PERCY
—Yo... te conozco —escuché el susurro de su voz. No abrió los ojos, su voz sonaba cansada y se quebraba. Me asusté porque entendí que era la opresión que sentía que me estaba poniendo un poco ansioso. Era el tratando de percibir mis emociones. Pero tenía el muro fruto de mi entrenamiento con Ananké para cualquier clase de ataque a nivel mental y emocional.
—No... no lo creo —titubeé y ahí fue donde sabía que había perdido. El extendió su mano lentamente para entrar en contacto con la mía. Solo fue un sencillo roce, pero fue suficiente. Abrió sus ojos con dificultad, estaba muy debilitado.
—Percy... —susurró y podía ver que sus ojos estaban llorosos, era uno de esos momentos que quería que llegasen, pero a la vez me sentía temeroso.
—Grover —tomé su mano con fuerza, no recuerdo cuantas veces fue su mano la que me ayudaba a ponerme de pie luego de una paliza o cuando me golpeaban en la escuela.
—¿Cómo es posible? —sus lágrimas corrían directo a las sábanas de la cama. Podía sentir su pulso acelerarse, no soltaba mi mano, sino que la apretaba con fuerza.
—Es una larga historia —suspiré mientras me retiraba la capucha, chasqueé mis dedos para mostrarle mi viejo aspecto.
—Estoy seguro que si —trataba de moverse, pero no era recomendable, por lo que puse mi mano sobre su hombro para que se quedara quieto.
—Debes descansar —le rogué, pero era obstinado.
—Ya habrá tiempo para eso cuando este muerto —sonrió dolorosamente.
—Buscaré a Silena para que te de algo para dormir, necesitas descansar —no dejó ir mi mano.
—Te busque, so pretexto de mi búsqueda de semidioses —contaba con que haría eso, pero siempre estuve huyendo y luego deje de estar en la tierra.
—Lo siento —no me gustaba pensar que había estado tan preocupado por mí.
—¿Ha sido duro cierto? —sabía lo que cada palabra significaba, cerré mis ojos por un momento, mi pulsera vibraba y supongo que pudo sentirlo también, en mi mente todo se redibujaba, todo era nuevamente claro, todo estaba tan fresco, tan real. —Se que cargas con un gran dolor —un par de lágrimas salieron de mi ojos, me sentía impotente de no poder contenerlas, el recuerdo de todas las vivencias me embargo y sentí que mi hombro me empezaba a gritar que nunca desaparecería.
—Mucho —el asintió y nos quedamos en silencio, no sé por cuanto tiempo, pero no soltó mi mano y solo lloramos, lloramos como nunca lo habíamos hecho, él nunca se quejó de recibir las palizas por mí, siempre dijo que lo haría una y mil veces de ser necesario porque es lo que lo amigos hacían unos por otros. Aprendí que a no quejarme tampoco y soportar el dolor en mi interior. La noche estaba avanzando y no sabía ni qué hora era o lo que estaba pasando afuera.
—Aun puedo sentir un poco —se disculpó un poco secándose las lágrimas que aún tenía corriendo por las mejillas. —Sally... —cuando dijo el nombre de mi madre me emocioné, siempre dijo que le amaba como un hijo.
—También lo sé —el asintió y luego saco algo de debajo su peto de cuero que estaba un poco destruido.
—Sally, ella, ella me dejó algo para ti —sentí nostalgia de lo que me pudiera entregar. —Debes tenerlo —me entregó una bolsa sellada. Se veía como si fuera una carta y tenía alguna clase de objeto también
—¿Ella sabía sobre lo que me paso? —cerró los ojos en afirmación.
—Se lo dijo Annabeth una vez que la encontró —me dolió el corazón, no debió decírselo. No quería que mi madre viviera sufriendo sabiendo que yo estaba desterrado.
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El uno para el otro
AdventurePercy es traicionado por Annabeth y es exiliado y olvidado. Piper se enfrenta a la decepción amorosa, enojada y herida, deja el campamento Júpiter, y encuentra a un Percy moribundo. Caos acude en su ayuda y les ofrece una nueva vida, la oportunidad...