"Stand and fight..."
Había pasado una semana desde su llegada a la orden Yánlei. Una semana en la que solo se dedicaba a comer, dormir y acostumbrarse a la presencia de Zed cuando estudiaban. Su supuesto "maestro" tenía un cuidado especial con él, le dedicaba muchísimo tiempo en vigilar que comiera, que estuviera sano y se la pasaba leyendo para él libros de la cultura de Jonia. Eran cosas que a Kayn le importaban muy poco al inicio, pero el hecho de estar junto a aquel hombre peliblanco hacía que valiera la pena.
No recordaba haberse sentido querido o importarle a alguien, y con Zed tenía ese sentimiento todo el tiempo incluso con los gestos más pequeños. Se pasaba horas a su lado estudiando la caligrafía de Jonia, la historia y otras cosas que hacían que el chico se sintiera cada vez más curioso, comenzaba a desear pertenecer al mismo mundo que Zed, y esa cualidad era una ambición que el líder apreciaba bastante.—Maestro... —
—¿Mhn? —Zed detuvo su lectura en voz alta abruptamente cuando le habló, alzando sus ojos rojizos hacia él en un gesto que daba a entender que tenía toda su atención.
—¿Podría... intentar leerlo yo mismo? —Llevaban horas en el cuarto del mayor estudiando, las suficientes como para que Kayn ya estuviese aburrido y quisiera intentar algo nuevo, cosa que se le hizo bastante interesante.
—Si eso quieres. Ven, siéntate aquí. —Hizo un gesto con una de sus manos al joven pelinegro frente a él, y este no tardó en levantarse del suelo para rodear la mesa pequeña que les separaba, acomodándose junto a su maestro de forma obediente. Había cambiado de forma muy radical su actitud salvaje de hace una semana, eso causaba una satisfacción agradable. —Adelante. —Dijo a la vez que le entregaba el libro, y el chico comenzaba a ver detenidamente las palabras escritas en total silencio. Iba a darle su tiempo, había aprendido hace poco a leer, así que tenía motivos para detenerse en cada sílaba y casi dudar de decir algo en voz alta. Una sonrisa suave apareció en los labios de Zed, en momentos como ese deseaba acariciar ese cabello negro y molestarlo, pero se contuvo, solo por el momento.—Las tierras, ¿mágicas?, mágicas de Jonia... Peces, ¿Qué demonios...? —Ahí se detuvo, frunciendo el ceño de una forma que hizo que Zed no aguantara su risa, y obviamente Kayn se molestó por ello.
—Está bien, está bien. Ya aprenderás a leer, discúlpame. —La expresión que el pelinegro hacía cuando estaba enojado era una debilidad para él, al punto de que no pudo contenerse de atrapar la nariz ajena entre su índice y pulgar un instante solo para que esa expresión no se fuera todavía.—¡Es un pésimo maestro! Aprenderé a leer esto antes de que se dé cuenta. —
—Oh, ya veremos. —Iba a dejarlo por ahora, acomodándose a lo largo del tatami y observó el techo de la habitación mientras su alumno intentaba leer a una velocidad absurdamente lenta como si fueran jeroglíficos.
Sin darse cuenta se distrajo bastante, solo pensando e incluso recordando cosas. A veces detestaba su propia mente por no poder evitar que cosas tan tormentosas la llenaran; la voz suave de Shen junto con su mano que le ayudaban a levantarse del suelo luego de un duro entrenamiento, las flores de cerezo que caían sobre ellos cuando se acomodaban bajo el árbol a descansar, formas divertidas en las nubes... y luego todo era oscuridad, de la nada la expresión de Shen cambiaba a angustia, sus ojos azules se llenaban de lágrimas, le estaba llamando por ese nombre que quería tanto olvidar. Lo odiaba, odiaba ver de esa forma a Shen, odiaba sentir esa culpa...
—¿Maestro?... —Abrió los ojos, ni siquiera se dio cuenta de que se había quedado dormido. Kayn le miraba de una forma diferente, ¿Acaso había dicho algo entre sueños? ¿O pesadillas?
—¿Qué sucede? —
—¿Quién es Shen? —Ahí estaba, ahora tenía que lidiar con esa curiosidad. Se maldijo internamente, sin saber cómo escapar de esa mirada sobre él, pero decidió que no era el momento para hablar de cosas como esa, y menos con Kayn.
