IX. Desesperación

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Katsuki

—K-Kacchan-

—Mierda. —un impulso me hizo levantarme de golpe y correr fuera de casa haciendo que la brisa helada de la noche me golpeara en la cara.

Corrí.

Jodidamente, corrí todo lo que pudieran mis piernas.

Tenía que olvidar la sensación que me dejó ese beso, tenía que priorizar la recuperación de Deku por encima de todo lo que pudiera sentir, tenía que hacerme creer que ese beso solo debía quedarse como un error.

—¡Maldición! —grité logrando que mi garganta quemara en medio de eso.

Solo tenía que esperar un poco más.

Solo un poco más.

Y luego...

—¡Kacchan! ¡Kacchan! —me giré para observar una cabellera llena de aquellos rizos verdes que reconocía tan bien y unos brillantes ojos verdes esmeralda que se veían más felices de lo normal.

Estaba haciendo la tarea de inglés justo en ese momento en que la puerta de mi habitación fue abierta de golpe por mi novio que no recuerda ninguna de las putas veces en que le digo que toque antes de entrar.

Suspiré.

—Ya te he dicho mil veces que se toca antes de-

—¡Kacchan! ¡me aceptaron! ¡me aceptaron! —lanzó su mochila a mi cama, aunque sospechaba que en realidad no la apuntó a ninguna parte en específico y sin darme tiempo de reaccionar se lanzó encima de mí para envolverme en un abrazo.

—¡O-oi! ¡cálmate y explícame en qué mierda te aceptaron! —su risa inundó la habitación y relajó todos mis sentidos haciendo que lo acomodara mejor en mis piernas, pero pronto se separó y miró directo hacia mis ojos.

Sus orbes brillaban como si estuvieran todas las putas constelaciones de la galaxia y sus expresiones se mantenían suavemente tensas por su sonrisa que no abandonaba su rostro. Podía notar cómo sus pómulos no dejaban de mantenerse arriba debido a la felicidad que irradiaba.

—Kacchan, aceptaron el crédito que nos faltaba para la casa —rozó nuestras narices mientras hablaba con suavidad, abrí los ojos sorprendido de lo que dijo—. Podremos tener un hogar, Kacchan. Soy muy feliz. —murmuró y no podía estar más de acuerdo con él.

—¿Cómo es que-

Entonces, sus labios se juntaron con los míos y miles de malditos fuegos artificiales pudieron haber explotado dentro de mí en ese instante. La suavidad y el sabor a frutas que sentía cada vez que lo besaba seguían siendo como la primera vez. Lo acerqué a mí dejando de lado finalmente el bolígrafo con el que estaba haciendo la tarea y ajusté mis manos en sus caderas rozando el comienzo de sus firmes glúteos.

Todo podía importarme un carajo si me encontraba besando a Deku, tomando todo lo que él me daba y pidiendo por más. Era el único que podía ponerme a sus pies como un pendejo porque estaba perdidamente enamorado de él.

Y la verdad, no recuerdo cuando empezó a ser así.

Su mano estaba en mi barbilla y la otra acariciaba los cabellos de mi nuca relajándome en el proceso, pero rápido tomé su nuca acercándolo más y haciendo el beso tan profundo como quería, nuestras lenguas se juntaron creando un caos dentro de su boca logrando que pudiera escuchar uno de sus hermosos gemidos, sonreí como de costumbre luego de eso y mordí su labio.

—Kacchan, eso duele. —murmuró entre susurros, pero sin dejar el tono de queja ante la mordida.

Tal vez, me lo ha dicho muchas veces, pero en medio del ambiente caliente se termina olvidando de que le duele.

Kenbōshō || KatsuDeku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora