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──── ❝ AIMER ❞ ────

one.¦welcome to paris


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          AMELIÉ SALIÓ DEL baño y negó con su cabeza y una sonrisa divertida, al oír el sonido de la alarma de su hermana, que seguía sin despertar.

  —Oh, Amelié, cariño, ¿puedes ir a despertar a tu hermana? —pidió su madre que justo se dirigía a hacer lo mismo.

  —Enseguida. —respondió ella y apenas su madre dio la vuelta, comenzó a subir las escaleras de mano que llevaban a su habitación.

Apenas abrió la escotilla, los colores rosados que dominaban la habitación de un lado, y del otro todo en tonalidades marrones, inundaron sus ojos dándole ese sentimiento de confort que sólo su habitación sabía darle. Subió las escaleras que dirigían a la cama donde su hermana estaba extendida como una estrella de mar. Tomó impulso y se lanzó sobre ella comenzando a golpearla con la almohada.

  —¡Marinette! ¡Tu alarma lleva sonando 15 minutos! —gritó pero Marinette ni se movió. —Si no te levantas en cinco segundos, te tiro de la cama. —contó los cinco segundos en voz alta, cada vez más fuerte, pero al seguir sin haber respuesta se encogió de hombros y se arrastró hasta el costado de su hermana antes de lanzarla de la cama.

  —¿Qué fue eso? —gritó su madre desde abajo.

  —Marinette se cayó de la cama, pero descuida está viva. —gritó Amelié en respuesta cuando la nombrada se sentó agarrándose la cabeza.

  —¿Era necesario?

  —Duermes como marmota —respondió Amelié cuando ya se encontraba abajo. —, así que sí, era necesario. Baja a desayunar que debemos irnos dentro de un rato.

Ambas bajaron encontrandose con la barra llena de comida para que ambas desayunaran. Le dieron un beso en la mejilla a su madre y se sentaron haciendo su típica rutina. Había algo que sus padres siempre reían al respecto y era desde que nacieron, tenían las rutinas acomodadas para que ambas pudieran estar tranquilas. A la hora de desayunar, Marinette siempre era la primera en tener la leche gracias a que prefería ponerla antes que el cereal, y Amelié siempre tenía primero el cereal porque prefería ponerlo antes que la leche. Era un show digno de admirar por cómo intercambiaban las cosas en el momento justo.

  —Te apuesto lo que sea a que Chloé estará en nuestra clase otra vez. —comentó Marinette mientras Amelié se llevaba una cucharada de cereal a la boca para luego asentir apoyando lo que dijo su hermana.

  —¿Cuatro años seguidos? —preguntó su madre. —¿Es eso posible? 

  —Por supuesto. ¡Qué suerte que tenemos! —respondió Amelié.

  —¡No digas eso! —reprochó su madre. —Es el inicio de un nuevo año. Estoy segura que todo estará bien. 

Las hermanas se miraron haciendo una mueca, no lo creían posible, pero igual mente asintieron en dirección a su madre con una sonrisa. Aunque las cosas se arruinaron un poco cuando Marinette intentó dejar la caja de cereal a un lado, empujando una naranja del bol junto a ella, tirando la leche y otras cosas más, de inmediato murmurando algo pidiendo perdón.

  —Tranquila, Mari. —le dijo su hermana mientras ayudaba a su madre a recoger.

Al terminar de desayunar, Amelié le había gritado a Marinette que se apurara como cinco veces porque no se decía en qué ponerse, y apenas se encontraron listas, las tres bajaron hacia la panedería para que su padre le entregara a Marinette unos macarrones que quería llevar el primer día. Amelié no llevaba nada, pero estaba dispuesta a comer.

AIMER¦ADRIEN AGRESTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora