Cap. 12

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Mis manos sin esperar más, comenzaron a recorrer tu cuerpo, mi boca volvió a buscar tus labios.

Mi mano derecha comenzó a descender lentamente llegando al borde de tu ropa interior, esta vez no pasé por encima, mis dedos entraron dentro de tu tanga, buscando mi tesoro, apenas llegué eh hice presión en tu clitoris, mordistes mi labio seguido de un gemido.

Mis besos empezaron a bajar, por tu cuello, tus pechos... dios que delicia.
Mientras mis dedos seguían haciendo su trabajo ahí abajo, mi mano subía y bajaba acariciando tu intimidad, tus caderas empezaron a bajar y a subir.
Tus manos tenían en puño las sabanas.
Yo también lo estaba disfrutando tanto como tú.
Tu respiraciones eran profunda, empezastes a gemir con más frecuencia.
Tus caderas comenzaron a subir y a bajar más rápido, tu estabas haciendo todo el trabajo, mi boca seguía entretenida con tus pechos, los chupaba, succionaba y daba pequeñas mordidas.

No sabia si se volvería a repetir esto, por si ya no, quería disfrutarlo tanto como pudiera, quería grabarme cada centímetro de tu cuerpo.

Una de tus manos se colocó con fuerza sobre la mía, que estaba dentro de tu ropa interior, tu cadera quedó levantada, y salió un gemido tan fuerte de tu boca, que seguramente escucharon los vecinos.
Tus fluidos mojaron mis dedos, era bastante, era como si fuera tu primera vez.
Tu cadera cayó de golpe en el colchón y un gran suspiro salió de tu boca.

-Como... es que... lo haces.?- preguntastes con el aire faltante.
No te dije nada simplemente te sonreí, aún con mi boca en tus pechos.
Tus manos me tomaron de la cabeza y me dirigistes a tu boca, volví a besarte, no me canso de decir que me encanta tu boca tus labios, tu lengua, todo de ti me encantaba.

Ansiaba por probarte, moría por bajar, y beberme todo ese jugo desperdiciado.

Tus manos empezaron a desabrochar mis jeans, nono, no te iba a dar el gusto, tomé tus manos y las coloque al lado de tu cabeza una de cada lado.

Mi boca comenzó a bajar, esta vez pasé por en medio de tus pechos y segui bajando, llegué a tu abdomen, tu ombligo, pase por encima de tu ropa interior y quede en medio de tus piernas. Pase mi lengua un tu centro sobre tu ropa y te vi como levantabas la cabeza y gemistes, hacer esto era increíble, era lo mejor que puede haber echo en toda mi vida.

Mis manos empezaron a bajar, pasaron masajeando tus pechos y siguieron su camino hasta su destino, tu ropa interior.
Lo empecé a bajar, tu ayudaste levantado tus caderas, pasó por tus piernas y lo tiré por algún lado de la habitación.

Volví a esa diosa que tenía en enfrente, comencé a besar tus piernas hasta llegar a mí manjar, pase mi lengua como si fueras un helado, de abajo hasta arriba, llegando a tu vulva. Te besé, y solo en ese momento te penetre con mi lengua.

Te veía desde abajo y era una vista increíble, te vi levantarte, cerrar los ojos con fuerza y al final echaste la cabeza hacia atrás y soltastes un gemido encantador para mi.
Quería que te corrieras en mi boca, tus manos llegaron a mi cabeza haciendo presión. Mi lengua entraba y salía, mientras que mi dedo pulgar me ayudaba a estimular tu clitoris.

Tus piernas empezaron a cerrarse, y tus caderas volvieron a levantarse y a bajar. Tuve que ayudarme con las mano para volver abrir tus piernas, por que no me dejabas hacer bien mi trabajo. Tus gemidos no paraban, ya estabas más sentada que recostada.

Tus piernas una vez atraparon mi cabeza y mi lengua quedo atrapado dentro de ti, tus manos seguían sujetando con fuerza mi cabeza.

-Aahhhhh.!!!- volví escucharte gemir, y todos tus esparmos cayeron en mi boca.
Me encantaba, escucharte por mi seguiera haciéndote gemir toda la noche.

Tus manos y tus piernas me empezaron a soltar lentamente, fue entonces que empecé a limpiar lo que no quedó en mi boca, no quería desperdiciar nada.

Tu caíste rendida en la cama, me levanté y te vi, y lo único que quería en ese momento es acostarme a tu lado y abrazarte con fuerza y pegarte a mi cuerpo, para después verte dormir y velar tus sueños.
Pero mi triste realidad era otra.

El tiempo había pasado y Daniel estaba por venir, no debía encontrarme aquí y ni mucho menos con su esposa completamente desnuda.

Llegué a ti gateando sobre la cama, tenías los ojos cerrados, en verdad te habías cansado. Besé tus labios y tu rodéastes mi cuello con tus brazos.
En verdad me estaba tomando todas las fuerzas del mundo el tener que soltarte y dejarte así.

-Tienes que ducharte y arreglarte, Daniel esta por venir.!- apenas había dicho Daniel y tus ojos se abrieron de golpe, me tirantes hacia un lado y te bajaste de la cama, empezastes recoger tu ropa por todos lados y saliste de la habitación.

Ok se terminó la magia en cuestión de segundos. Yo también reaccioné, me arreglé la blusa y el pantalón, mientras lo hacía pude observar que no habían muchas cosas en esta habitación.
Arregle las sábanas de la cama y salí, enfrente estaba la otra habitación, se escuchaba el agua correr de la regadera, supongo que en la que estuvimos era la de las visitas.

Baje a ver, y el pollo ya estaba, vaya que el horno se apagaba automáticamente si no se hubiera quemado.
Termine con la ensalada. La sonrisa y ese cosquillero en mi estómago no desaparecía, aún no creía lo que acaba de suceder, sentía como si fuera solo mi imaginación y que no fue cierto, pero mis labios dicen lo contrario, tenía mi labio inferior lastimado

Empecé a colocar la mesa, no encontraba donde estaban las cosas, tenía toda las puertas abiertas. Al mismo tiempo estaba nerviosa, sentía que Daniel se iba a dar cuenta o que iba a sospechar.

Escuche la puerta de la calle abrirse, y mis nervios se incrementaron, tenía una mezcla de felicidad y nerviosismo, miedo y alegría a la vez, era eso posible.?

Amándote En Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora