Katsuki
—¿Se durmió? —dijo el cargador portátil en cuanto llegué a la cocina, estando de espaldas mientras lavaba los platos, bufé.
¿Cuándo se hizo así de perceptivo?
—No, pero pronto lo hará. Se veía como si no hubiera dormido ni un puto segundo en todos estos días, además, las veces que duermo un poco despierto escuchándolo murmurar, a pesar de que me lo niegue todas las malditas veces que quiera —suspiré guardando algunos utensilios que ya estaban secos—. Cree que soy estúpido. —rió.
—Lo eres, pero también lo conoces mejor que nadie. —lo miré con mi mejor mirada asesina, la cual, no hizo el efecto que deseaba, decidí mirar a un lado para evitar que viera cualquier estúpido rastro de debilidad en mi cara.
—¿Cómo mierda no lo iba a conocer? Pasé toda mi puta vida siendo perseguido por ese idiota, como si fuera un maldito perrito perdido y como el nerd acosador que es —bufé otra vez—. Nunca entenderé ese afán suyo de seguirme a todos lados y con ese ridículo apodo: Kacchan esto, Kacchan lo otro, Kacchan-
¡Kacchan, genial!
¡Eres asombroso, Kacchan!
¡Quisiera ser tan genial como Kacchan!
¡Kacchan!
—En el fondo, volver a esos tiempos es lo que quieres, ¿no? —apreté los puños, los apreté tanto que el hecho de que lo hiciera no surtió efecto porque las explosiones crepitaron por dos segundos sin parar haciendo que Eijirou viniera corriendo del baño porque traía la toalla de manos en su hombro.
—Oh, pensé que... —escuché su tono rasposo.
Claro, maldito bastardo sensible.
—¿Te sientes mejor, Eiji? —el delantal negro yacía doblado en la pequeña isla de la cocina y Denki se acercó al pelo de mierda para tomar sus mejillas, como si no quisiera que mirara hacia otro lado que no fuera él.
—Sí, mejor. —una sonrisa triste, de esas mierdas que me daba cuando lo llamaba borracho porque no podía ir solo a casa y la razón por la que dejé ese estúpido mal hábito también, sisee ganándome su atención.
—Deja de mentir, pelo de mierda, si te sientes mal, dilo y ya, ¿cuál es el puto problema? —el maldito de su novio se giró a mirarme con una intensidad que reconocía como la forma en que se preparaba para decir algo motivacional para hacerme sentir mejor—. Deja de mirarme como si te diera pena, maldición. Estoy bien, ¿qué mierda quieres? —él suspiró.
—Si te sientes mal, también debes decirlo, Katsuki. Sentirte mal está bien, se va a solucionar. —me sonrió y cuando se acercó a acariciar mi cabello no lo detuve, solo miré hacia otro lado que no estuvieran esos dos, sus miradas seguro que me harían quebrarme y no pensaba hacerlo delante de estos extras, mucho menos en el mismo lugar donde estaba Deku.
Debía mantenerme fuerte.
💥💥💥
Las duchas largas no eran mi fuerte, prefería demorarme lo justo y necesario debajo de la regadera, pero solía tomar una ducha muchas veces a la semana. Siempre era peligroso mantener mucho tiempo el sudor en mi cuerpo, conociéndome en un segundo podía llegar a enojarme más de la cuenta y no controlar el reflejo de hacer explotar la nitroglicerina que hubiera, por mis precauciones se reducía a un pequeño crepitar de vez en cuando en mis manos.
Todas las malditas cosas se convertían en un arma cuando las rozaba, tazas, platos, utensilios, ropa, sábanas, mesas, sillas, incluso, en su tiempo, el inútil de Izuku.
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Kenbōshō || KatsuDeku ||
FanficLa única cosa que Izuku tenía claro es que un día despertó en un cuarto oscuro, encadenado y sin recordar tan siquiera su nombre. Luego de un año lleno de estudios sobre su memoria en un lugar que se hizo su hogar, hubo un ataque repentino que amena...