Capítulo 19: Loki y Sekhmet

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El ambiente se turbaba en Asgard con la noticia de los recién llegados monarcas de Heliópolis. Horus y Sekhmet, príncipes herederos, yacían en las habitaciones de sanación, víctimas de las habilidades hipnóticas de su tío Seth, el rey del Inframundo.

La historia de una guerra llena de magia oscura y maldiciones, viajaba de boca en boca por todo el pueblo: ¿Qué clase de estirpe real combatía sus guerras con tramposos hechizos y conjuros? Ni siquiera la realeza de Vanaheim incurría en esas deshonrosas tretas para librar sus batallas.

En Asgard, la magia no era bien vista. Los plebeyos y los guerreros, quienes ignoraban las gracias detrás de las artes mágicas, eran los principales inquisidores de dichas prácticas, especialmente las utilizadas en las guerras, pues había una cultura bélica muy fuerte que privilegiaba las habilidades físicas y la fuerza de los guerreros. Solo aquellos de espadas justas viajarían al Valhalla después de su heroico servicio.

A pesar de todo ello, Loki, príncipe de Asgard, hijo menor de Odín, usaba la magia como herramienta de batalla. Y no faltaba que sus compañeros de espadas le hicieran mofa de sus dagas y sus conocimientos seidr, pero cuando había un herido de importancia, quien salía al rescate con sus nociones de sanación siempre era él.

Así como Sif era la única mujer que dominaba las armas, Loki era el único caballero que dominaba la magia seidr. Su fuerte eran las ilusiones, las cuales usaba -descritas por los aldeanos y guerreros-, como trampas durante las batallas.

Siendo príncipe heredero, nadie se atrevía a usar palabras más fuertes, pero Loki sabía que las pensaban y murmuraban a sus espaldas. No obstante, él había decidido que no le importaba.

Tras los acontecimientos en el Inframundo, donde habían rescatado a los príncipes herederos, Loki no había sido avistado por los pasillos del castillo principal. Aunque no era el príncipe favorito de los tres guerreros o de Sif, sí que habían estado interrogado a Thor sobre el paradero de su hermano menor. Se echaba de menos alguien a quien molestar.

Y era cierto que no había sabido mucho sobre él, hasta que su madre, durante la cena, le comentó:

"Tu hermano se encuentra ocupado en estos momentos. Ha emprendido una noble empresa en busca de una cura para los príncipes de Heliópolis. Si no lo ves, es porque está estudiando los libros de magia en la biblioteca."

"A pesar de ser un cerebrito y que la biblioteca sea su segundo hogar, sé que esto no es propio de él ", replica Thor, sin entender. "¿Cuándo fue la última vez que lo viste con la voluntad de ayudar al prójimo?"

"Sabes que tu hermano a veces es un tanto obsesivo. Si hay algo que supere sus capacidades y conocimientos, él se empeñará en resolverlo. Si quieres verlo, puedes acompañarme después de la cena para llevarle alimentos a los monarcas de Heliópolis. Seguro estará en el castillo."

"Gracias, Madre. Quizás lo busque luego."

Ese luego se convirtió en una semana. Casualmente Thor tenía deberes en el castillo de su madre, y al pasar frente a las puertas de la biblioteca, se decide a entrar para ver si su hermano se encontraba allí.

La Biblioteca Real Asgardiana era la más grande y basta de los Nueve Mundos, pues recopilaba ejemplares de todos los sitios y todos los temas. Quien no estuviera familiarizado con sus cientos de pasillos y salones, podía perderse ahí para siempre. Thor no recordaba la última vez que había cruzado el umbral de aquellas ancianas y pesadas puertas de roble, tan altas que un gigante podía atravesarlas sin agacharse.

El rechinido de las bisagras y el crujido de la madera retumban y hacen eco en el enorme recinto. Un hombrecillo viejo y canoso silencia a Thor de inmediato con su dedo huesudo sobre su nariz aguileña.

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⏰ Última actualización: Jun 04 ⏰

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