"Qué gusto encontrarte de nuevo, Bastet", sonríe el director de la Resistencia, levantándose de su asiento para recibirla con parsimonia. Se trata de un hombre de rostro escamado y ojos amarillos que luce familiar. Éste le señala un asiento frente al escritorio, pero Bastet es incapaz de moverse del umbral de la puerta.
"¿De dónde me conoce?", pregunta desorientada.
El hombre sonríe para sí mismo, y asiente. "Solía cubrirme el rostro en ese entonces, cuando vivía en El Cairo."
"Señor Serpiente...", musita Bastet, recordando vagamente las tardes con su amigo de la infancia, el encantador de serpientes que conoció en el mercado.
Bastet sonríe involuntariamente, hasta que se dibuja la última imagen de él tratando de huir en el desierto, entonces esa sonrisa se desvanece.
El director le sonríe e insiste en que se siente para poder charlar. Bastet sigue la indicación y mira a su alrededor, observando los títulos y las fotografías colgadas en la pared, reconociendo con sorpresa una de su autoría.
"Esa... estuvo en mí exhibición hace unos días", señala atónita.
"Yo estuve ahí", afirma el director. Bastet trata de hacer memoria, pero apenas recuerda los rostros de los reporteros que le hacían preguntas durante el evento.
Se trataba del "retrato" de su amigo Dominic, aquel donde estaba sentado en una silla, camuflado con el fondo.
"Tienes un ojo extraordinario", exclama Nesser. "Nunca imaginé que ese ojo artificial también tuviera un don."
Bastet toca inconscientemente la cicatriz de su ojo izquierdo, aquel que fue extirpado. El señor Serpiente era una de las poquísimas personas que alguna vez la vieron con el parche que utilizaba de niña. Era extraño conocer a alguien que supiera de su verdadera identidad. Después de todo, Bastet Naref, la mujer adulta, actuaba como una humana común y corriente.
"Necesito mis pertenencias", espeta Bastet, tratando de cambiar de tema. "También quisiera saber cómo llegué aquí."
"Desde luego", afirma el director, quien presiona un botón en el teléfono de la oficina y le comunica con la recepción. "Por favor, dile a la enfermera Susy que me mande las pertenencias de la señorita Naref."
"Señor, no tenemos ninguna. La señorita Bastet Naref ingresó a urgencias sin pertenencias."
Bastet mira al señor Serpiente, preocupada. Él le devuelve la mirada, como pidiéndole que aguarde.
"Entendido. Entonces preparen un vehículo para trasladarla."
"Sólo que necesitamos la hoja del alta, firmada por el jefe de urgencias."
"Haga el trámite, Viki. La señorita necesita retirarse pronto."
El señor Serpiente de verdad es el jefe.
"Respecto a las circunstancias que te trajeron aquí...", Nesser toma una bocanada de aire y mira a Bastet con aprensión. Toma una carpeta de su escritorio y lee los documentos de su interior. "El reporte de la persona que te ingresó al hospital es que caminabas por una zona muy insegura, cuando unos tipos te interceptaron."
"¿Qué?", Bastet opina para sí misma, pues no le parece que eso tenga sentido.
"El automóvil de nuestro agente estaba aparcado cerca cuando vio la escena." Nesser cierra la carpeta. "Te desvaneciste en el suelo, quedando inconsciente."
"¿Por qué me ayudó esta persona? ¿Y cómo supo que yo era...?" Bastet se interrumpe antes de terminar la oración.
"¿Mutante?", complementa Nesser. "Tuviste suerte, Bastet. Fuiste socorrida por un agente con dones muy específicos."
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The Battle of Evermore (Loki Fanfic)
FanfictionDespués de tener una visión del futuro, Frigga se entera de que Loki corre peligro quedándose en la prisión de Asgard. Desesperada por salvar lo que queda de la vida de su hijo, se ve en la posición de buscarle un refugio en Midgard a espaldas de Od...