TAN SOLO UN AÑO II

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BECKENDORF

Gracias a Caos que me envió ayuda con la forja y nada menos que Tyson. Su ayuda es invaluable, así como ser guerrero fuerte y mucho más alto de lo normal. La llegada de Tyson hizo que nuestra producción de armas fuera más ágil puesto que no había muchos hijos de Hefesto en el ejército, mi padre no era tan "infiel" como otros, así que nuestro número se reducía a unos pocos, pero Tyson es increíble en la forja de armas, no solo tenía habilidad para hacer las armas, sino que los ciclopes poseían habilidad para agregarle poderes a las armas, así que eso tenía sus ventajas, sobre todo porque Caos aun no me había enseñado como hacer armas con agregados mágicos. No eran grandes poderes, pero servían para algunos soldados sobresalientes que iban escalando de rango. No necesitaba tener un segundo al mando, ya que Tyson cumplía ese papel, es un tipo honesto y sincero y al igual que Percy: leal, así que no hay mucho de qué preocuparse cuando él se queda a cargo.

Mi entrenamiento con Aether fue mejorando progresivamente, el uso de la espada y las técnicas de esgrima se me daban bien, porque papá es un dios que usa espada para combatir así que es algo que heredamos naturalmente, aunque no en la dimensión de los hijos de Ares y mucho menos de Poseidón, quien es sin duda el mejor espadachín del Olimpo. La bendición de Aether me había vuelto más ágil y mi mente trabajaba más rápido en cuestiones de estrategia. Así como también los muchachos de mi tropa tenían mucha fortaleza física. Aether también me dio clases de estrategia, puesto que nuestro deber era romper la primera línea en cualquier batalla, luego los demás se encargarían de ayudarnos.

A veces estrenábamos con el grupo de Silena y otras veces solo Silena y yo teníamos entrenamientos con Hemera y Aether, fue increíble el grado de entendimiento que lográbamos cuando entrenábamos juntos. Estar juntos es algo que siempre quise para nosotros, pero que no duro mucho tiempo mientras estuvimos en la tierra. En los Elíseos era distinto, a pesar que era un paraíso y todo era paz y tranquilidad, no era la tierra y no estábamos con nuestros amigos para compartir nuestras alegrías, tal vez por eso al final tomamos la opción de Percy y decidimos volver para poder tener nuestra segunda oportunidad. Ahora que éramos inmortales ya nada podría impedir que disfrutáramos de estar juntos. De vez en cuando viene a mi memoria los días que pasamos juntos cuando vivíamos en el campamento, mentiría si digo que no deseo regresar pronto. Pero también hay recuerdos que no quisiera tener que guardar en mi memoria, como el día en que sin saber cuánto dolor traería a la vida de Silena fui a esa misión. Ya no hablamos de eso, pero sé que tal vez ella también recuerda ese día. Y sin saberlo siento algo de culpa, aunque sé que sin mi muerte tal vez Percy no habría logrado escapar y habríamos perdido la guerra.

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Era un día soleado, la tensión se podía respirar en el aire, nada era cierto, todo se veía sospechoso, todo tenía que ser visto con sumo cuidado, la vigilancia del campamento era extrema, no podíamos arriesgarnos a perder más compañeros semidioses. Quirón me había pedido que en su momento fuera a buscar a Percy, quien se encontraba en casa de su mamá. Quirón me indico que teníamos una misión: Volar el Princesa Andrómeda, era de vital importancia que nuestra misión tuviera éxito para retrasar los planes del enemigo. Silena estaba un poco preocupada por esta misión... parecía sencillo, plantar explosivos en la embarcación y luego salir de allí lo suficientemente rápido como para no morir en pedazos. Pero para Silena esta misión tenía algo que hacía que perdiera la cordura y que cuando hablábamos sobre eso se pusiera a llorar desconsoladamente. Y eso me preocupaba aún más...

La noche anterior le dije a Silena que quería pasar la noche conmigo, quería pasar tiempo con ella, las cosas estaban muy tensas, aun entre nosotros, así que decidí que sería mejor salir de entre la multitud, así que la lleve al lugar donde sé que nadie podría meter sus narices: la forja de mi cabaña. Los chicos no molestarían y nadie nos buscaría allí. Ella vino de buena gana, pero la soledad del lugar empezó a hacer su trabajo sobre el estado de ánimo de Lena. Ella tal vez no sabe la capacidad que tiene sobre mí de romper mis esquemas y ablandar mi aparente dureza y falta de tacto.

El uno para el otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora