CAOS
Cinco contagiados.
Cinco personas han sido consumidas por el virus, en nuestra estadía en Sidney. Lo peor de la situación es que ni siquiera fue a causa de nosotros. Un navío llegó con un hombre en fase uno.
Es de esperar que la ciudad entera entre en colapso. El gobierno se encuentra en colapso y en cada esquina se escuchan los sollozos de miedo, angustia y terror.
—Necesitamos ya un plan de ataque, Jason— Luka Clark, vicepresidente de Australia, grita a través del sistema de comunicación que se cierne ante el consejo de élite militar del FBI. Aquí se encuentra tanto la sede de Australia, como la sede latina, a la que pertenecemos.
—Entiendo el terror que causa está situación, señor Clark. Pero espero entienda que no puedo arriesgar a las tropas sin un mantenimiento sanitario debido— El General habla, calmadamente. Aunque sus manos estén temblando de más.
Está ansioso.
—Sidney les abrió las puertas, precisamente porque contaba con la protección de uno de los entes más grandes y poderosos del mundo. Dígame, ¿cómo les explicaremos que ese ente ya no los quiere proteger? ¿Buscaba beneficio propio, señor Smith?— Ahora es el gobernador de Sidney quien lo encara, furioso. Su rostro lleno de arrugas lo hace ver más perturbador con la molestia.
—Con todo respeto, señor gobernador—Jason se levanta del asiento y con pasos lentos camina al holograma que muestra al mencionado—. Incriminarme de beneficios egoístas, no resolverá lo que está sucediendo a las afueras. No fuimos nosotros los causantes de los contagios. Contábamos con días extra para que nuestro personal de salud terminara de emplear los uniformes sanitarios. Días que no pudieron ejecutarse. Si se arriesgan a los soldados, ustedes ya no tendrán quién los proteja— El gobernador frunce sus labios en una fina línea, quizá reprimiendo las palabras.
—Colocamos un toque de queda de seis de la mañana a diez de la noche—Clark es quien toma la palabra en la tensión—. Dicho toque de queda nos permitirá ahorrar tiempo. Queda restringida la entrada y salida a cada estado del país. Sin contar que, solo las clínicas abrirán las puertas. Hospitales y laboratorios serán suyos. Su personal con el nuestro ahorrará días en el trabajo de los uniformes—Jason asiente a gusto con la decisión.
—Parece que tenemos un trato, señor gobernador—se dirige al susodicho con sorna, y éste solo logra dedicarle una mirada helada.
—Entonces se cierra la conferencia— Tras las últimas palabras del visepresidente, los hologramas se desvanecen, dejándonos a las tropas, solamente en la habitación.
—De ahora en adelante los entrenamientos serán más intensos. No se harán aquí, sino en el ferry. La seguridad aumentará. Las simulaciones subirán de nivel. Este es un código uno nueve tres uno. Emergencia roja. Nos enfrentaremos a la realidad—anuncia y ninguno titubea. Todos mantenemos compostura, incluso la sede Australiana.
Tras dar órdenes, cada uno se retira a su respectiva cabaña. Ya en la noche tenemos que desalojarlas y volver al ferry.
Un día, un solo día duramos en la ciudad y ya hay dificultades.
Quería visitar mi antigua casa, recordar el lugar donde crecí; pero ahora eso no podrá ser.
Charles no vuelve a mostrar registros de mi madre. Cosa que me tiene a mil por hora. No hay momento en que no busque en mi Blips, información de ella. No hay día que no para de pensarla.
Tengo miedo. Jamás creí que yo pudiera admitir ese sentimiento en mi vida. Pero aquí estoy, derrotada y abrumada por el temor.
Tengo miedo de lo que le suceda. Tengo miedo del mundo. Tengo miedo de mí..., de lo que yo pueda llegar a ser o causar.
ESTÁS LEYENDO
Outbreak
ActionNiebla... eso era todo lo que podían presenciar mis ojos. En cambio, mis oídos percibían gritos agonizantes, disparos y risas maliciosas. Mis manos ensangrentadas, temblaban; los nudillos me ardían, mi garganta estaba seca; mis ojos no paraban de so...