Faith sentía sus ojos muy pesados y su garganta seca, estaba completamente desorientada y su cabeza parecía que quería reventarse del dolor, mientras levantaba la vista, solo podía escuchar un sonido eléctrico e intermitente que venía de un costado. Levantó sus párpados y observó lentamente a su alrededor, estaba sentada y frente a ella había una silla de madera desgastada. Las paredes de aquella habitación tenían grietas en el acabado y el techo, grandes manchas que debían ser de la humedad. Una lámpara a su lado era la causante del tintineo que había escuchado antes. No podía mirar hacia atrás, tenía las manos atadas con un fuerte nudo contra la espalda y las piernas juntas en la misma situación. Estaba confusa y mareada, no tenía idea de donde estaba o quién la había llevado allí. Sintió el sonido de una puerta abriéndose detrás de ella y su corazón reaccionó con un vuelco repentino, su respiración se agitó y se activaron todas las alarmas de su cuerpo: tenía miedo.
- Hola, sobrina. - un vaso de agua sostenido por una mano delgada aparecía delante de ella al unísono con las palabras, lo necesitaba pero no tenía intención de aceptar nada que viniera de algún desconocido, mucho menos después de aquellos dos días que la habían llevado hasta aquel momento. - Vamos, toma un poco, lo necesitas.
- ¿Qui.... Quién eres? - hablar era difícil en aquellas condiciones, la garganta le latía mientras lo intentaba y la sien le daba fuertes latigazos. - ¿Dónde estoy?
- Tranquila, toma agua y luego hablamos. Vamos, si quisiera hacerte algo ya lo habría hecho.
Tenía sentido, si estaba amarrada en aquel momento era porque quién fuera que la tuviera allí no tenía intenciones de matarla, al menos no en ese momento.
Llevó sus labios al borde del vaso, el hombre lo inclinó y dejó caer el líquido hacia la boca de Faith quién lo saboreó como si fuera algo divino. La sensación del agua resbalando por su garganta era maravillosa, eliminando la resequez y haciéndole sentir un alivio impresionante. Cuando estuvo satisfecha tragó marcadamente y volvió a su faena esta vez con la voz más clara.
- ¿Quién eres?
- Bien - frente a ella apareció una figura joven y esbelta, vestido con una chaqueta de cuero negro sin mangas y un pantalón de la misma textura y color. Tenía muy poco pelo y unas cejas anchas y desarregladas, la nariz pequeña pero puntiaguda y los labios igual de diminutos. Lo que más le llamaba la atención a Faith eran los dos aretes de cristal rojo que tenía. - mi nombre es Taesh.
- ¿Por qué me has dicho sobrina? - la chica no dejaba espacio entre palabra y palabra de la conversación, estaba acelerada y buscaba respuestas, su paciencia después de todas esas cosas se estaba agotando.
- Porque las cosas se llaman por su nombre. Soy hermano de Va'sha, tu padre.
Por primera vez hubo un silencio, se miraron fijamente e intercambiaron una sucesión de expresiones uno al otro en donde por parte de Faith resaltaba la sorpresa y por parte de él una pequeña sonrisa a mitad de cara. La chica todavía tenía demasiadas preguntas y no sabía cuál hacer primero.
- ¿Entonces también eres un demonio?
- Me parece una pregunta bastante tonta de tu parte pero sí, soy un demonio. Sólo que, no soy un demonio normal. Mira, todos los demonios nacemos con una o varias características... especiales. Seguro Belfegor ya te ha hablado de eso.
Cierro, Belfegor, Forest. Faith lo había olvidado por completo, había sido acusado y llevado a la comisaría y le había pedido que buscara el dinero para la fianza y.... Bruce, Bruce estaba en el hospital.
- ¡Bruce! - exaltada Faith intentó levantarse pero la movilidad era mínima y solo consiguió hacer que sus tobillos y muñecas le dolieran. - tengo que ir al hospital.
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La Nuera del Diablo
FantasyFaith Jennings acaba de graduarse de la preparatoria y de ser aceptada en la universidad de sus sueños. Para celebrar se embarca en un viaje a Hawaii con su hermana un año menor y su mejor amigo. En lo que deberían ser unas vacaciones muy merecidas...