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Su jornada en aquella cafetería se le estaba haciendo eterna

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Su jornada en aquella cafetería se le estaba haciendo eterna. Los clientes eran amables con ella, además de que no había mucho movimiento, sin embargo pequeños mareos y Dolores de cabeza llegaban a ella, haciéndola sudar en frío ante lo mal que lo estaba pasando.

Cuando su turno acabó se permitió suspirar aliviada y prácticamente corrió fuera de ma cafetería, aunque siempre manteniendo sus modales y educación. Pasó por el mercado y la farmacia antes de llegar a su apartamento, oficialmente había gastado su primer sueldo en comida y medicamentos.

Tomó una pastilla para el dolor de cabeza y se recostó sobre el sofá, agotada tanto física como mentalmente. Le preocupaba la manera en la que su cuerpo había estado actuando los últimos dias; Dolores de cabeza, mareos, arcadas, algo atípico en ella, pero la consolaba pensar que era a causa del estrés de toda la situación.

El sonido de su teléfono la sacó de su somnolencia. Lanzo un gruñido ante el incesante sonido y decidió responder al ver el nombre Leon en la pantalla.

-como está el agente Kennedy?- saludó la chica, con claro cansancio en su voz. El rubio se desconcertó, ella siempre se mostraba muy feliz y alegre durante sus llamadas.

-muy bien, pero creo que tú no puedes decir lo mismo- respondió, dejando de lado los papeles en su mano y acomodándose sobre la silla de su oficina.

-que estás queriéndome decir?- preguntó ella con humor, tomándose la barriga con las manos al sentir un desagradable remolino allí. Soltó un fuerte suspiro y tensó todo su cuerpo cuando sintió una arcada que se asomaba por su garganta.

-nada, solo que...te noto rara y- el joven fue interrumpido cuando la muchacha soltó el teléfono y corrió despavorida hacia el baño, esperando llegar a tiempo para vaciar su estómago allí. El vomito cayó en el interior del retrete, soltando aquel nauseabundo olor que todos odiaban -¿¡Either!?- gritó entre susurros. Ese nombre estaba prohibido en aquella sede, al menos hasta que ella dejara de ser una sospechosa actualmente prófuga. Si alguien lo oía, todo estaría acabado para ellos.

La chica se tomó unos momentos para recomponerse de los espasmos que vomitar dejaba en ella. Lo odiaba, la hacia sentir enferma e inútil, además de la constante molestia en su estómago y la acidez en su garganta. Se levantó como pudo y lavó su boca antes de ir a la sala y tomar el teléfono.

-Leon?- respondió con voz rasposa.

-Either, estás bien? Que ocurre?- preguntó lleno de preocupación, mientras se incorporaba, intentando hablar lo más bajo posible. Solo había pasado una semana desde que Leon había vuelto de Alaska. El caso estaba progresando en grandes escalas, obteniendo nuevos sospechosos, declaraciones y testigos. Faltaba poco para que su Either fuera libre de culpa al fin.

-no lo sé...- su voz se quebró ante la incompostura. El corazón del agente se agrieto al oírla y le desesperó el no estar allí para ella. Por más que anhelaba con todas sus fuerzas escapar a Alaska, el caso iba demasiado avanzado como para abandonarlo a este nivel del partido.

-has comido algo que te cayó mal?-

-no lo sé, no creo- ella suspiró, abatida. Ahora mismo ni siquiera hablar con Leon la relajaba, solo quería dormir y esperar por mañana despertar mejor. Se despidió de Leon con un humor horrible y decidió tomar una rápida ducha y acostarse para evitar más malestar.





●●●



Su compañera de turno le sonaba la espalda mientras ella descargaba todo en el sanitario de la cafetería. Era la tercera vez que vomitaba durante el día, pequeñas arcadas de pura agua que la debilitaban.

-deberias visitar al médico, Either- dijo su compañera, torciendo la boca mientras la castaña se incorporaba, limpiando su boca con un poco de agua. Either negó, si supiera que ni siquiera tenía dinero para solventar los gastos de una consulta clínica.

-no, ya pasará. Es temporal- se excusó, poniendo su mejor cara para volver al trabajo. Estaba asustada, una leve sospecha de lo que podría estar ocurriendo llegó a ella y es por eso que sus pensamientos divagaban de acá para allá. Su periodo no había llegado ese mes, dos semanas de atraso habían sido suficientes para que Either sospechara que algo no andaba bien.

Los síntomas eran claros y había enormes coincidencias con los síntomas que presenta un embarazo. No había pegado un ojo en toda la noche pensando en aquello, pensando en un pequeño ser entre sus brazos, rubio de ojos grises, con sangre Moon y Kennedy corriendo por sus venas. No iba a mentir, la idea le encantó, pero no se sentía preparada. Todo era un desastre en su vida, no había dinero, no había seguridad. Nada de estabilidad, en pocas palabras.

Se preguntó qué pensaría Kennedy al respecto. No habían hablado los últimos dias, ella no había respondido a sus llamados por miedo y cobardía. Se había propuesto que, hasta no saber si sus sospechas eran ciertas o no, no hablaría con él.

Leon había estado muy preocupado por ella. Tampoco podía dormir pensando en qué carajos estaba pasando con la castaña. Lo reconfortaba saber que estaba bien, gracias a la ancianita, vecina de Moon, que había logrado convencer para que estuviera atenta a los movimientos de la muchacha.

Tenia un extraño presentimiento en el pecho. Quería correr a Alaska y mantenerla protegida entre sus brazos, pero ni su jefe ni Nick lo dejaban. Estaba todo demasiado alborotado en la oficina como para dejar las cosas a medio hacer.

Nuevamente su jornada laboral se veía acabada. Either se encaminó hacia la farmacia y compró tres test de embarazo, qué mejor que estar perfectamente asegurada. Para cuando llegó a su apartamento las manos le temblaban. Los nervios a flor de piel, mientras tomaba las cajas y se aproximaba al baño.

Su mente nuevamente le hizo una mala pasada imaginando ser abandonada por Leon en medio de tanta responsabilidad. Pero sabia que no seria así, confiaba en que el rubio se haría tan responsable como ella de sus actos.

Siguió las instrucciones y esperó, mordiéndose las uñas con ansiedad. Caminó de un lado a otro mientras esperaba los cinco minutos indicados. Observó su barriga sobre la tela y frunció el ceño. Ella no estaba lista para ser madre, pero si la situación lo ameritaba, se forzaría a ser la mejor madre existente.

Los minutos pasaron y el test ya esperaba por ella en el baño, con el resultado perfectamente marcado. Ella lo tomó y soltó unas lágrimas al ver el resultado, sus manos temblorosas lograron que el objeto cayera mientras ella se deslizaba por la pared del baño, llorando.

Positivo

❝𝗨𝗡𝗞𝗡𝗢𝗪𝗡❞  LEON S. KENNEDYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora