Awake

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"Hands on each other..."

El cambio de estación comenzaba a percibirse en Jonia. Las flores de los árboles habían florecido, las plantas crecían por las agradables lluvias, y el sol era cálido cada mañana para los que madrugaban. Esa mañana en particular, un joven de cabello castaño iba por el bosque mirando a su alrededor todo el tiempo. Tenía no más de quince años, una coleta desordenada, ropas ligeras distintivas de la orden Yánlei y llamaba a alguien insistentemente sin mucho éxito. A ese paso iba a perderse en ese inmenso bosque y no valdría la pena su búsqueda.

—¡Kayn, no es gracioso! —Dijo un tanto angustiado Nakuri, buscando entre los árboles a su compañero que tenía la mala costumbre de asustarlo cada que podía. —El maestro Zed te busca desde hace rato, ya deja de esconderte. —Esta vez escuchó movimiento y pensó que saldría detrás de él, volteando solo para encontrarse con unos conejos que estaban buscando comida entre la hierba, pero sin rastro del pelinegro que buscaba. Fue entonces que unos brazos le atraparon por la espalda y le derribaron al instante, viendo con sorpresa a Kayn sobre su cuerpo mientras le aprisionaba contra el suelo con una sonrisa triunfante. Era tan silencioso que ni siquiera se percató cuando bajó de un árbol cercano desde el que le estaba observando.

—¡Te atrapé! Eres muy lento, Nakuri. —Dijo con orgullo a la vez que se levantaba, acomodando su espalda contra el tronco del árbol sobre el que hace minutos se estuvo ocultando.

—¿Cómo es que haces eso? Es como si fueras uno con esta jungla, ¿No te da miedo? —El castaño se levantó en lo que sacudía su ropa, mirando a su compañero con admiración.

—Dicen que algunos nacen con el talento y ya. Tengo un don natural para esto. —No aparentaba ni un poco su ego, y es que ahora que era un joven de quince años podía jactarse de ser mejor que los demás. Era más alto, su cuerpo estaba ligeramente tonificado por los entrenamientos, su cabello azabache seguía creciendo, luciendo una larga trenza que llegaba hasta su cintura y sus facciones noxianas comenzaban a hacerse notar más cada día. Era un chico atractivo, y honestamente lo sabía.

—Guarda ese ego de una vez. Por eso no le agradas a los demás acólitos. —Le regañó Nakuri, pero Kayn se encogió de hombros y comenzó a caminar de regreso al templo.

—Nah, tengo toda la compañía que necesito contigo. Me agrada que seas mi único amigo, el resto me da igual. —Aunque eso alegraba al castaño, sabía que en el fondo Kayn se sentía solo y de cierto modo rechazado. Quedaban rastros de ese pequeño niño noxiano de diez años que conoció, y ocultaba esa inseguridad. —¿Para qué me busca el maestro Zed? —

—Ah, lleva mucho esperándote. No sé para qué es, pero me pidió ir a buscarte y fue hace casi una hora. Hay que darnos prisa. —

—¡Demonios, haberlo dicho antes! —Kayn se puso nervioso ahora que sabía eso último, así que ambos chicos corrieron de regreso al templo donde quizá les esperaba un regaño por parte del líder. Ya le explicaría lo que había sucedido.

Había tomado una ducha hace poco, así que el líder de la orden Yánlei se vistió con un simple yukata de tonos oscuros y se quedó en su cuarto a esperar a que Kayn llegase. El chico solía escaparse seguido al bosque por alguna razón, como si el ambiente de ese lugar le gustara o se sintiera familiarizado. No se explicaba ese motivo, pero desde que Kayn era un adolescente que ya había dejado de entenderlo del todo, se volvía más impredecible de lo que ya era.

—Toc, toc.~ —Zed volteó a ver a su puerta y su preciado alumno ya se encontraba ahí con su sonrisa engreída de siempre. Tardó demasiado esta vez. —¿Puedo pasar? —

—Lo normal es que se pregunte antes de entrar, pero tú hiciste todo al revés. —Dijo con una expresión seria, haciendo que Kayn inclinara la cabeza e hizo un gesto con sus grandes ojos ambarinos, como un cachorro que sabe que ha hecho mal.

Our life togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora