En un hospital de Midgard la joven Bastet Naref dormía junto al cuerpo inerte de su madre. Tan sólo se escuchaba el bip de la máquina que le medía el pulso, tan débil, que sentía como si en cualquier momento fuera a desvanecerse. Isis había estado en coma por tres semanas y el pronóstico no resultaba muy favorecedor: los médicos temían que pudiera no despertar.
Qué terrible noticia en medio de un terrible momento. Osiris seguía en juicio mientras en el senado una loca propuesta se montaba entre la popularidad política: un campo de contención mutante.
La habitación se ilumina de pronto por una incandescencia dorada que logró despertar a Bastet, poniéndola de inmediato en estado de alerta. Una figura femenina aparece de pie en la habitación, mirándola con una sonrisa cálida. La joven asustada empieza a producir todo tipo de conjeturas acerca de la procedencia de esa extraña mujer. No parecía hostil pero jamás la había visto en su vida, y ciertamente no era un miembro del equipo médico, no con ese largo vestido azul y los cabellos dorados cayendo en cascada sobre su pecho. Sin embargo, todo el estrés que había estado acumulando le obliga a sacar las garras y a ponerse en guardia.
"No tengas miedo, no voy a hacerte daño, hija de Osiris" y con el mero sonido de su voz, Bastet siente cómo la angustia deja su pecho lentamente. La sensación era muy extraña, pues era como si su cuerpo estuviera reaccionando ante una voz familiar, casi tan tranquilizadora como la de su propia madre.
"¿Quién es usted?", pregunta con suspicacia.
"Soy Eira de Asgard, y conozco tu nombre, eres Bastet Naref."
"Lo soy pero... ¿cómo entró aquí? ¿Quién la dejó pasar?"
"Entré sola. No era mi intención asustarte."
"No lo ha hecho, pero en momentos como éste más vale estar alertas." Bastet guarda sus garras. "¿Conoce a mi madre?"
"Llevaba siglos sin verla", responde la mujer con una sonrisa soñadora. Con la delicadeza y gracia del viento en otoño, se acerca a la cama de Isis, pone la mano en su frente, cuando un resplandor dorado empieza a emanar de su palma. "Está soñando, aunque me temo que sus visiones son poco placenteras. Deseas que tu madre vuelva en sí, ¿no es así?"
"Más que nada en el mundo."
"Voy a sanarla, no debes preocuparte."
"¿Cómo piensa hacerlo?", interroga Bastet, con un brillo de esperanza en sus ojos.
"Yo también tengo habilidades." Susurra Eira con una sonrisa cómplice. Entonces posa ambas manos sobre el pecho de Isis y el destello dorado vuelve a emanar de sus palmas. Pero esta vez, como si el cuerpo de Isis estuviera respondiendo al estímulo, unas luces resplandecen por debajo de su piel, como si tuviera focos dentro.
Bastet estaba boquiabierta, nunca había conocido a otra mujer capaz de sanar como su madre. Pero al reconocer los familiares resplandores que causaban dicho procedimiento, dejó de sentir duda y tuvo fe –por primera vez en muchos días- en que su madre por fin mejoraría.
Después de que Eira terminara con Isis, el bip de la máquina empieza a reportar un pulso mucho más saludable, y un ligero rubor vuelve a aparecer en sus mejillas pálidas. Bastet no puede contenerse y se le escapan unas lágrimas de felicidad. Aquello representaba un cambio drástico en el panorama de su mundo, pues la esperanza se le había estado escapando por los ojos. Había ponderado la idea de dejarla ir y de una posible forma de reponerse de la monumental pérdida que significaría. Pero en ese momento no todo parecía perdido; era como si hubiera cruzado un desierto y por fin hubiese encontrado un oasis.
"Despertará al alba, como si tan solo hubiera sido un sueño."
"¡Muchas gra...!", pero Eira ya no estaba.
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The Battle of Evermore (Loki Fanfic)
FanficDespués de tener una visión del futuro, Frigga se entera de que Loki corre peligro quedándose en la prisión de Asgard. Desesperada por salvar lo que queda de la vida de su hijo, se ve en la posición de buscarle un refugio en Midgard a espaldas de Od...