Reki era un joven maltratado y humillado por su padrastro y hermanastros. Cada día le tocaba hacer todos los quehaceres de la casa mientras lo despreciaban de constante.
Sin embargo, Reki siempre se mantuvo bondadoso y positivo, pues sabía que algú...
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El día del baile no se hizo esperar, pero para Cindereki eso significó el triple de trabajo. Se la pasaba corriendo de un lado para otro hasta que terminaba mareado, la limpieza era más dura que nunca ya que parecía que "misteriosamente" lo que acababa de limpiar volvía a estar sucio, cada vez lo llamaban para atender algo nuevo. Y no solo eso, también tuvo que hacer un viaje al pueblo para recoger los vestidos de sus hermanastros y plancharlos para después ayudarlos en ciertos arreglos para que quedaran de lo más presentables para el baile de esa noche.
Pero Reki trabajaba de la manera más diligente, como si ya hubiera perdido la habilidad de cansarse, a pesar de que sus pies lo estaban matando y sus manos ya se encontraban llenas de callos. Sin embargo, trataba de mantenerse positivo, no podía rendirse tan fácil. Finalmente, luego de repasar dos veces toda la lista de tareas, pudo decir que ya había terminado. Lanzó una risa triunfante, ahora solo debía apresurarse a encontrar algo que ponerse. Fue entonces que la puerta sonó, y grata no fue su sorpresa al encontrarse con ya había llegado el carruaje a recoger a la gente de la casa.
Su corazón dio un vuelco, estuvo tan concentrado haciendo sus tareas todo el día que el tiempo se le pasó volando.
-"No puede ser... estuve tan cerca..."- sus ojos comenzaron a aguarse, pero no podía permitirse llorar en ese momento, no le quedaba más opción que ir con la cabeza en alto a avisarle a su padrastro y hermanastros que ya habían llegado por ellos.
-"¡Pero Cindereki, no ta has arreglado!"- le dijo su padrastro asomándose por la puerta cuando el pelirrojo la tocó para avisarles que ya habían llegado por ellos. Que falso sonaba su tono de preocupación.
-"Eso es porque no iré, buenas noches."- esas palabras le dolían mucho, se vio forzado a dar media vuelta y comenzar a caminar en dirección a su habitación, no iba a romperse frente a ellos.
-"Oh, que pena. Tal ves para la próxima."- soltó tratando de contener una risa.
Cherry y Miya se asomaron detrás de su padre, todavía no se habían vestido, sonriendo triunfantes viendo como Reki se alejaba con la mirada gacha.
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