Rose Valley boys IV
No es necesario leer el resto de la saga para avanzar con esta lectura, pero se recomienda para una mejor comprensión de la historia.
Magnífica portada creada por @imfleurie ❤️
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MACKENZIE
Entrecerré mis ojos y ladeé la cabeza mientras observaba con atención al muchacho sentado frente a mí. Su cabello rubio cenizo estaba desordenado y caía despreocupadamente sobre su frente, sus ojos azules grisáceos observaban con atención la taza de café en sus manos y su rostro apuesto cargaba una expresión de extraña concentración. Theo era apuesto, como condenadamente apuesto, pero no era eso lo que más llamaba mi atención.
ꟷ¿Tengo algo en la cara? ꟷquiso saber.
ꟷMi mirada.
ꟷEsa no es una buena respuesta.
ꟷLa es.
Elevó su mirada y sus labios se curvaron en una sonrisa tranquila, una sonrisa amistosa que me resultaba terriblemente bella. Y allí radicaba mi duda, ¿cómo un muchacho que se veía como él podía ser como él? En otras palabras, ¿cómo podía ser tan agradable y a la vez apuesto? Sí, era un cliché horrible eso de que era imposible ser buena persona y atractivo a la vez; sin embargo, él era ambas cosas elevadas a una potencia casi infinita. ¡Y era bisexual!
¿Qué tenía que ver su orientación sexual en todo eso? Sencillo, cuando en mi mente él era gay resultaba más sencillo ignorarlo porque suponía un imposible, pero si a él le gustaban las mujeres eso complicaba todo. Bien, no estaba diciendo que él automáticamente se enamoraría de mí sino que yo tenía un pésimo expediente en el que demostraba mi escasa capacidad para mantener amistades con muchachos sin llevarlo a algo más y realmente me apetecía dejar a Theo en la exclusiva zona de amigos. Él no era un chico común y corriente, era uno de los mejores amigos de mi hermano, mi compañero de piso y mi jefe temporal. ¡Era la mezcla de todos los desastres amorosos que se presentaban en las novelas!
ꟷCreí que querías hacerme un millón de preguntas.
ꟷEstás en lo correcto, hombre.
ꟷPero no has hecho ninguna ꟷseñaló con obviedad.
ꟷNuevamente estás en lo correcto.
Suspiré con pesadez y tomé el tenedor para comenzar a devorar mi desayuno. Habíamos llegado a la cafetería unos buenos minutos atrás y nuestros desayunos habían arribado a nuestra mesa con rapidez, en todo ese transcurso de tiempo yo me había mantenido callada observándolo. Y era un poco atemorizante a decir verdad. Tenía suerte de que nadie me hubiese acusado de acosadora aún.
