Needy

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"I can be needy, way too damn needy..."



Era ya la séptima primavera. Séptima primavera desde que las tropas de Noxus habían iniciado su invasión en Jonia, séptima primavera desde que había robado la caja de las sombras y aprendido la técnica prohibida, séptima primavera desde que había matado al maestro Kusho… Séptima primavera desde que tenía a Kayn. 

Desde una distancia prudente observaba a su estudiante predilecto entrenar con los demás en el campo de prácticas a un ritmo ascendente, como siempre. Era bien sabido por todos que era un prodigio, y ahora con sus diecisiete años podía notarse más todavía que no era originario de Jonia. ¿Por qué? Porque simplemente él era una belleza. Su largo cabello negro atado en una trenza, su contextura física tan diferente, ojos ambarinos y unas facciones que acaparaban todas las miradas donde sea. ¿Acaso se sentía celoso de él en el fondo? No, era otra cosa, y a medida que el joven demostraba más sus habilidades, más se sentía abrumado.

—Maestro. —Salió abruptamente de sus pensamientos cuando uno de los acólitos le habló. Se trataba de Lei, quien también era de los mejores estudiantes, incluso desde antes de que Kayn llegase a la orden. —Disculpe si le interrumpo, quería saber si ya decidió quién recibirá las sombras este año. —Se sintió realmente idiota en ese momento por haber olvidado algo tan importante. Era tiempo ya, tenía que decidir a un acólito para tomar la caja de las sombras antes de que terminara la temporada, y ni siquiera había pensado en ello.

—Es una decisión que toma tiempo. Aún necesito pensar quién es el más apto, pero anunciaré mi elección antes de que acabe la primavera. No debes preocuparte por ello, solo sigue entrenando como siempre. —Mintió, pero era bastante buen actor en eso. Por dentro se estaba reprendiendo a sí mismo, iba a tener que compensar su inoperancia más adelante.


Habían llegado bastantes acólitos nuevos a la orden Yánlei los últimos años. Todos eran huérfanos, incluyendo a dos chicas que habían escapado de un antiguo burdel desmantelado cerca de la provincia de Shon-Xan. Fueran lo que fueran, Kayn no les tomaba demasiada importancia. Era bastante conocido por ir siempre por su lado, y si iba acompañado era solo por Nakuri. Sentía que tener a más gente a su alrededor era perder el tiempo, a pesar de que Zed siempre le había enseñado la importancia de tener compañeros con los cuales contar, pero a él no le interesaba. 

—¡Woah! ¡Kayn, ve más lento! —Exclamó Nakuri, quien apenas pudo esquivar el ágil ataque de su compañero. Por suerte estaban entrenando cuerpo a cuerpo, sin armas.

—Lo siento, estaba distraído. —El pelinegro se apartó y con el dorso de su mano limpió el sudor que escurría por su frente, pensando seriamente en quitarse la ropa de entrenamiento, por lo menos las prendas superiores.

—Ah, realmente es agotador entrenar contigo. —Nakuri se sentó en el césped con la respiración agitada, alcanzando la cantimplora con agua para beber un poco y tratar de bajar sus revoluciones. El maldito calor de la estación tampoco ayudaba.

—Te estás quedando atrás, Nakuri. Si quieres alcanzar a los demás, tienes que seguir entrenando y ser capaz de al menos hacerme frente más de diez minutos. —El castaño bufó con molestia, aunque sabía que Kayn tenía razón. Era mucho más débil que los demás chicos de la orden, siendo que llevaba más años que algunos, y lo detestaba.

—Ya lo sé, solo… solo tenme un poco de paciencia. —Kayn se encogió de hombros nada más, yendo a sentarse a un lado de su amigo y recibió la cantimplora cuando este se la ofreció. Sería solo un corto descanso, no podían detenerse tan pronto. Pasaron unos cuantos minutos en silencio, observando al resto de los acólitos hasta que Nakuri quiso volver a hablar. —¿Crees que serás elegido para recibir las sombras este año? —

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