Capitulo 10

417 36 15
                                    

La lluvia caía a cuentagotas, no tan fuerte como para preocupar a los lugareños, no tan suave como para que las doncellas salieran incluso con un paraguas en mano, caía en gotas lo suficientemente grandes para causar dudas a los que se escondían de ella.

Las ropas del joven estaban húmedas, pero no empapadas, su largo cabello negro se había desecho hasta caer suelto por la altura de sus caderas y llevaba el tocado que lo había adornado en una mano, dedos apretados alrededor, los ojos cerrados con resignación sin detener sus pasos calmados en la avenida.

Poseía un rostro que causaría la desgracia de una nación o dos y unos ojos que parecían contener los secretos del universo en su interior.

Lán Xichen se sorprendió a sí mismo observándolo, sus propias ropas húmedas y sucias, el barro manchaba el dobladillo de sus túnicas y la sangre manchaba una de sus mangas sin vergüenza, sus dedos buscaron en su frente encontrándola vacía y lisa bajo ellos. La confusión lleno sus ojos, y la bruma de un sueño perdido le impidió pensar en sus circunstancias.

Sintió el abandono a un lado de su cuerpo, como si hubiese perdido dos cosas importantes en el proceso de su llegada, su frente vacía y la vaina de una espada abandonada al un lado de su cuerpo. ¿dónde los había dejado? Se pregunto, más no pudo recordarlo.

Fue en ese momento que el joven que había estado observando llego hasta él, ojos oscuros como la profundidad de un abismo sin fondo y una piel blanca como la cal.

- El benefactor parece ser un recién llegado – llego el susurro de una bienvenida en una voz calmada y confortable – o parece estar perdido ¿necesita ayuda? – la pregunta no se hizo esperar, Lán Xichen aparto los pensamientos de la belleza del desconocido para tratar de revisar donde se encontraba.

No conocía el lugar, ni sabía como había llegado allí ¿había sido hacía poco tiempo? La bruma en su mente era fuerte y le impedía pensar con claridad.

Sabía que había llegado allí por una razón y sabía que su tiempo era limitado.

- Mi nombre es Lán Xichen – anunció, sin apenas darse cuenta, parpadeando con dolor ante su propia grosería. Frente suyo, el joven sonrió débilmente, invitándolo a continuar, pero Lán Xichen, Lán Huan no sabía que más decir.

Al final su interlocutor solo pudo presentarse a sí mismo, las manos unidas en un saludo semiformal.

-Este pequeño monje recibió como nombre Zhang Huiji, cuando llego a estas tierras... – parecía calmado y sensato cuando lo miraba, y el maestro de los recesos de la nube sintió por un momento que estaba viendo algo equivocado.

"este no era el rostro que tenía hace tiempo"

Tal vez era, que no era así como debía lucir. No obstante, probablemente de forma instintiva, Lán Xichen supo que podía confiar en la ilusión frente suyo.

-No sé cómo llegue aquí – confesó, y el desconocido asintió volviendo a sonreír.

-Pocos recuerdan inmediatamente como llegaron aquí, permítame ser su anfitrión mientras lo hace – invito, su mano extendida en una dirección – mi residencia no esta lejos y el maestro taoísta puede tomar un baño y cambiarse de ropas mientras tanto.

La lluvia continuaba cayendo sobre ellos, justo como al principio, lenta y suave, corriente y sin reducir su velocidad... sus ropas se sintieron repentinamente pesadas cuando escucho las gotas golpear contra el suelo.

¿Cuánto tiempo llevaban bajo la lluvia? Y, más importante aún, ¿Qué hacía allí?

-Tendré que molestarlo – las palabras salieron rápidas, como una decisión tomada y siguió al "falso" joven sin detener sus pasos.

Dos AmantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora