Capitulo 1

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Las grandes leyendas nacen en virtud de hombres excepcionales o de grandes mentirosos y en algunas ocasiones de monstruos de piel humana.

El detalle central de todos esos hombres-leyenda se basaba en que conseguían convertirse en el ideal de generaciones completas, porque estos seres eran capaces de alcanzar logros con los que muy poco se atrevían a soñar.

Wei Wuxian era uno de esos ideales casi inalcanzables, un inmortal con bastantes defectos y grandes virtudes que lo convertían en la pesadilla de bastantes hombres justos.

Había sido en el pasado el tipo de persona que genera leyendas, y más tarde, después de su renacimiento, era muchas cosas más en esa dirección.

No obstante, aun entre todos aquellos que, aunque no lo querían muerto tampoco lo tenían entre sus personas favoritas, se tenía la impresión de que nunca se convertiría en el tipo de leyenda que inspira futuras promesas, no.

Wei Wuxian era un amante del desastre, un cortejador de la tragedia, una llama maldita que bailaba al son de la devastación.

Y por muy brillante que fuera no todos lo querían, en el clan que se había convertido en su hogar, Lán Qiren solo lo porque su hacía feliz a su sobrino más joven y probablemente sin él, el estimado Lan Wangji aun seguiría siendo una sombra obsesionada con el pasado.

Siendo un hombre casado, Wei Wuxian había mejorado y madurado un poco para controlar esa tendencia suya por cortejar el desastre, así fuera únicamente cuando sabía que su esposo, el estimado Hanguang Jun no podía rescatarlo adecuadamente por estar ocupado en eventos obligatorios a su posición.

Entonces, podemos decir que la culpa de todo lo que ocurrió más tarde fue en primer lugar de Hanguang Jun, por no controlar los pasos de su esposo.

Y en segundo lugar de Wei Wuxian por ser un agente del caos.

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Las olas de vientos helados atacaron a los cultivadores que descendían de los cielos, y aquellos que llegaron por tierra y agua no lo tuvieron mejor.

El invierno había llegado aquel año con fuerza desleal, se sentía en la carne, y bajo la piel hasta filtrarse en los huesos de los cuerpos que ocupaban las almas de cientos de inmortales.

El tiempo había cambiado, los cielos se volvían cada vez menos piadosos, Jiang Wanyín lo sintió cuando al saltar de su espada para pisar el suelo de la ciudad bajo la montaña que escondía los recovecos de la nube.

El frío era atroz, desolador, lo habría llamado demoniaco más no se atrevió a echar la culpa del clima a unas prácticas deshonestas, al elevar la mirada en dirección a la ciudad que lo rodeaba solo pudo fruncir el ceño, Gusu se veía aún más silenciosos de lo esperado, la helada había acobardado los corazones mortales y los había mantenido en sus casas muy a pesar de la inherente curiosidad que pudieron sentir por la llegada de los inmortales, después de todo, habían pasado años desde la última conferencia realizada en los recovecos de las nubes.

No supo si sentirse aliviado por la falta de atención, dado que no había nada en la gente de Gusu que lo interesara, o intrigado por la situación... por lo general los Lan se enorgullecían de sus maneras justas por la gente a su alrededor y aunque el anterior líder había sido una decepción en muchos sentidos, Zewu Jun parecía por lo menos preocuparse por su gente.

Aunque, bien, tal vez no debería pensar en aquello... no se había relacionado muy activamente con ellos cuando no tenía seguridad de ganar algo con las relaciones, y no eran su gente al final del día.

Devolviendo a Sandu a su funda, hizo un gesto al discípulo líder de la comitiva para que los dirigiera a la posada que se había preparado anteriormente, caminando sin perder el ritmo a pesar del aterrizaje problemático y se felicitó a sí mismo por haber mandado hacer aquellas nuevas capas para su comitiva.

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