Tres años atrás
Todavía tenía las manos manchadas de su sangre, una de las desventajas de la forma humana era esta. Matarlo no fue un problema, como demonio era débil y como humano aún más. Parecía deteriorado por los años, como si jamás hubiese sido un ser sobrenatural. Aún así, murió feliz. Cuando clavé la daga en su corazón me sonrió como quien gana un juego y no le importa después perder el campeonato.
Tuve que cerrarle la herida, Mammón me había enseñado justo para casos como este, lo dejé intacto y puse un frasco que traía con él así nadie sospechaba. Fui a su casa y leí todo lo que pude y entonces comprendí aquella última sonrisa. Todo había cambiado, tener la piedra no me serviría de nada, no podía usarla. Va'sha se encargó de que solo los que tenían su sangre pudieran hacerlo, la lista no era muy larga, solo sus dos hijas y un hermano demonio como él.
Quise llevarme la piedra de todos modos, busqué por todo el lugar hasta que por fin la hallé. En una cama la vi, enroscada en su cordón negro y esperando por mí, junto a ella, una humana.
Tenía el pelo castaño y muy largo, la cara pálida pero hermosa, más hermosa de lo que jamás llegue a pensar que sería algo. Inconsciente la admiré por un rato, un cuadro sobre un aparato de madera la mostraba a ella junto a Va'sha abrazados y entonces comprendí que era su hija. En aquel pequeño cuerpo corría la sangre de un demonio, pocos humanos habían tenido el privilegio, o la desgracia, de cargar con tal poder. Seguramente ella no lo sabía, así era mejor.
Desistí de llevarme la piedra, después de todo no podía usarla. La admiré un rato más y me fui, pero no deje de pensar en esa humana ni un instante, no podía. Faith Jennings, que nombre tan curioso y tan irónico. Ella tenía la piedra y tenía la sangre, podría matarme a mí, a mis hermanos, podría matar incluso al mismo rey del infierno y allí estaba, pálida y dormida sobre una cama, sin idea de que su padre había muerto, sin idea de que su vida estaba atada a un destino diferente, único, impensable.
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Ahora
— Tenemos que hacer algo, es mi hermana y es mí culpa, tenemos que hacer algo — Faith daba vueltas por el vestíbulo tan desorientada como histérica, Bruce seguía tirado sobre el sillón lleno de sangre y Forest se había acercado a la chica para intentar calmarla.
— Tranquila, Ey, Faith ¡Faith! — la chica se detuvo y lo miró — primero tenemos que ocuparnos de Bruce, si no lo llevamos al hospital rápido va a morir.
— Si, cierto, llamaré una ambulancia.
Agarró el teléfono de la habitación y llamó a una ambulancia, mientras, Forest le lavó un poco la herida a Bruce le puso una venda para que no sangrara tanto. La chica se incorporó.
— Forest, necesito hablarte a solas en lo que llega la ambulancia.
— ¿Claro y yo me quedo aquí, muriéndome, no? — dijo Bruce algo irritado.
— Tampoco es que podamos hacer mucho — bufó ella — además es solo un momento.
Faith y Forest salieron del vestíbulo y entraron a uno de los cuartos, cerraron la puerta y se pararon cada uno a un lado opuesto de la cama.
— Entonces, a partir de ahora ¿Cómo te debo llamar? Forest, Belfegor.... ¿Cuál prefieres?
— Faith no ...
— Solo hay una cosa que no entiendo ¿Por qué no me mataste y te llevaste el cristal? Hubiese sido todo más fácil para ti. — Ella sabía la respuesta pero aún así quería oírla, quería oir a Forest decirlo todo.
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La Nuera del Diablo
FantasyFaith Jennings acaba de graduarse de la preparatoria y de ser aceptada en la universidad de sus sueños. Para celebrar se embarca en un viaje a Hawaii con su hermana un año menor y su mejor amigo. En lo que deberían ser unas vacaciones muy merecidas...