te vayas

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Notas: ¡Hola! Pretendo que esto sea algo breve, puede que 5-10 capítulos como mucho. La idea tras este fic es ahondar en los sentimientos de Emily y Sue tras el final de la primera temporada y a lo largo de la segunda. Todo, por supuesto, desde mi punto de vista y con algunos cambios que me he tomado la licencia de añadir (por algo es un re-imagined). ¡Espero que os guste!

Mención especial: La idea para este fic la cogí de uno que leí en inglés y que os recomiendo encarecidamente, se llama "It's the goddam fight of my life and you started it" y lo encontraréis en Archive of Our Own. Evidentemente esto no es una traducción, ni se le va a parecer, así que lo podéis leer sin miedo ;)

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El aire le pesaba en los pulmones. Sue recorrió la habitación con la mirada y la respiración enturbiada por sus pensamientos. La sala jamás le había parecido tan vacía y a la vez tan asfixiante. Estaba haciendo lo correcto, ¿verdad? Ella no tenía nada. No, lo más idóneo sería decir que sí que tenía algo: deudas. Un montón de pagos pendientes cortesía de sus parientes, aquellos que no dudaron en abandonarla y dejarla sola. Si tan solo la muerte la hubiera llevado a ella también... Cerró los ojos.

Su alma estaba encallecida por la pérdida, así que no experimentó dolor al recordar las muchas veces que había tenido que despedirse de un ser querido. Ya no. En esos instantes lo que la tenía contra las cuerdas era algo muy distinto. Su presente y futuro se iban a decidir en pocas horas. Y ella era quien se convertiría en víctima y verdugo con un simple: «sí, quiero».

Pero aquello era lo que debía hacer. A fin de cuentas, ¿quién demonios era Sue Gilbert sino una solitaria mujer sin propósito ni beneficio? ¿Qué le esperaba si rechazaba la tentadora oferta que tenía delante? Miseria, solo eso. Para ella y para la vida que crecía en su vientre.

Por supuesto que estaba haciendo lo correcto.

«Entonces, ¿por qué no dejo de sentirme así?», se preguntó, apretando la mano contra su estómago. Notaba un dolor abrasador que la devoraba desde las entrañas. Un abismo tan profundo que temía que, si daba un solo paso en falso, acabaría engulléndola por completo.

No fue hasta que notó el corset cernirse sobre sus costillas que su mente volvió a la realidad. Los ojos hicieron contacto con el espejo del cuarto y pudo ver a la modista ultimando los últimos retoques en su vestido de novia. La mujer estaba tras ella, anudando el trozo de tela en torno a su figura. Le costaba respirar.

—Queda demasiado apretado, ¿verdad? —dijo en un hilo de voz.

—No te preocupes, cariño. Lo dejaré a tu medida —le respondió, el tono dulce—. ¿Se lo has dicho ya a alguien? —continuó, señalando su estómago con la cabeza. Ella negó—. Entonces vamos a procurar que nadie lo descubra.

Asintió despacio, y la vista vagó por su reflejo. Tez ligeramente ovalada y piel pálida, casi tan blanca como su vestido. Era una pieza de ropa exquisita, con una silueta de corte estrecho que contrastaba con sus mangas abullonadas. Aún no se había acicalado el cabello, así que su larga y castaña melena le caía por la espalda en unas ondas gráciles y desenfadadas.

Sin embargo, no sabía quién era la persona que le devolvía la mirada en aquel espejo. No podía reconocerse, no veía nada que pudiera sentir suyo. Y con cada intento de encontrar algo de sí misma sus náuseas aumentaban.

Sólo era un bonito recipiente, tan vacío como su bonito vestido.

—No sé, es que estoy... —murmuró, ladeándose un poco para verse mejor—. Parezco muy... —las palabras se le atragantaron. Las náuseas habían trepado ya por su tráquea.

Re-ImaginedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora