CONFRONTACIÓN

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PERCY

Intente conciliar el sueño... intente. Daba vueltas en mi cama, en parte por el nerviosismo de ver a mi Annabeth. Escuché la llamada para la cena, pero decidí no cenar ya que estaba demasiado ansioso. Así que decidí levantarme y tomar una ducha para relajarme, la sensación del agua me ayudo a despejar mi mente y enfocarme. Cerré la ducha y comencé a vestirme cuando de pronto sentí ruidos en la habitación, no me pareció tan extraño ya que mis amigos y aún más Annabeth solían entrar en mi cabaña, pero los sonidos que escuchaba eran de besos y forcejeo, decidí salir del baño y ver lo que estaba pasando. La puerta estaba abierta, y en mi cama estaba una pareja a los besos.

—¡Qué demonios! —era Annabeth, encima de ella está un tipejo no más grande que yo, con los ojos muy similares a los míos, con el cabello largos, de un color negro intenso, no era demasiado fornido, era más bien escuálido, pero era de buen parecer.

—¡P... Percy! yo... —dijo mientras se abrochaba la camisa y arreglaba su cabello rubio y alborotado. Solo podía sentir como la ira crecía dentro de mí, yo apretaba los puños solo como una excusa para no descontrolarme y asesinar al sujeto, el cual me miraba con una cara burlesca, como disfrutando de la escena.

—¿¡Quién demonios eres tú!? —le pregunte al borde la locura, podía sentir como la tierra temblaba debajo de mis pies.

—¡Soy Mark hijo de Poseidón! ¡Qué haces en mi cabaña, y peor aun interrumpiendo este momento con MI NOVIA! —sus palabras me hicieron bajar mi defensa, no esperaba esto, mejor dicho, no merecía esto.

—¿Tu qué? —pregunte estupefacto mirando a Annabeth con decepción. Annabeth intento hablar, pero me adelanté.

—¡Cállate! —le dije dándole una mirada que contenía toda mi furia, pero a la vez mi dolor. Ella se estremeció temblando de miedo.

—¡Mi novia! ¿Eres sordo o qué? ¡Ahora lárgate antes que te de una paliza por interrumpir! —me dijo mientras tomaba por la cintura a Annabeth que ni siquiera intento zafarse de su agarre y eso fue la gota que derramo el vaso.

Corrí con todo hacia ellos y los agarré del cuello y los lance fuera de mi cabaña, yo estaba temblando de rabia. Cayeron unos metros más atrás llenos de polvo mientras tosían tratando de respirar. Estaba cegado por la rabia que la tierra empezó a abrirse dentro de mi cabaña abriéndola en dos. Para todo esto el terremoto alerto al resto de los campistas junto con Quirón y Dionisio los cuales se agruparon un poco lejos de nosotros con terror en sus ojos, pero no intervinieron. Salí de mi cabaña mientras Mark saco su espada, era una espada de bronce celestial con un mango de plata y un tridente en la empuñadura de color turquesa. Annabeth tosía con furia, sabía que no sería capaz de hacerme frente.

—¡Maldito bastardo! Como te atreves —el gritó convocando una pared de agua y enviándola directo a mí.

Mi respiración era acelerada, esto no podía estar pasándome a mí, la ira me estaba invadiendo, pero a la vez sentía un inmenso dolor, mi corazón se había roto, en mil pedazos, la mujer que tanto ame, aquella por la cual salte al tártaro, aquella por la cual he rechazado la divinidad me había engañado. Una lágrima solitaria salió de mis ojos y se deslizo suavemente como si fuera directo de mi corazón. Mientras caía cerré mis ojos, mil imágenes me invadieron en ese instante, nuestra primera misión, nuestro primer beso cuando pensé que iba a morir, mi regreso de Oggya, yo rechazando la divinidad, nuestro beso dentro del agua. Abrí los ojos con determinación y furia y grité.

—Yo soy Percy Jackson. Eso es todo lo que necesitas saber —con mi mano redirigí la ola para estampar a Mark contra un árbol furiosamente.

—¡Percy no...! —gritó Annabeth. —¡No te atrevas a mencionar mi nombra nunca más! ¿Lo has entendido? Zorra. —el campamento estaba absorto viendo el espectáculo. Algunos se alejaban más por precaución, mientras que Quirón y Dionisio decidieron no interrumpir pues pudo ver el dolor y la decepción de mis ojos. Saqué mi espalda y lentamente camine hacia Mark, el cual se levantó tambaleante y empezó a correr hacia para atacarme, levanté mi espada para bloquear su ataque, luego ataque hacia un costado y logró evadir mi golpe, el dio una estocada directa apuntando a mi pecho, pero logre evitarla y aproveche mi oportunidad y arremetí contra su costado haciéndole un profundo corte en las costillas, el grito de dolor mientras se retiraba haciendo presión sobre su herida. Convoqué otra ola para estrellarlo contra un árbol y él se quedó tendido al borde de la inconsciencia. Annabeth corrió hacia él para ayudarlo, eso me lleno de rabia aún más y convoque una ola y la empuje hacia un costado revolcándola en el suelo provocando rasguños y alguna que otra herida. Quedó fuera de combate.

El uno para el otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora