Capítulo 7: Hay una luz que nunca se apaga

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Narra Bastet

Recuerdo que aquella fue una despedida de lo más casual. Lo único que puedo es aferrarme con la memoria a la imagen de mi madre volteando para sonreírme antes de desaparecer tras la puerta de abordaje.

Me quedo allí un momento, reacia a continuar mi camino. Me repetía a mí misma que debía moverme de ahí, volver a mi auto y recoger a Loki. Pero mis piernas no cooperaban. No fue hasta que alguien pasó de mí, golpeándome ligeramente el hombro. "Con permiso", y me doy cuenta de que sólo estaba estorbando el paso, así que me obligo a continuar.

En el trayecto hacia la casa de mis padres, me iba haciendo un manojo de nervios. Loki y yo no nos llevábamos muy bien, ¿cómo iba a impedir que se volviera loco y evitar que me matara?

Curiosa situación. Siempre quise que me involucraran en los problemas familiares, y en ese momento, ante la primera responsabilidad que me dejaban, mi cobardía salía a desfilar.

Tenía 15 al llegar a Rice Courtain después de mi destierro. Me moría de nervios, no sabía si estaba preparada para volver a convivir con humanos. Al recibirme, mis padres lo hicieron de manera muy afectuosa, y me hicieron sentir protegida. Después me enteré de que al ingresarme al país, hicieron algunas maniobras para hacerme registrar como ciudadana humana.

Al principio no sabía cómo reaccionar. Pensaba que incluso ellos mismos preferían negar mis habilidades. Me contrariaba, pues durante mi destierro aprendí a convivir con ellas de manera pacífica. Aún así me esforcé por encajar en la familia. Después de que me removieran el ojo izquierdo y lo reemplazaran por uno artificial, lo único que me hacía diferente de un humano era mi capacidad de convertirme parcialmente en un gato casero.

Parcialmente porque solamente algunas de mis extremidades podía transformarlas.

Después de adoptar una vida común, empecé a olvidar cómo tomar mi forma felina, quedándome sólo con estos sentidos característicos de un gato, como el olfato o el oído más ágiles que el de cualquier humano promedio.

Eso me convertía, en comparación con otros, en una mutante mediocre, sin herramientas para defenderme si quiera de un semi dios sin poderes, como lo era Loki. Sabía que sus manos tenían la fuerza y el tamaño para romperme el cuello sin mucho esfuerzo.

En todo esto iba elucubrando, fantaseando con mi asesinato, pero antes de darme cuenta, ya estaba en la casa de mis padres, aparcada y aferrada a mi asiento.

Escucho que la puerta de la casa se abre. Loki sale y me saluda con un asentimiento de cabeza. Sus movimientos eran muy formales y fluidos. Evidentemente educados desde una casa real. Esto le daba una presencia muy fuerte en cualquier acción que realizara.

Yo, de manera muy desgarbada, salgo del auto y le regreso el gesto como lo haría cualquier adolescente, si fuera una.

"¿Necesitas ayuda con tu equipaje?", grito desde el auto. Loki niega con la cabeza. Supongo que si podía dirigir a un ejército alienígena y destruir una ciudad entera, seguramente podía solo con sus maletas. Que de hecho era una sola.

Observo que Loki sale con el llavero de mi madre en las manos, aquel que tenía todas las llaves de la casa. Siento un pinchazo en el estómago y regreso al coche. Un dejo de celos me invade. Mis padres jamás me dieron un juego completo de esas llaves. Mi madre siempre fue muy celosa de ellas, pero nunca se lo cuestioné.

Loki mete la maleta en el asiento trasero y se encoge para caber en el de copiloto. Es un hombre altísimo.

"El cinturón." Musito secamente. Loki me mira sin tener idea de qué estoy hablando. Le señalo el cinturón de seguridad y reacciona.

The Battle of Evermore (Loki Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora