3 - Cafés, armarios y besos

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Otro más, espero que os guste.

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Amelia y Luisita estaban frente a frente en una mesa pequeñita de la cafetería, los bolsos y chaquetas ocupaban cada cual una silla al lado de ellas. Una chica que tenía una cara de pocos amigos les tomo la orden y las dejo solas otra vez.

-Entonces decidí salir un poco de Chamberí sabes, por más de todo lo que amo aquel lugar, la gente cotilla ya me estaba dando nervios. Y no solamente hablo por mí eh, que digo por todos. Que cuando estaba ayudando a mi abuelo en el bar siempre escuchaba las marujas del barrio y me ponía... uff.

Amelia reía da las ocurrencias de Luisita y pensó que podría pasar todo el día escuchándola hablar. – Y tu Amelia, me dijo que viniste de Zaragoza. ¿Hace mucho?

-La verdad es que a Madrid hace casi un año, pero antes vivía en Barcelona. Allí es donde me gradué y me torne la persona que soy hoy. – Luisita asentía, tomando un sorbo del cappuccino que había ordenado. – Dices que Chamberí hay gente cotilla, pues Zaragoza es un lugar exactamente así. Solo que toda la ciudad se conoce, mi padre tiene un lagar y es un hombre respetado en la comunidad y mi madre es la secretaria de la parroquia aquí que, puedes imaginar lo escándalo que fue cuando salí del armario.

- ¿Tus padres no te apoyan?

- No, para nada, todo lo contrario. Mi madre llevó un poco más de tiempo, pero mi padre siempre estuvo a mi lado, y me dijo que la verdad no estaba para nada sorpreso. – Luisita soltó una carcajada y Amelia no tuvo opción que juntarse a ella.

- ¿Sabes que mi hermana me dijo lo mismo?

- ¿En serio?

- Sí, sí, me dijo: Luisi hija, que tu era bollerita desde que mamá y papá te trajeron a casa.

- Ah ¿Eres adoptada?

- Sí. La verdad es que mi madre biológica y mi madre eran como uña y carne sabes, amigas de toda la vida, y cuando mi mamá se murió dejo documentos para que me quedase con Manolita y su esposo Marcelino, que eran mis padrinos.

- Que increíble eso.

- Pues sí. – Luisita tenía una sonrisa inquebrantable. – soy muy grata de tenerlos en mi vida la verdad.

- ¿Y tu padre biológico?

-Nunca lo conocí, desapareció cuando mi mama se quedo embarazada.

-Que cabrón. ¿Y cuantos años tenía cuando pasó todo esto de la adopción?

- Dos y algunos días, me madre se recuerda con precisión, pero yo...

Otra carcajada, pero por parte de Amelia. Luisita se quedaba embobada mirando sus ojos brillosos y su voz melódica inundando toda la cafetería.

- ¿Entonces dejaste a Zaragoza por ser lesbiana?

- No exactamente, pero esa fue la principal razón, a diez años atrás, la gente de aquel lugar aún no estaba preparada para dejar que las personas sean felices y ya. No que ahora las cosas han cambiado mucho, pero ya no esta tan bien visto hablar alto y claro sabe. Pero hay personas que no cambian, no maduran, hay que meterse, que señalar las personas, que hacerlos la vida imposible. Hoy en día, cuando visito a mis padres con alguna novia, no me escondo, para nada. Pero la gente mira, habla por debajo. Pero no voy a meterme en un armario para agradar a terceros, hay mucho polvo y yo soy alérgica sabes. – Otra risa de Luisita, una tan fuerte que algunos pares de ojos las miraban.

- Ay Amelia...

"Que bien suena tu risa" pensó Amelia para sus adentros. Que guapa es Luisita.

Como te veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora