4. Promesa

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—Eso no p-puede ser, ¡no p-puede ser! —dije mientras negaba varias veces con la cabeza.

Había cosas que me costaba comprender aún y sabía que el hecho de haber perdido la memoria dejaba espacio a darme sorpresas por lo que era mi vida antes, pasó un año desde que sucedió todo eso, cosas cambiaron, ya lo sabía, pero la magnitud de las cosas que me estaban contando no podía ser cierto.

No podía ser que las personas que consideraba mis amigos fueran villanos, no fueran nada de lo que me habían dicho, que las personas que veía todo el tiempo por la clínica eran secuestradas y obligadas a estar allí para quitarles sus dones, no podían haberme mentido, ¿no es así?

Shigaraki y Dabi no fueron los que me causaron la pérdida de memoria y se aprovecharon de eso.

Definitivamente, no puede ser cierto.

Hay cosas que uno no puede fingir, estaba muy seguro de que Dabi no era el tipo de persona que se prestaría para algo como eso, esa es la razón por la que pregunté si tenían completa seguridad de lo que estaban diciéndome, si había pruebas, testigos, algo que pudiera hacer que mi mente sacara la media sonrisa que me mostraba mi amigo de mi cabeza para poder verlo como me lo estaban pintando.

—M-Midoriya-san, debe calmarse un poco, todo lo que le digo es cierto y con todo gusto le vamos a entregar todas las pruebas que necesites, pero, por ahora, sería mejor que pudiera conversar con alguien más cercano a usted —asentí un poco, respiré hondo varias veces, seguro que se refería a Katsuki-kun, afortunadamente, su presencia a pesar de ser imponente me hacía sentir seguro, como casa, aun cuando mi corazón latiera tan rápido en su presencia, me mantenía relajado que estuviera cerca, por eso le creí de inmediato cuando mencionó que éramos amigos de la infancia—. All Might, pasa.

Subí la mirada hacia la puerta que se abrió bastante rápido para mostrar a un hombre más o menos mayor algo agitado, apariencia desastrosa, rostro muy delgado, cabellos rubios desordenados y cayendo sobre sus hombros huesudos, es más, a pesar de estar usando ropa ancha, podía ver que toda su figura era, incluso, mucho más delgada que la mía.

Sus brillantes y acuosos ojos azules se encontraron con los míos provocando un fuerte y fugaz dolor en mi nuca.

—¡Joven Izuku! Dios, estás a-aquí realmente —se acercaba rápido, un par de latidos más me hicieron quejarme y apretar las sabanas de la cama con un puño—. ¡J-Joven Izuku! ¡¿estás bien?! —el toque de su menuda mano en mis cabellos se sintió cálido, además de su voz, grave, pero extremadamente relajante, mis músculos lograron destensarse haciendo que el dolor disminuyera.

—Estará bien, All Might, luego vendré para hacerte un par de exámenes más y podrás ir a tu casa, ¿bien? —asentí sin quitar mis ojos del hombre nuevo, pero familiar de una forma extraña—. En unos momentos vendrá Bakugou-san, Midoriya-san, no te preocupes, te dejo en buenas manos. —y se fue dejando un extenso silencio desde el momento en que la puerta se cerró.

¡Porque yo estoy aquí!

Suspiré reconociendo su voz en uno de esos recuerdos sueltos que volvían y se iban en mi cabeza hasta que...

—¡Mira maldito mocoso! ¡tú conoces a All Might! ¡dime dónde lo escondieron y dame el One for All si no quieres morir aquí mismo! —temblé nuevamente perdiendo las fuerzas para mantenerme en mis rodillas, pero no podía hacer más que suplicar piedad.

—N-no recuerdo n-nada de eso, por favor, p-por f-favor, déjenme ir. ¡No sé nada de lo que me e-están preguntando! —las lágrimas tenían mis mejillas frías y húmedas, casi no podía ver oscilando entre la inconsciencia y el dolor, poco hacía para mantenerme despierto porque sabía que no soñaba, aun cuando llevaba días aquí mi cordura seguía rígida, tanto como el tronco de un viejo árbol sagrado—. ¡N-no puedo decirte algo que no sé! N-no recuerdo nada, no lo sé, p-por favor ya no me g-golpeen, n-no entiendo nada de e-esto, ¡yo no soy su objetivo! —su rostro se comprimió más por la rabia, sabía que no debí gritar, mis piernas comenzaron a temblar sabiendo lo que había provocado.

Kenbōshō || KatsuDeku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora