XIX

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TREFFEN

 
—Aterrizaremos en un minuto. — Vuelve anunciar el piloto y yo no soy más que un manojo de nervios y ansiedad. Antes tenía miedo a lo desconocido, a lo que podría pasar después de las puertas de mis hogares temporales, donde solo éramos Magui, mamá y yo. Ahora no tengo miedo… tengo pánico. 

El pánico se ha adherido a mi vida al nivel de hacerme temblar ante las situaciones desconocidas. No soy la misma, y sé que muchos otros han vivido cosas peores a lo largo de sus años, pero a mí me han dolido mis tres meses de decadencia y sufrimiento. 

Jamás pensé extrañar el miedo, jamás pensé que extrañaría la sensación de que algo podría salir mal, porque ahora el pánico es mucho peor; el miedo ataca lo desconocido, el cual sabes que en cualquier momento no va salir bien; el pánico te llena de miles de pensamientos negativos que te llevan a idear en tu mente que, aquello que pueda salir mal te atacará directamente a ti, destruyéndote. 

En menos de lo que pienso, siento el jet agitarse, indicando que le aterrizaje está por finalizar. Me quedo estática en la cabina del baño. 

Esta habitación es tan estrecha pero a la vez tan lujosa. Está compuesta de una manera similar a la del ferry, solo que una pequeña cama se encuentra en el medio; una mesita de noche y una ventanilla, lo terminan. El baño es diminuto pero, sorprendentemente lo suficientemente espacioso para que una persona promedio pueda entrar; conformado por un retrete y un grifo, no hay ducha. 

 
El jet se detiene y mi corazón da un vuelco al saber que el viaje ha finalizado, que tengo que bajarme de esta máquina voladora, que entraré a otro lugar, otro país, otra ciudad. 

 
—Kelly, es hora de bajar, vamos. — Escucho la voz de Adler al otro lado y por un segundo, me siento tranquila. 

 
—Voy. — Tomo una respiración profunda, mentalizándome de lo que pueda encontrar al bajar, y con esfuerzo, coloco mi mano en la perilla de la puerta del baño y camino hacia la otra, la cual, separa la habitación del pasillo. Pero solo la observo, sin abrirla. 

—Kelly… ¿estás bien? —Una pequeña lágrima cae por mi mejilla y decido secarla rápidamente. 

 
Tomo impulso y abro la puerta, encontrándola con la mirada triste. La amo, pero no quiero que me vea con lástima. 

 
—Estoy bien. — Respondo finalmente, sin dejar de observarla, quiero que sepa que no estoy para recibir lástima. 

 
—Vale. — Asiente aunque sé que no se lo ha creído—. Te gustará a donde vamos, estoy segura. Antes, Cayden me traía para poder estar cerca…— Comienza a hablar pero no logro prestarle atención. Mi concentración se encuentra solo en mi caminar. 

No lo quiero ver. 

 
Verlo me trae amargos recuerdos. No quiero a Barnett cerca de mí, es el recordatorio viviente de lo que sufrí y él pudiendo evitarlo, no lo hizo. No lo hizo y eso me duele más; saber que estuvo allí viendo y no tuvo el menor remordimiento, cerró su corazón a mí en mi momento más crítico… y ahora lo haré yo con él. 

—… Entonces, tenías que verme corriendo por toda la calle y Jason y Cayden detrás de mí. — Escucho de nuevo a Adler y me detengo en la última frase. 

—¿Jason y Cayden? —Pregunto desorientada y mi amiga echa su cabeza hacia atrás, soltando una carcajada.  

 
—No me prestaste atención, ¿cierto? — Con pena la observo, llevándola a encogerse de hombros—. Tranquila, igual está grabado en las cámaras de las instalaciones, así que, podrás ver aquella tragedia. — Le dedico una pequeña sonrisa y cuando presto atención, ya estamos frente a la pequeña puerta que separa al jet de la pista de aterrizaje. La protección de una cabina y lo desconocido del mundo. 

OutbreakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora