Reki era un joven maltratado y humillado por su padrastro y hermanastros. Cada día le tocaba hacer todos los quehaceres de la casa mientras lo despreciaban de constante.
Sin embargo, Reki siempre se mantuvo bondadoso y positivo, pues sabía que algú...
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Era un nuevo día en la casa Lord Higa, recién estaba amaneciendo y el sol ya comenzaba a calentar con sus primeros rayos. Aquello significaba que ya era hora de que Cindereki se levantara para comenzar su jornada. En aquella solitaria torre el joven dormía muy a gusto, sin tener mayores intensiones de levantarse. Sin embargo, los pájaros que cantaban sonoramente en su ventana fueron quienes interrumpieron su sueño de una vez por todas. Abrió sus ojos con algo de pereza y se estiró emitiendo un gran bostezo.
-"Rayos, como siempre es una mañana hermosa, pero ¿Por qué debía despertar justo en el mejor sueño de todos?"- se decía a sí mismo, con una leve sonrisa plasmada en su rostro ante el hermoso recuerdo del sueño.
Cada vez se sentía más vivo en su memoria, cada sensación, cada sonido y especialmente la persona que lo acompañaba en sus sueños cada noche. Nunca lograba ver su rostro, pero sí sentía su dulce compañía, la calidez que le transmitía y la ternura con la que lo tomaba entre sus brazos mientras juntos bailaban al son de una hermosa melodía. Cada vez que recordaba su sueño cada mañana, resonaba la voz de su madre cuando le cantaba su canción de cuna favorita.
"Soñar es desear la dicha... de nuestro porvenir Lo que el corazón anhela, se sueña y se suele vivir... Si amor es el bien deseado, en dulces sueños llegará..."
No sé dió cuenta en qué momento comenzó a cantar suavemente aquella canción.
"No importa cuan difícil sea, en tanto tú lo creas, se hará realidad tu soñar..."
Pero se vio forzado a dejar de lado su ensoñación cuando el viejo reloj de pared comenzó a retumbar, indicando que Reki ya debía levantarse de una vez por todas.
-"¡Oh ese reloj! ¡Ya oí, ya oi! ¡Ya me levanto!"- suspiró algo frustrado, levantándose de la cama- "Como logra matar la felicidad, hasta él me da órdenes. No importa, al menos siempre podré seguir soñando como me plazca, eso es lo único en lo que no me pueden mandar".
Si algo le quedaba claro es que siempre debía creer y mantener la cabeza en alto, no perdía la esperanza que ese sueño pudiera volverse realidad. Que las cosas mejorarían para él.
Sacudió su cabeza para volver a tener los pies en la tierra y, sin más demora, procedió a darse un baño rápido y vestirse. Llevaba sus mismas ropas que de costumbre, casi que podía decirse que vestía harapos de lo gastada que estaba, pero de todas maneras, siempre le hacía los arreglos y remiendos que necesitara para poder verse algo más presentable. Y claramente no podía hacer sus tareas sin portar su confiable delantal blanco.
-"Hora de comenzar otro día más."- murmuró algo cansado de la rutina de siempre, mientras salía de su cuarto y bajaba las escaleras.
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