—Nadie, olvida eso. Sigue leyendo, voy a buscar algo de cenar para ambos, y luego debes ir a dormir. —El niño no insistió, solo le siguió con la mirada en lo que se levantaba del suelo y salía de la habitación, pero obviamente muchas dudas rondaban en su mente ahora que estaba a solas. Su maestro no hablaba mucho de sí mismo, solo sabía que su nombre era Zed, pero no sabía de su pasado, ni nada similar. No era pecado que se sintiera curioso al respecto, porque su maestro era la única persona importante que tenía actualmente en su vida y quería saber de él. La lectura se le hizo más tediosa que nunca ahora que no dejaba de pensar en el tal "Shen", hasta que Zed regresó con dos platos de sopa miso en una bandeja, dejando esta sobre la mesa en el centro de la habitación.
Ninguno habló, el ambiente estaba algo diferente y el líder se daba cuenta por las miradas poco sutiles que le dedicaba Kayn. Sabía que le quería preguntar otra vez respecto a Shen, pero no tenía pensado hablar por mucho que insistiera. Se dedicó a comer tranquilamente, hasta que escuchó que el chico se acercaba a tomar su plato de miso, y entonces sus miradas se encontraron, cosa que hizo que Zed suspirara frustrado.—¿Qué? —
—Quiero saber más de usted, maestro. —Dijo sin más, notando que el mayor arqueaba una de sus cejas y seguía comiendo, sin decir absolutamente nada al respecto. —¿Por qué no? —
—Creo que es mejor para ti así. Nadie en la orden sabe realmente de mi o mi pasado, tampoco tengo por qué decirlo. Cada quien tiene sus propios demonios con los cuales lidiar... algunos preferimos hacerlo solos. —Quería insistir, pero supuso que algún día iba a contarle al respecto largo y tendido, puesto que él tampoco le había revelado mucho sobre su vida antes de llegar a la orden de las sombras. Se mostró satisfecho por ahora... Excepto por un detalle.
—¿Y qué edad tiene, maestro? —Zed volvió a suspirar, era como hablar con un niño de cinco años.
—Veinticuatro, ¿Feliz? —
—¡¿Qué?! ¡¿En serio?! —No comprendió la reacción en un inicio, pero luego recordó que su apariencia claramente no parecía la de alguien de su edad. Seguramente Kayn pensaba que era mucho más joven.
—¿Y tú? ¿Cuántos años tienes? —
—Ah, estaba en el escuadrón donde casi todos tenían diez años. Creo que tengo esa edad también. —
—¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso no sabes tu propia edad? —El silencio del chico fue suficiente para que se diera cuenta de que había acertado. Realmente era un niño al que habían enviado a morir, al que ni siquiera le dieron una decente humanidad. —¿Cuándo es tu cumpleaños? —
—No lo sé... —La misma sensación que tuvo al encontrarlo hace una semana entre el barro y la sangre se instaló en su pecho, dejando que el silencio permaneciera entre los dos unos segundos más hasta que pensó en la solución perfecta.
—En ese caso, podríamos considerar una nueva fecha... Hace una semana te encontré, un doce de julio, así que desde ahora ese será tu cumpleaños. ¿Te parece bien? —Otra vez recibió una mirada, pero esta parecía llena de ¿Vida? parecía que estaba feliz, que había ilusión en él, no pudo evitar sonreír suavemente y el chico le imitó al instante. —Veo que te agrada la idea. —
No recibió respuesta, solo un pequeño asentimiento de cabeza y siguieron comiendo con toda naturalidad. Kayn acabó su plato primero y lo dejó cuidadosamente sobre la mesa otra vez, inclinando su cabeza nuevamente en un gesto de agradecimiento y al parecer también de despedida, ya que se puso de pie para dirigirse hasta la puerta.
—Recuerda que mañana empieza tu entrenamiento con los demás niños. Espero estés preparado, no me decepciones. —El pelinegro volteó hacia él y volvió a sonreír, no supo por qué se sintió tan especial esta vez ver ese rostro infantil tan feliz.
—Gracias, maestro Zed. —
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Our life together
RomanceHola, este es mi primer fanfic de la pareja maravillosa que hacen Zed y Kayn de League of Legends. Los personajes obviamente no son de mi autoría ni la base de la historia, está todo basado en el lore original de ambos personajes y su relación. Est...