Capítulo 13 Parte 2: Resentimientos

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Su escritorio, y todo el suelo era blanco de puro papel arrugado hecho bolas a su alrededor. La mañana había sido tediosa para el Licenciado Acosta. Cuando terminó su horario lectivo se encerró en su laboratorio y entró a su despacho que estaba ubicado al final de este y la puerta de entrada era de roble oscuro. No había comido nada, sólo el café de la mañana. Quiso tratar de concentrarse en su trabajo y preparar las lecciones de la próxima semana, pero por primera vez no siquiera la pasión por su trabajo pudo más que aquella rabia creciente, aquellos celos incontrolados que sentía al pensar que ella podía estar con alguien más que no fuera él. Ella era pura e inocente, podía caer en las garras de cualquier aprovechado de esos que sólo buscan satisfacer su necesidad y usan a las mujeres como pañuelos desechables. Desde la primera vez que la vio sintió que quería y debía protegerla. Pero... estaba dolido, pues en ese momento sacó conclusiones. Qué hacie ella en el restaurante, él jamás vio a su acompañante. Pensó que podía haber ido con su padre o algún familiar pero no recuerda bien quien estaba con ella. Pero en la mañana cuando vio aquella insinuadora nota con flores dedujo que el que se las envió estuvo con ella la noche antes. Sacó la nota de su saco y la leyó esta vez más calmado. Evidentemente no era de su padre. Insinuaba hasta una noche de sexo y pasión. Recordarlo no le hizo gracia. Al final no ponía con claridad el nombre del remitente pero sabía que era alguien de la escuela. " Edu"
Rápidamente buscó en los registros de sus discípulos pero ninguno se llamaba así. Quedó pensativo un rato. Se levantó dispuesto a saber quién era el tipejo y fue a la Secretaría. Cuando entró la secretaria había salido un momento y estaba la computadora abierta. Como un rayo se sentó, buscó en la documentación los listados de todos los estudiantes de 1ro a 4to año de cada carrera y los copió a un USB que siempre llevaba consigo. Logró terminar su hazaña y la secretaria no aparecía, era su día de suerte. Salió disparado hacia su despacho pero está vez entró por la puerta trasera del mismo que se encontraba al final del laboratorio y se accedía por un pasillo largo y estrecho. Los estudiantes no iban a ese pasillo nunca, ya que les resultaba temeroso y lo llamaban el pasillo del ogro. Pero no pudo llegar a su destino. Mónica, la sexy profesora de Mates lo interceptó en el camino.
- Hola, Alex.
Él no quiso ser descortés. - Hola Mónica, cómo estás.
- Yo bien, pero ahorita estoy mucho mejor pues estoy ante el más guapo y fascinante de los profesores de ésta Universidad.
- No exageres...
- No, no exagero.- Se acercó a Alex y con voz seductora le ronroneó - Dime guapo cuando podemos tener una cita.
Alex para cortar el tema se excusó y dijo que no tenía tiempo y se marchó diciendo que debía revisar una documentación urgente para un proyecto de Física Cuántica y que si le explicaba con detalles, a pesar de sus conocimientos de Matemáticas no lograría entender tres palabras juntas.
Pasó una hora y encontró 26 nombres que coincidían con Edu. Era el diminutivo del nombre Eduardo. Estudiaban diferentes carreras y ya se sentía un poco cansado. Era como buscar una aguja en un pajar. Pero de un momento a otro descubrió todo. Cada nombre tenía su foto de expediente. Recordó la discusión que tuvo con el arrogante el día que estaba almorzando en la cafetería. Recordó que fue el mismo al que le propinó un golpazo la noche que estaba discutiendo con Elena. Eureka. Lo había encontrado. Se quitó un peso de encima cuando ya su contrincante dejó el anonimato y sabía quién era. Lo buscó en redes sociales. Hijo de uno de los millonarios más influyentes de México. Estudia Economía de Empresas para relevar a su padre y tomar en un futuro el mando de la compañía de la familia. Tiene dos hermanos una de 26 años y otro de sólo 12. Práctica en el gim semanal, un poco egocéntrico y según su perfil de Facebook tiene una relación de compromiso con la señorita... Alex tuvo que parar por un segundo. La pantalla decía que su prometida era nada más y nada menos que la señorita Elena Sandoval Castillo, su alumna, la mujer que había puesto su mundo de cabeza, la que sólo con unos cuantos besos a escondidas lo había hecho sentir vivo. Finalmente después de su descubrimiento apagó su aparato electrónico. Recogió sus cosas en silencio. Le hervía la sangre en las venas. Ella lo había engañado. Se daba cuenta de que las lágrimas que vio de sus ojos en el restaurante eran de culpa porque él estaba allí y los había descubierto en pleno romance. Y se quedó con eso en su pensamiento. No lograba comprender qué podía querer ella de él. Su "novio" era joven, apuesto y heredero de los millones de su padre. Será que sólo quiso divertirse o reírse de él, tal vez seducirlo para tener la materia en mano. Había hecho algo perverso. Había jugado con sus sentimientos. Ni siquiera había ido a la escuela. Estaba seguro de que su ausencia había sido para no tener que darle la cara y explicar su estúpido jueguecillo. Ella había sido despiadada con él. Si, porque el cayó en su red, en su trampa. Condujo con cuidado pero se estacionó para atender una llamada de su hermano Beto.
- Hola hermano.
- Alex hoy te estuve buscando todo el día. ¿Dónde coño estás?
- Voy de camino a casa. ¿ tú dónde estás?
- Hace dos horas que salí de la Universidad y fui a tu depa pero me llamaron de la agencia de mamá que ya me tienen mi apartamento listo y ya estoy en él. Si quieres ven, platicamos y salimos un rato.
- ¿Sabes que? Mejor me voy a casa, estuve todo el día ocupado y quiero descansar un poco.
- Ay hermano, tú y tu obsesión. Tienes que relajarte un poco y salir de la cueva donde vives y con...
- Alberto, no insistas, no estoy de humor. Me voy a mi casa y punto.
- Ok gruñón. Te lo pierdes.
Alex cortó la llamada y suspiró sacando todo el aire de los pulmones. Finalmente se puso en marcha. Había recuperado la privacidad y necesitaba estar en la tranquilidad de su casa. Necesitaba comer algo pues su estómago ya estaba haciendo reclamos por estar vacío. Para alegrarse un poco en el resto del trayecto puso el reproductor de audio de su auto y las melodías de Careless Whisper de George Michael lo acompañaron hasta la llegada a casa.

"Entre Dos Amores"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora