—¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?—Zoe tenía una migraña de dimensiones clínicas—. Me duele la espalda; no puedo ver.
Por un momento pensó que estaba ciega. Estiró sus manos y palpó alrededor. Junto a ella había un cuerpo inerte. A su derecha, la pared. Enfrente, una puerta áspera y astillosa con un agujero en vez de chapa. Abrió mucho los ojos y trató de distinguir las formas. Percibió sombras de un escenario grotesco, incomprensible. No estaba ciega. Se encontraba encerrada en una especie de closet.
Vinieron a su mente las últimas escenas antes de perder el conocimiento. Tres sujetos con el rostro cubierto por medias de lycra había irrumpido en la casa. Se abalanzaron sobre ellas y las sometieron. Todo fue muy rápido.
Empujó a la persona a su lado.
—¿Quién eres?
—Mmh—sintió que el cuerpo junto a ella se movía, pero no con movimiento propio, sino como si alguien más lo hubiera acomodado.
—¡Despierta!
—Mmh; ¿qué pasa?
Zoe reconoció la fonación rasposa de Mireya. Le dijo:
—Creo que nos drogaron con cloroformo o algo parecido...
—¿Cómo? ¿Quiénes?
—¡Los tipos que entraron a la casa!
—Sí... ya me acuerdo... Cuando abriste la puerta te empujaron con fuerza. ¿Estás bien?
—Solo me estalla la cabeza.
—¿Y Ana?
—Creo que está junto a mí. Parece desmayada.
—¿Respira?
—Se mueve un poco...¿Ana? Somos nosotras. Despierta...
—¿Qué... qué pa... pasa?
—Nos encerraron.
—¿Ya? ¿Al fin? ¿Estoy muerta?—la lengua se le pegaba al paladar—. Que bien.
—Ana, estamos vivas. Alguien nos encerró.
Mireya trató de analizar. Miró su reloj fluorescente.
—Son las tres de la mañana. Hemos estado inconscientes desde las doce. Parece la bodega de un taller mecánico. Hay grasa en el piso. Huele a gasolina.
—Está muy oscuro. Hace demasiado calor—dijo Zoe—. Nos cargaron hasta aquí.
—¿Quienes?—preguntó Mireya.
—Los hombres que entraron a la casa.
Afuera del closet se escuchó el siseo de dos objetos friccionado, como si alguien estuviera arrastrándose en el cuarto contiguo.
—¿Pilar? ¿Eres tú?
Nadie respondió.
Las tres mujeres comenzaron a pedir auxilio; preguntaron a grandes voces si había alguien ahí; gritaron que las dejaran salir. Pero nadie contestó; después de varios minutos, guardaron silencio y aguzaron sus oídos.
—Tal vez van exigir un rescate por Zoe. Es la única de las tres que tiene dinero.
—Mi marido es el que tiene, y él no pagaría un rescate por mí.
—Está sucediendo—la voz de Ana se escuchaba entrecortada—. Déjense llevar; así todo será más fácil.
—Afuera hay alguien. En cualquier momento nos van a sacar...
—¿Y eso será bueno o malo?—Preguntó Mireya—,¿ para empezar, por qué nos metieron aquí?
Zoe se dio cuenta de que el nivel de oscuridad percibido por sus neuronas era idéntico cuando abría o cerraba los párpados. Así que los cerró. Y trató de respirar despacio.
Sintió que giraba y giraba. ¿Qué le habían dado? Su mente no podía procesar pensamientos claros, pero si generaba sinapsis completas hacia los recuerdos de corto plazo.Trató de atar cabos. Vio con nitidez el reportaje para el día de las madres que hizo Pilar.
El video mostraba a mujeres ejecutivas, trabajadoras, amas de casa, líderes y estudiantes, pero todas ellas cansadas o madre de familia. Criticaba abiertamente lo misoginia y el machismo; hacía entrever que se trataba de un problema común, diseminado en todas las clases sociales.
El reportaje de Pilar contenía imágenes reales, levantadas en vivo y aunque la voz del locutor sonaba afable, casi cándida, el guión era agresivo.
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Mientras Respire
ChickLitAntes que nada quiero aclarar que este no es libro mío, pertenece al escritor Carlos cuatemoc Zanches. ¿Qué sucede cuando tres mujeres abatidas por la traición y la soledad deciden suicidarse juntas? Ellas han sido lastimadas "en nombre del amor"...