Mireya había amado mucho, pero se equivocó al amar.
Fue lastimada en nombre del amor, y eso la mató un poco cada día.
Llevaba varios días sin alisarse el cabello que se le encrescaba ante el menor descuido. Era pelirroja, de piel rosada, pecosa; sus dientes frontales le daban una apariencia infantil cuando sonreía, pero hacía tiempo que no se aplacaba el pelo ni mostraba su dentadura al reír.
El rostro de Mireya había perdido el brillo cándido que la caracterizaba. Estaba muy lejos de aparecer esa niña de cara redonda y caireles anaranjados. Ahora se veía como una señora madura, más bien tosca, fatigada de apenas que le quitaban el resuello y le invertian la sonrisa dibujándole en las comisuras profundas marcas de expresión.
¿Cómo podía una mujer como ella, tan dulce, tan romántica, tan capaz de brindar cariño, haber errado no una, sino tres veces? ¿Cómo pudo dejarse usar por dos hostigadores para después entregar su corazón al hombre equivocado? De las primeras caídas se levantó encallecida y hasta incitada a la revancha. Pero de la última, no. Jamás se recuperaría. Había marcado su fin. No sé sentía capaz de seguir viviendo.
Tomó un frasco de calmantes, vertió el contenido completo sobre su mano y lo miro. Necesitaba acelerar las cosas.
Echo las pastillas a la boca y las tragó.
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Mientras Respire
ChickLitAntes que nada quiero aclarar que este no es libro mío, pertenece al escritor Carlos cuatemoc Zanches. ¿Qué sucede cuando tres mujeres abatidas por la traición y la soledad deciden suicidarse juntas? Ellas han sido lastimadas "en nombre del amor"...