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¡Eres un enfermo!

Las palabras habían salido tan terriblemente, pero el grito de dolor que había venido es lo que causaba las lágrimas del pequeño Shoto. Su hermana lo sostenía en brazos mientras intentaba por todos los medios que no gritara y llamara la atención. A su lado, Natsuo se asomaba por la pequeña línea de la puerta y le susurraba a Fuyumi lo que estaba ocurriendo.

Aquella fría tarde, sólo los ojos de Natsuo Todoroki habían visto la furia con que su padre había golpeado a su hermano mayor. Pero los gritos perseguirian a los tres hermanos por el resto de sus vidas.

Shoto se despertó agitado, le faltaba el aire mientras gritaba el nombre de su hermana mayor.

Intentó que su respiración se normalizará y cerró los ojos un segundo.

—Todo está bien, ya no estas con ellos, ya no te vigilan.

Ojalá esa mentira hubiera sido real.

Cuando intentó volver a dormir, otro lejano recuerdo atacó su mente.

—¡Mami!

Su madre, sentda en el jardín lo ignoraba a propósito, pero Shoto no era más que un niño y no comprendía el significado de aquellas acciones por parte de la mujer.

—Touya me hizo un dibujo—. Shoto mostró emocionado su hoja de papel, donde estaba toda la familia feliz

Que maldita mentira.

—Ve a otra parte—. Lo quiso correr la mujer

—¡Hice un amigo en la escuela!— Le siguió contando el niño—. Y me dio un beso aquí.

El niño se señaló la mejilla con una gran sonrisa.

Asqueada, la mujer le soltó una bofetada.

—Maldito sucio.

Ella lo había tomado del brazo con fuerza y arrastrado hasta el interior de la casa con furia.

—No eres más que una decepción, igual que tus inútiles hermanos.

Shoto sólo tenía siete, no sabía que significaba ser una decepción.

—Si iba a tener a un maldito maricon de hijo, te hubiera dejado abandonado—. Dijó su madre.

Y recordaba el dolor del agua caliente en su rostro, fue tan fuerte que aquel niño se había desmayado entre gritos y lloriqueos.

—¡Alejate de mi!

Se levantó de nuevo, exaltado.

No pasó mucho para que alguien tocará la puerta de su cuarto con insistencia.

—Bastardo, ¿que diablos pasa? No dejas dormir a nadie—. Le reclamó la voz de Bakugou.

Todoroki se levantó para abrir la puerta y detrás de esta estaba un Bakugou muy cabreado. Tenía el pelo rubio revuelto, llevaba los shorts de pijama y no traía puesta una camiseta.

—Perdona Bakugou, haré menos ruido

—Son las cuatro de la mañana, se más conciderado

—Si.

Él rubio se iba a ir, pero lo pensó mejor y terminó entrando a la habitación. Se recostó y se cubrió con la manta.

—¿Que haces?—. Todoroki estaba rojo, aunque por la oscuridad no era nada notorio

—Me aseguro de que duermas como una persona normal, cierra la puerta y callate ya.

Shoto cerró la puerta y camino lentamente hasta la cama, estando ahí, Bakugou estiró el brazo y lo atrajo hacia él.

Cam BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora