10 - Futuro

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A ver qué os parece este final...

X

-No hay razón para que vivamos aquí Luisita, no hay espacio para mis cosas y mi casa está cerca de la redacción, sabes que tengo que estar pendiente de la revista.

-Amelia que tenéis un puto coche, qué diferencia hay venir acá. Mi casa está perfectamente localizada Amelia.

-Pues bien, dicho, TU casa Luisita. No quiero vivir en tu casa. Quiero vivir en nuestra casa y tú eres muy individualista con tus cosas. – La morena le señalaba con el dedo índice.

-Ah pues yo sí puedo vivir en tu casa ¿no? Claro Amelia. Y voy a fingir que no le he entendido que me llamabas egoísta.

-Luisa mi casa es preparada para mi trabajo, ten un lugar para que pueda hacer mi trabajo, colgar mis fotografías. Y no te llame egoísta sino INDIVIDUALISTA.

-Tenéis la redacción con una sala exclusiva a fotografías Amelia, no necesita un puto estudio en casa. – Luisita se ponía cada vez más nerviosa ante las negativas de Amelia.

-Pero me gusta separar las cosas Luisa. Mis proyectos personales no son de la revista. – Para Amelia era obvio las conclusiones que sacaba, en su casa había espacio para todo que tenía, y seguro para todo que Luisita quisiera traer.

-Amelia esa conversación no va a ningún sitio la verdad. Me voy que me está haciendo tarde. – La rubia sabía que cuando su novia se ponía así no había quién la sacase del sitio.

-Ciao. – Contestó Amelia enfadada.

-Te quiero. – Luisita le dejó un beso rápido sobre los labios.

-Yo también te quiero. – Respondió de mala gana pero le correspondiendo el beso.

*

-Bueno, ¿creo que hemos encontrado la solución intermedia no?

-Pues sí. Muy buena solución.

Amelia y Luisita estaban desnudas en el suelo de un departamento muy amplio, con piso brillante, iluminación natural divina, una habitación enorme con baño y tina incluida, dos habitaciones más para sus respetivos escritorios y un balcón grande lo suficiente para hacer una barbacoa.

-Anda Amelia, vístete que tenemos que finalizar el contracto y poner las cosas que no vamos a necesitar a venta.

-Oye amor. – Amelia subiendo las bragas y los pantalones de una sola vez gritaba desde el salón a Luisita que estaba lavándose las manos. – ¿Y si con el dinero de la venda de todas esas cosas que tenemos en doble nos vamos de viaje a algún lado?

Se acerco a la rubia en el lavabo. – Anda. Muy buena idea cariño. Mi hermana María quiere ir a la playa, ya sabes, antes de...

-Ah sí. Pues podemos ir con ellos ¿no?

-Voy hablar con ella, y buscar un AIRBNB.

*

-Amor estoy agotada. Odio las mudanzas. ODIO.

-Y yo mi vida. Muerta.

El timbre levanto a Luisita en un salto. – LA CENA

-Trae que me muero de hambre.

Luisita en el suelo, empezando su segunda hamburguesa le parecía a Amelia la imagen más tierna en el mundo. Estaban en su primera noche en su casa, la casa de ambas, no la de Amelia ni la de Luisita, la casa de Luisita y Amelia. Las paredes aún estaban vacías, pintadas de blanco y había cajas por todo el pasillo, solo habían puesto la cama y el sofá en lugar, el servicio de TV y Internet estaba retrasado, y el fontanero para cambiar el grifo del fregadero solo estaría disponible en la mañana siguiente. Pero aun así estaban en su mejor lugar, y en su mejor momento.

Como te veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora