Prólogo

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La memoria es un concepto muy complejo de explicar, lleno de más y más definiciones dentro de ella que solo logran confundir a los que tienen una que es endeble, pero se podría decir que es la capacidad que tiene el cerebro humano para poder retener y almacenar todo tipo de información que adquirimos cada día, cada minuto y cada segundo de nuestra vida.

Tal y como es compleja, se trata de un organismo que es excesivamente frágil, a pesar de no tener una ubicación exacta en el cerebro, sino que usa muchas partes de este, almacenándose allí como si en cada parte de él hubiera un pequeño frasco de cristal reservado para ella, por lo que, un simple golpe en un área cercana o justo en el lugar donde descansa puede llegar a comprometer aquel recipiente perdiendo el procedimiento normal de la memoria.

Codificación, almacenamiento y recuperación.

Si el recipiente que contenía los recuerdos y/o aprendizajes que codificaste se rompe, entonces no puedes recuperarlos en un momento futuro.

Es por eso, que mi problema radicaba en recuperar.

Suspiré fuertemente cerrando mi libreta de notas con respecto a información que encontraba sobre la memoria, el cerebro, hipocampo, entre otras que se relacionan entre sí, la cual, ordenaba y escribía de tal forma que cuando la necesitara fuera fácil de comprender. Escribiendo y buscando datos importantes de mi condición facilitaba las cosas para poder encontrar la forma de recordar mi vida antes de despertar hace dos años en un cuarto oscuro donde apenas entraba la luz por pequeñas rendijas de las esquinas, encadenado y asustado de la desconfianza que desprendía el lugar.

Ni siquiera podía recordar mi nombre.

—¿Izuku? —me volteé un poco sobresaltado, ya que había oscurecido demasiado, la biblioteca estaba oscura y no poseía una tolerancia grande a estar en espacios parecidos al lugar en donde desperté, pero me calmé en cuanto reconocí el rostro de Dabi mirándome desde la puerta abierta de la habitación, con esas marcas moradas debajo de sus ojos y en la mitad de su boca hacia abajo, además de las que se encontraban en sus brazos y tobillos, cocidas como si se tratara de algún tipo de disfraz.

Le sonreí guardando mis cosas en mis bolsillos anchos del pantalón de chándal gris que me quedaba enorme, y volví a meter la camiseta desgastada color blanco dentro del elástico de estos para caminar a paso suave donde se encontraba.

—Dabi-kun, ¿estabas buscándome? —su mano subió hasta caer en mis cabellos desordenados naturalmente, a lo que sentí caricias en cuanto hizo contacto con mi cabeza.

—Siempre lo hago, desapareces todo el tiempo, así como así. —murmuró con ese tono de voz grave que tenía, medio sombrío y medio perezoso, pero pendiente de que se trataba de un pequeño regaño.

—Lamento causar problemas. —susurré bajando la mirada a mis manos apretándose entre sí por los nervios que comenzaron a calar hondo en mi ser, aunque no fue mucho tiempo cuando sentí como exhalaba exageradamente, como si estuviera cansado y ganándose mi atención otra vez.

—¿Qué haré contigo? No los causas, ¿bien? —sus expresiones se suavizaron tanto que hasta parecía que hacía un ligero puchero—, pero intenta avisar dónde estarás para la próxima, Izu-chan. —una pequeña y casi imperceptible sonrisa tiró de una de las comisuras de sus labios haciendo que rápido mi boca copiara esa acción, para luego abalanzarme hacia él oyendo sus quejas, pero no intentando separarse de mí en cuanto me cargó alejándonos de la habitación en la que estábamos.

—Lo haré. —pronuncié con mi cabeza descansando en su hombro, tan frío, pero cómodo para mí.

Aunque diera miedo a primera vista, debido a su apariencia y un poco de la actitud que poseía, Dabi era la única persona que me trataba con tanta suavidad y comprensión en este lugar. No es como si todos fueran malas personas o me trataran mal, pero sospechaba que algo había detrás de la forma excesivamente cariñosa con la que me hablaban, como sarcasmo o falsa preocupación, así que la persona que se encontraba cargándome sin nada de dificultad era lo más cercano que tenía a un amigo, me cuidaba lo suficiente, pendiente de mí en todo momento como si supiera que el hecho de haber perdido la memoria era un tema que me había dejado en un estado de constante miedo y confusión.

Kenbōshō || KatsuDeku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora