III

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PELIGROS Y PROPÓSITOS

—Kelly... Kelly—una voz femenina susurra a mis oídos, trayéndome de vuelta al mundo—. Vamos Kelly, despierta—es Adler.

Bostezo sin muchas ganas.

— ¿Qué pasa? —realizo un vago intento de abrir mis ojos, el cual termina con uno solo abierto y otro cerrado. Le echo una vista a mi band para saber la hora—. Son las cuatro de la mañana—me quejo.

—Escuché algo afuera, y quería que me acompañaras para ver de qué se trata—restriego mis ojos, abriendo los dos, por fin.

—Seguro es alguien que se levantó por comida—cubro mi rostro con la almohada, la cual ella quita.

—Estamos en una especie de Toque de Queda, ¿recuerdas? Está prohibido salir—sus ojos brillan en emoción, tal vez por querer salir.

—Exacto, está prohibido, si nos cachan tendremos problemas nosotras.

—No seas aguafiestas, no nos descubrirán.

—Bueno y, ¿qué te hace pensar que se trata de algo extraño?—pregunto, sentándome en la cama.

—Pues, lo que me despertó fue una especie de chillido, así tipo Chihuahua, ¿sabes?, así que me asomé por debajo de la puerta y noté la sombra de dos mujeres; luego un resplandor de color magenta. Las sombras salieron corriendo y decidí llamarte—hace ojitos tiernos
—. Por favor acompáñame—bufo, levantándome de la cama.

Eso indica peligro y adrenalina, algo que me gusta experimentar, así que termino accediendo.

—Está bien, pero ¿por qué no fuiste tú sola?—se encoge de hombros.

—Dos cabezas piensan más que una—se acerca creando un ambiente confidencial—, y aquí entre nos, las demás chicas me dan mala espina—dirijo mi vista a cada una, durmiendo. Todas se muestran inmersas en la profundidad del sueño, de ninguna brota una pizca de malicia, al menos no así.

Adler se adelanta, caminando en puntillas hasta la puerta, causando el menor ruido posible para no despertar a las demás. Yo en cambio, acostumbrada a este tipo de cosas, camino con tranquilidad hacia la puerta, sin causar absolutamente, nada de ruido. Me observa con el ceño fruncido; me encojo de hombros, ahorrándome las explicaciones. He desarrollado este tipo de destrezas gracias a mi pasión por la milicia y todo lo que abarca ello, de buena manera, claro está.

Adler trata de abrir la puerta, pero ésta al parecer tiene seguro por fuera.

— ¡Son unos...! —le tapo la boca callándola, señalándole a las chicas. Ella asiente comprendiendo— ¿Ahora cómo rayos vamos a salir de aquí? —le guiño el ojo con picardía. Siempre había querido aplicar esta destreza en algún momento y ahora se me está presentando la oportunidad.

Charles—susurro, poniéndome uno de los audífonos.

¿Si señorita?

Necesito un uno, nueve, cinco, nueve—de inmediato en mi mano, se forma una pequeña aguja. Adler me observa perpleja. La ignoro, colocando la agua en el cerrojo, haciendo una ligera presión.  Ésta brilla, hasta que la puerta se abre. Tomo la mano de Adler, y la saco conmigo.

—Necesito explicaciones—ordena.

—Hay huellas—ignoro sus palabras, observando el suelo. Ella dirige su vista hacia el punto donde se encuentran las huellas. Parecen como si alguien hubiera caminado sobre tierra o polvo.

— ¿Crees que ya se hayan ido? —pregunta. Como si se tratara de una invocación, murmullos se hacen presentes—. Están en el comedor—caminamos sigilosamente por el pasillo, hasta llegar al comedor.

OutbreakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora