v. Chapter five

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Julio de 2007

Afuera se estaba produciendo un aguacero como el que ese verano no había visto antes. Pero dentro de la entrada del café, Hermione estaba preocupada por personas como Draco nunca había visto., Hermione estaba preocupada por personas como Draco que nunca había visto eso antes.

-¿Qué diablos te pasa?-                     

Pero ella no le prestó atención, simplemente siguió buscando más y más en su bolsa mágicamente expandida y murmurando -¡oh no, no, no, no hay forma de que no tenga uno!-

La gente seguía teniendo que moverse entre ellos cuando salían o entraban al café mientras Hermione seguía buscando frenéticamente su bolso y Draco resoplaba de impaciencia.

-¡Oh, no puedo creer esto, olvidé mi paraguas!-

Draco sonrió. -¿Quieres decir que en toda la casa, la biblioteca y la oficina que tienes metida allí, olvidaste algo tan simple como un paraguas? Mala suerte, se ve bastante desagradable ahí fuera-.

-Cállate.- Ella abandonó su búsqueda y luego miró con temor hacia afuera a la tormenta y luego, con esperanza, hacia él.

Su sonrisa solo se hizo más profunda. -Ni una oportunidad, Granger.-

De hecho, pisoteó su pequeño pie. Como un niño. -¡Vamos Malfoy! ¡Dame tu paraguas! ¡Tengo que presentar mi traducción de runas al enlace Mer-Personas tan pronto como llegue a trabajar!-

-¡De ninguna manera! No es mi culpa que estés tan mal preparada para los elementos esta mañana-.

-¡Qué caballero eres! ¿No tuviste lecciones de etiqueta durante tu mimada niñez aristocrática?-

-Dos veces a la semana. Pero eso no cambia el hecho de que necesito mi paraguas porque, como ya te dije, tengo una reunión muy importante con los representantes del Ministerio y los altos mandos de mi empresa esta mañana. Una reunión a la que me vas a hacer llegar tarde, así que mucha suerte, Granger-.

Draco abrió su propio paraguas y salió a la lluvia, mordiéndose el interior de la mejilla para evitar reírse. La pequeña señorita Sabelotodo estaba en un enigma: había demasiados muggles alrededor para que ella transfigurara o conjurara un paraguas o duplicara el de Draco.

Dándose la vuelta para ver el espectáculo, esperó bajo la sequedad y la comodidad de su paraguas negro. Hermione abrió la puerta con cautela, dejó paso a una pareja que entró corriendo, y luego se quedó congelada bajo el toldo. Fue su última defensa contra el inminente aguacero, y vio cómo su rostro pasaba del miedo a la sombría resignación. Comenzó a desabrocharse la chaqueta gris de su traje y Draco se dio cuenta con creciente horror de que tenía la intención de usar su pequeña y endeble chaqueta para cubrir su cabello, lo que significaba que su blusa blanca debajo estaría completamente expuesta a la lluvia y en segundos, lo más probable es que se volviera absolutamente visible. Fue realmente una visión desesperada.

Maldiciendo su repentino llamado a la caballería y atribuyéndolo a no querer llegar tarde, se acercó a ella. -¡Oh, no seas tan ridícula Granger, ven aquí!-

La tiró hacia adelante por su antebrazo y la inmovilizó a su costado, bajo la seguridad de su paraguas. Ella soltó un pequeño grito y tuvo que sujetar su cuerpo y recuperar el equilibrio colocando un brazo alrededor de su cintura y el otro detrás de su espalda.

Ninguno de los dos dijo una palabra mientras él prácticamente los llevaba juntos por la calle. Draco se concentró en contar sus respiraciones, pero también en no respirar demasiado, y ¿siempre tenía que concentrarse tanto en respirar? Yo tengo el control de esto.

Remain Nameless; DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora