Body & Soul

216 21 9
                                    


"If you'll be mine tonight, I don't need no more. Please touch me, break me, destroy me..."



Era la primera vez que estaba en una situación como esa. No sabía qué decir, qué pensar, solo sabía que lo que estaba sintiendo era lo más agradable que hasta ahora había experimentado. La ocasión que vivió con Lian estaba en lo más profundo de su mente, porque no tenía comparación con lo que Zed lograba hacerle sentir, y siempre había sido así. Ni siquiera tenía noción de cuánto tiempo llevaban de esa manera, quería seguir besándolo por mera vergüenza al no saber qué decir o hacer después, pero al parecer su maestro se había dado cuenta de eso. La mano de Zed sostuvo su mentón entre sus dedos, acariciando sus labios con su pulgar en un gesto que le hizo avergonzar demasiado, porque era precisamente eso lo que quería evitar. Le estaba alejando porque quería hablar del asunto.

—Maldición... —Dijo Zed en voz baja, y Kayn presionó sus propios labios entre sí, apartándose un poco sin querer decir nada. ¿Qué se supone que había que hacer ahora? Estaba confundido, y su maestro se percataba de todo, comenzaba a sentirse culpable. —Ah, soy un desconsiderado. Un beso es algo muy importante y valioso... ¿Por qué sigo siendo tan egoísta? —Dijo rápidamente, porque pensaba que su alumno solo le correspondía por cortesía o porque sentía que estaba obligado a hacerlo.

—¿Uh? —

—No debes corresponder si no quieres, ni seguirme en todo lo que haga. Soy tu maestro, y debo guiarte en esto. —Zed retomó su compostura, había actuado por impulso al besar al joven sin siquiera pedir su permiso, y ahora por su culpa estaba muy confundido. —Besarte así nada más no es correcto, menos sin tu consentimiento. Estoy siendo como Lian, no voy a cometer el mismo error... —

—¿Acaso eres idiota? —Respondió casi sin pensar, causando que el mayor se quedara callado, sin entender a qué venía una reacción como esa. A menos que...

—¿Kayn? —Su alumno estaba más sonrojado que nunca, y se podía notar a pesar de que la luz de las velas ayudaba a disimular. Esa reacción le daba esperanzas, ¿Sentía lo mismo? No podía deducir algo así sin preguntar. —¿Acaso tú... ? —

—¡Basta! No lo digas... —La situación le sobrepasaba. No sabía qué hacer con esos sentimientos aflorando en su pecho y la vergüenza, pero Zed estaba dispuesto a hacerse cargo de ello.

—Todo esto debe ser nuevo para ti... —Ambos guardaron silencio por unos segundos, y el peliblanco también se sentía avergonzado. Estaba feliz, ansioso, pero al mismo tiempo nervioso por no saber cómo expresar a su pequeño alumno todo lo que sentía, todo lo que tenía guardado desde hace años, porque era ese joven el que había logrado despertar esos sentimientos que creía muertos, quien le había hecho volver a creer en el amor. —Déjame decirte algo. Prometo que después de eso no hablaré más del tema, ¿Está bien? —

—Ah... —Kayn dejó salir un suspiro, bajando la mirada para seguir evitando la situación. Estaba tan nervioso, todos esos sentimientos nuevos que salían a flote eran demasiado para alguien como él que solo conocía el odio, venganza, indiferencia, pero su maestro siempre lograba que sintiera por primera vez algo que pensó que nunca podría sentir, desde que era un niño pequeño y abandonado a su suerte. —¿Qué es? —Sintió que Zed se acercaba, y toda su piel se erizó instintivamente. Fue suave, sutil, unas simples palabras que significaban literalmente el mundo entero, y que Kayn pensó que jamás escucharía de parte de esa persona.

"Te amo..."

Sentía que estaba a punto de explotar, que algo quería salir y no sabía cómo demonios expresarlo, pero no tenía miedo si Zed estaba a su lado. Sabía que iba a protegerlo y guiarlo, igual que siempre, así que solo dejó que las cosas fluyeran, y sus lágrimas fueron lo primero. Se veía débil, se sentía tan débil como cuando era un niño, pero su maestro no detestaba la imagen ante sus ojos, sino que todo lo contrario. Kayn quería decir lo mismo, porque sabía que ese sentimiento tan insoportable era un amor recíproco hacia Zed, pero las palabras no salían. Solo lloraba, y su maestro atesoraba todo de él, igual que en un inicio. La culpa por todos sus errores también era causante del desborde de sus emociones.

Our life togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora