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—Yo no quiero dormir...—

Me senté con una pierna en cada lado de su cadera, el solo me respondió con una sonrisa, mientras que tocaba parte de su abdomen.

Besarlo se estaba convirtiendo en una adicción, mi cuerpo pedía a gritos las caricias de Keigo.

Comencé a quitar su camisa y su corbata lentamente, al igual que su cinturón y sus pantalones, pude ver cómo su erección crecía con cada uno de mis movimientos.

—Nena...ven aquí—

Yo me acerque y el comenzó a quitar mi pijama, podía sentir sus manos recorriendo todo mi cuerpo, haciendo que mi piel se erizará.

—¿Puedo?—

Preguntó Keigo, mientras tocaba con uno de sus dedos mis pezones ya erectos, solo asentí y el comenzó a pellizcar, besar e incluso morder levemente, sus colmillos tan afilados amenazaban con dejar marcas por todo mi cuerpo mientras que yo solo podía responder con gemidos ante sus labios, mis alas se movían ligeramente  podía sentir como todo mi cuerpo se estremecía bajo su toque.

Keigo siguió con sus besos por mi abdomen hasta mis muslos, yo ahora me encontraba debajo de el, dónde comenzó a lamer mi intimidad, de manera lenta, dónde pronto comenzó a introducir dos de sus dedos, haciendo que mi espalda se arqueara.

—¡Keigo!—

—Parece que te gusta...pero tú necesitas algo más que estos dos dedos linda...—

No podía aguantar mucho más, aún sentía como incluso después de ese orgasmo la humedad de mi sexo continuaba extendiéndose por las sábanas.

Keigo parecía disfrutarlo pues tenía una sonrisa de satisfacción, seguido de eso comenzó a frotar su sexo contra el mío, el solo era gemidos y gruñidos.

Yo por inercia abrí más las piernas, me era imposible ocultar lo ansiosa que estaba, lo necesitaba.

—Me gusta esa expresión linda...—

Pronto sacó un condón del bolsillo de su pantalón y comenzó metiendo la punta de su miembro poco a poco, primero fue lento pero a medida que aumentaba la velocidad podía sentirlo aún más profundo.

Podía sentir como tanto sus alas como las mías se movían ligeramente debido al ritmo de las embestidas, sobraba decir que mi respiración era un desastre, Keigo me estaba volviendo loca con cada uno de sus movimientos y esa expresión de placer que tenía.

Salvaje, no se me ocurre otra palabra para describirlo, el sexo con el era diferente pues no solo se enfocaba en su propio placer sino también en el mío.

Nuestras respiraciones calientes y agitadas, era lo único que se escuchaba en la habitación, por ratos era lento y torturoso pero a la vez podía ir tan rápido que por un momento creí que me iba a romper.

—¡Keigo!—

Podía sentir como cada parte de mi apretaba su miembro, sus embestidas comenzaban a ser aún más rápidas, ambos estábamos cerca podía sentirlo.

—Nena eres muy...estrecha—

—¡Mierda!—

Ambos llegamos al orgasmo, justo cuando los primeros rayos del sol comenzaban a deslizarse por la ventana indicando que la mañana había llegado.

Keigo se recostó nuevamente a mi lado, dejando un último beso en mi frente antes de caer profundamente dormidos, envuelta en sus enormes alas que ni siquiera se comparaban a las mías.

🌹⋆' 𝑀𝓎 𝐿𝒾𝓉𝓉𝓁𝑒 𝐵𝒾𝓇𝒹   '⋆🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora