DESPERTANDO

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PERCY

No sé cuánto tiempo paso entre que me quedé inconsciente y cuando empecé a recuperar la capacidad de oír. Me sentía aturdido, un zumbido en los oídos que me explotaba la cabeza. Los parpados me pesaban y mi boca estaba seca. Mover mis brazos se sentía como un trabajado cansador. Suspire mientras tomaba fuerzas para poder terminar de despertar y abrir mis ojos. Una tos repentina me hizo entrar en la realidad de mi condición, un dolor que me hizo arrepentirme de haber despertado.

Cuando por fin pude abrir mis ojos, vi una realidad que no conocía y mucho menos recordaba. ¿Qué hago yo en una tienda? al parecer estaba solo. Había una pequeña fogata con brasas calientes, por mi respiración era claro que afuera hacía frío. Miré de reojo mi pecho y estaba vendado completamente. Sentía que iba a ser todo un desafío poder levantarme. Metí mi mano a mi bolsillo y afortunadamente encontré mi fiel espada.

—¿Hola? —dije para ver si había alguien. No hubo ninguna respuesta, así que decidí salir de la cama a pesar de que eso me costará el tiempo que tomará. Sentí que se me removía el pecho y las punzadas sobre mis pulmones me dejo sin aire. Definitivamente aún no estaba preparado para levantarme. Me quede sentado recuperando el aliento.

Nunca llegué a salir porque de repente empecé a escuchar pasos acercándose, instintivamente metí la mano en el bolsillo. Pero lo que vi, no fue nada de lo que esperaba ni por casualidad ver alguna vez.

—¿Piper? —pregunte asombrado por la inesperada presencia de Piper. Estaba más perdido que al comienzo, empecé a creer que estaba en el campamento Júpiter a salvo. Cuando me miro, los leños que tenía en las manos se cayeron y una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

—¡Percy! despertaste, al fin —me dijo mientras corría hacia donde yo estaba y se sentó a mi lado empezando a revisar el vendaje

—¿Cómo es que tú? quiero decir ¿dónde estoy? ¿estamos en el campamento Júpiter? —sentí que la había llenado de preguntas, pero cuando mencioné el campamento hizo una mueca desagradable, por lo que seguramente no estábamos allí.

—Tranquilo, tómalo con calma —puso su mano sobre la mía, me dio un poco de vergüenza estar con el torso desnudo delante de ella y creo que se percató de esa realidad por rápidamente retiro su mano de la mía.

—¿Que... que haces aquí? ¿Qué hago yo aquí? ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? ¿Dónde estamos? —torpemente reformulé las preguntas para que no fuera incomodo el momento.

—Vamos en orden —dijo con gracia. —Primero, gracias por alegrarte tanto de que estoy aquí —dijo con sarcasmo mientras ponía un rostro de falso dolor.

—Oh no, no es eso, claro que me alegra verte —yo dije inocentemente.

—Bueno, yo te estoy cuidando, vi cuando fuiste atacado por los perros del infierno en ese acantilado —dijo tranquilamente, entonces como un flash empecé a recordar lo sucedido.

—Gracias, gracias por cuidar de mi —le dije buscando su mirada, cuando vi sus ojos me quedé asombrado, pude ver como sus ojos cambiaron de color, era un espectáculo a la vista, cambiaron de un azul cielo al verde más hermoso que yo haya visto alguna vez.

—Respondiendo a tus otras preguntas, estamos en una tienda que ha sido nuestro refugio —dijo con seriedad. La sola idea de que esto se acabara y tuviera que ser nuevamente perseguido, me aterraba. —Has estado 3 días inconsciente y en cuanto a donde estamos, seguimos en el lago donde perdiste la conciencia —termino de hablar mientras se levantaba para recoger los leños caídos y los acomodaba —¿Entonces qué quieres desayunar? —me preguntó mientras yo revisaba la tienda donde estábamos. Era amplia, había dos camas una mesa llena de implemento de curación que supuse habían sido para tratarme.

El uno para el otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora