「 𝗮 𝗿𝗲𝘀𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁 𝗲𝘃𝗶𝗹 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 」
A pesar de que trataron de olvidar al otro
se les hizo imposible.
Y, gracias a las vueltas de la vida,
poco a poco ambos jóvenes
dejarían de ser simples desconocidos.
❥ 𝗦𝗶𝗻 𝗲𝗱𝗶𝘁𝗮𝗿
❥ �...
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Despertó agitada de su tan caótico sueño. Se sentó sobre la cama, algo mareada y desorientada, con un horrible dolor de cabeza. Sus ojos ardían y recordó entonces que se había pasado la noche entera llorando por el desastre que se había vuelto su vida.
Una pesadilla había irrumpido en su profundo sueño, arruinando lo que parecía ser su único escape de la realidad.
Cuando logró conectarse al espacio y tiempo actual, decidió que lo mejor sería comer algo, no porque tuviese hambre sino por la salud del ser en ella. Comió con desgano, sin ganas de absolutamente nada. Estaba viviendo sensaciones que capaz pensó vivir, no cuando hasta hace unas semanas era una mujer segura y coqueta que sentía el mundo a sus pies.
Se preguntó en qué momento había cambiado tanto, cuando se había vuelto tan frágil y vulnerable. Simplemente no se reconocía, y eso estaba decepcionandola poco a poco. Bebes? Nunca en su vida había planeado tener uno. Ser una prófuga de la justicia? Algo impensado para una estudiante de abogacía.
Sabia que debía visitar un médico, sabia que debía encargarse de su trabajo, pero lo que más le asustaba era pensar en Leon. No había hablado con el rubio aún, no del tema. Se supone que debería estar asustada por ser perseguida por las autoridades del país y una secta de locos pero ciertamente, en ese momento, solo le asustaba pensar en el qué dirá Kennedy.
Por el momento debía enfocarse en traer un poco de estabilidad a su vida, encargarse del agente y liberarse de las culpas que el país estaba poniendo sobre sus hombros. No seria fácil pero lo lograría.
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E I T H E R
-que estas qué!?- preguntó en un fuerte susurro mi compañera. Le reproche con la mirada su grito, había llamado la atención de algunos clientes y un pequeño silencio se habla formado en la cafetería. A los pocos segundos cada uno siguió con lo suyo y me permiti seguir hablando.
-embarazada- completé. Ella sostuvo la respiración por unos segundos y luego me sonrió de forma cálida, con aquellos ojos marrones denotando ternura. Se acercó y me dio un rápido abrazo, mientras aún mantenía la sonrisa en su rostro. Quedé confundida ante su actitud, podía jurar que se tomaría mal el tener que encargarse de la cafetería sola en unos meses.
-felicitaciones!- exclamó, pero luego su rostro cambió a uno serio y su ceño se frunció -es una buena noticia, cierto?-
Solté una fuerte respiración y tomé asiento sobre la butaca. Agradecía que fuera una cafetería con poco movimiento y con clientes amables y tranquilos, de otra manera colapsaría ahí mismo.
-no lo sé- me encogí de hombros -quiero decir, lo quiero- tomé mi estómago, mientras unas ligeras ganas de llorar me embargaban. Oh no, deja los cambios emocionales paramás adelante -pero no se si tener un bebé seria lo correcto, no cuando mi vida es un desastre-
Ella me dió una mirada compasiva mientras acababa con su tarea de limpiar el mostrador. Lilian era una joven muy buena y risueña, completamente inocente y bastante alegre. Ciertamente me había cruzado con personas así muy pocas veces en la vida, tan llenas de luz y sonrientes, es por eso que confiaba en ella y ya quería considerarla como una amiga, a pesar de conocerla por unas pocas semanas. Era la única que había hablado conmigo desde que llegué.
-bueno, no creo que tu vida sea un desastre- dijo. No tienes idea, pensé -mas bien solo estas pasando por un momento complicado. Yo en tu lugar hablaría con el padre del bebé, para que esté al tanto y juntos decidan que hacer-
-es que, quiero tener a este bebé pero...no sé si voy a contar con el apoyo del padre- y no mentía, Leon no se veía muy hogareño, y en caso de serlo lo mantenía muy bien escondido. Las pocas semanas que pasé con él habían sido suficientes para darme cuenta de lo centrado y responsable que era con su trabajo. Era algo digno de admirar, sin embargo también era algo que, en situaciones como éstas, solo te hacían pensar lo peor.
-y qué?- soltó ella, haciéndome levantar la mirada -tendrá una mamá excelente y me aseguraré de consentirlo lo máximo que me dé el presupuesto. Será un bebé feliz- solté una carcajada al oírla y pude sentir como poco a poco la tensión en mi cuerpo se iba apaciguando.
Tal vez Lilian tenia razón, quizá no necesitaba de Leon para criar a un niño o niña sola pero, aún había ciertas dudas en mi. Dudas que solo serian aclaradas si abría la boca y hablaba con el rubio de una vez.
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Caminaba por las calles vacías del pueblo ubicado en Alaska mientras pateaba una pequeña Roca como modo de entretenimiento. Quería dejar de pensar por un segundo, además de que me atemorizaban muchísimo éstas calles durante la noche, quien sabe lo que puede salir de uno de esos arbustos.
No pasó mucho tiempo cuando logré visualizar mi edificio a pocos metros de mi. Acelere mi andar, deseando llegar a mi apartamento para poder relajarme sobre el sofá y disfrutar de una sopa mientras me divertía viendo caricaturas en la TV.
Creia que porfin el día se había acabado, pero al tomar el pomo de la puerta percibí algo extraño. Me alejé unos pasos hacia atrás mientras una extraña sensación me invadía. Algo no está bien, repetía mi subconsciente de acuerdo conmigo. Fruncí el ceño y di una mirada rápida a mi alrededor.
Nada. No había nada ni nadie. Era yo y esta incómoda sensación en mi pecho. Di otros pasos atrás, sintiendo la necesidad de huir de allí, cuando, de repente, una fuerte ráfaga de calor estrelló contra mi, seguido del sonido de la explosión que resonó por todo el pueblo.
Mi cuerpo voló unos pocos metros hasta caer junto a un tronco, donde mi cabeza golpeó con fuerza y no tuve más opción que rendirme ante la oscuridad que me acechaba.