Cap. 11

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Recordé que estaba llorando antes de que tu me besaras, bajé la mirada rápidamente, que pena eh de tener los ojos rojos.
Pero me volvistes a tomar del rostro y una vez más tus labios estaban tocando los míos.
Una vez más quede sorprendida, no sabia que hacer, tenía miedo de hacer algo que te molestara.

Por primera vez tenia miedo de hacer algo que le molestara a la otra persona.
Y por primera vez, alguien con sus besos me estaba llevando a otra dimensión.

Tenía miedo, pero no pensaba perderme esta oportunidad, no sabría si se volvería a repetir.

Mis brazos te rodearon de la cintura y te pegué a mí, lo más que puede. Te correspondí ese beso también. Tus brazos rodearon mi cuello, y mis ganas de querer apretar tu hermoso trasero, no salía de mi mente, pero no quería que te alejaras, por hacer algo que quizá no te guste.

Sentí nuestros pechos pegados uno con el otro, podía sentir tu pecho rozarse con el mío, y en lo único que pensé fue... que se sentiria si estas telas no estuvieran de por medio. Supongo que moriría al sentir tu piel contra la mía.

Nuestros besos empezaron a incrementar, tu lengua entró en mi boca sin mi permiso y un gemido salió de mí boca, que fue ahogado entre la tuya. Que envidia le tenía a Daniel en estos momentos, que afortunado era él. Al tenerte, al poder besar estos labios, al ser dueño de esta boca, al poder despertar todos los días con uno de tus besos, lo envidiaba por que a él lo besas de la misma manera.

Una de tus manos se perdió entre mis cabellos, mmh que bien se sentía. Te despegabas de mi boca solo por segundos, solo para tomar aire y volver con más deseo.
Mis manos subieron por tu espalda tocándote con deseo, pase sobre el cierre de tu vestido y el de tu sujetador, que daría por recorrer tu piel, sin ninguna tela que me lo impida.
No sabía cómo ibas a reaccionar pero me atreví. Mis manos bajaron directo a tu trasero, esas nalgas tan bien hechas, las tome en mis manos y las apreté con deseo, con hambre y te pegué más a mí. Te escuché gemir y mordistes mi labio con fuerza, eso me encantó. Eso quería decir que no te había molestado al contrario te encanto.
Fui la mujer más feliz, había logrado tocar ese trasero con ese vestido tan provocador.

Empezastes a caminar hacia atrás sin despegarte de mí, y sin dejar de besarme.
Pasamos por el comedor, despues la cocina, al lado derecho había otra puerta, esta no era segura, se podía abrir para dentro o para fuera.
Tu solo la empujastes con tu trasero, y solo entonces te alejastes de mi, vi unas gradas, pero tú rápidamente me tomastes de la mano y empezastes a subir, yo te seguí por que tirabas de mi mano, bueno tampoco era que me hiciera de rogar.

Llegamos arriba no me distes tiempo a ver nada, por que ya me habías puesto contra la primera puerta que encontramos. Tus brazos volvieron a rodear mi cuello y tu boca volvió a estar con la mía.
Ya los estaba echando de menos, mis manos volvieron a rodear tu cintura, esa cintura que me encantaba. Uno de mis brazos se quedó sujetandote con fuerza de la cintura y la otra empezó a subir por tu espalda llegando a perderse entre tus cabellos.

Ya había perdido el control, mi boca comenzó a bajar por tu cuello, te deseaba, te deseaba tanto. Pase mi lengua por tu clavícula y empecé a subir hasta el lóbulo de tu oído. Te volví a escuchar gemir, y eso me prendía más, me hacía saber que estaba haciendo un buen trabajo.

Volvistes a caminar hacia atrás, deje de sentir uno de tus brazos en mi cuello, escuche una puerta ser abierta, y fuistes tu. Caminamos hacia dentro, era una habitación que estaba enfrente de donde estábamo.
Cerré la puerta con mi pierna, así me sentía más segura, no había una luz que me dejaba verte.

Mis manos volvieron a bajar a tu trasero y volví a apretar tus nalgas con fuerza, las levante, las junte y las separe, mmh quería morder esas nalgas, quería hacer muchas cosas contigo.
Te di la vuelta y no te negastes, uff tu trasero encajaba perfecto en mi centro, mis manos estaban en tu cintura. Una de tus manos me seguía sujetando de la nuca, mientras yo empezaba a besar tu cuello, mis manos comenzaron a subir y llegaron a tus pechos y los apreté con ganas. Te escuché gemir pero esta vez más fuerte, hicistes un leve movimiento con tu trasero en mi centro y tuve que ahogar un gemido en tu cuello y mis manos apretaron más fuerte tus pechos, te encantó hacerlo que lo volvistes a repetir, mi respiración estaba entre cortada, si seguías así, iba a terminar viniendome yo, y no quería que eso pasara.

Baje mis manos a tus caderas y te detuve, al menos eso intenté, te apreté y pegué mi centro a tu trasero... mmmhh te deseaba con locura, moría por comerte completa.

Liberé tus caderas y llevé mis manos hacia tu espalda donde estaba el cierre de tu vestido, me encantaba como te quedaba, pero hoy me va a encantar más verlo en el piso.

Empecé a bajar el cierre lento pero seguro, mientras lo hacía, besaba cada parte que iba siendo descubierta, tu nuca, tus hombros, tu espalda. Retirastes tus manos dentro del vestido, y toda tu espalda había quedado descubierta, empecé a bajar, terminando de rodillas.
Besé el final de tu columna, ya casi llegaba al lugar que ansiaba, me costó bajar más la parte de tu trasero, me tomó hacer un poco más de esfuerzo, y como no si el trasero que te hechas.

Dios, estaba por morir de un infarto, te veías hermosa, tu ropa interior era gris de encaje negro, pase mi lengua por mis labios.

Dejé caer tu vestido al piso, te tomé de las caderas, tu pusistes tus manos sobre las mías con fuerza, te escuchaba respirar fuertemente.
Pase mi lengua por una de tus nalgas, como si fueras un helado y te estuvieras derritiendo, te escuché respirar fuertemente y apretastes con más fuerza mis manos que se encontraban aún en tus caderas.
Fue inevitable morder tus nalgas, no quería marcarte, no quería que Daniel se diera cuenta, pero fue inevitable.

Volví a ponerme de pie pero no sin antes volver a tomarte de ese trasero con fuerza, para después tomarte de la cintura con deseo. Así de espaldas, buscastes mis labios y volvimos a besarnos con deseo.

Mi mano derecha comenzó a descender y bajo a tu intimidad, toque sobre tu ropa interior y puede sentir lo húmeda que estabas, hice una leve presión y tú gemistes con fuerza en mi boca. Me encantaba escucharte gemir era como una melodía, desde el primer momento que te escuché.

Mi otra mano empezó a subir por tu pecho y empecé a darte leves masajes.
Te distes la vuelta desesperada y tus manos intentaron quitarme la blusa, pero no te lo permití, te tomé de la cintura y te levanté del piso. Adelante de nosotras había una cama, di unos pasos y llegué, te dejé caer suavemente, y me coloque sobre ti con cuidado para no lastimarte.

Mis besos fueron más desesperados, bajaron por tu cuello, y llegué a tus pechos, esté sujetador ya empezaba a hacer molesto, te levanté un poco y te lo desabroche sin dificultad, ya tenía experiencia haciendo esto.

Te volví a recostar en la cama, una de mis manos rápidamente llegó a darle atención a tus pechos.

Amándote En Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora